CARTA AL DIRECTOR enviada por: José Manuel López García
La muerte es inexorable, pero el juicio del tiempo es objetivo. Ante la fugacidad de la vida está claro que es conveniente poner en práctica el carpe diem. En efecto, es cierto que el disfrute de los placeres de la existencia da sentido también al vivir, pero no lo es todo. La maldad, la violencia, la ignorancia, la indiferencia, el odio y otras actitudes negativas campan a sus anchas en el mundo. Y ante la subjetividad está la objetividad que debe ser aplicada a la realidad.
Las mentiras y falsedades que están presentes por todos lados deben ser neutralizadas por una forma de pensar las cosas que sea objetiva. Lo que significa que no debe imperar lo falso en muchas cuestiones. La verdad, la racionalidad, la bondad y la comprensión deben ser los guías de la vida en las interrelaciones humanas y personales, no la incomprensión, la prepotencia, el egoísmo desenfrenado, y el individualismo más absoluto.
La vida por muy larga que sea, en realidad, es más bien corta. Y lo lógico es que la vivamos con la mayor intensidad posible. Ahora bien, que la vida social se rija, en ocasiones, por la superficialidad y las tergiversaciones y chismorreos no es lo correcto. El respeto a los demás es algo innegociable y básico.
Los auténticos valores de la existencia son la libertad, la justicia, la solidaridad, la compasión, la bondad, la fraternidad, la igualdad, etc. Son los valores éticos. Y parece que en el mundo actual no se practican de modo suficiente. Pero el tiempo pone a cada uno en el sitio que le corresponde, ya sea en vida o después de morir. A muchos genios ya se les ha reconocido en vida.
Puesto que los méritos objetivos de cada persona pueden ser valorados y evaluados objetivamente, porque son una realidad material cuantificable. Por ejemplo, si una persona ha escrito libros y numerosos artículos y ha pronunciado conferencias y colaborado, abundantemente, en los medios de comunicación eso es algo incuestionable y merece un reconocimiento objetivo e indiscutible.
Existe libertad para vivir como se quiera respetando las leyes, pero también hay que valorar positivamente los logros de los demás. La búsqueda de la felicidad es algo consustancial a los hombres y mujeres. El afán por crear y por desarrollar proyectos es lo más propio del ser humano.
La conformidad con un tipo de vida exclusivamente materialista no me parece lo más inteligente. Lo que no supone que se deban dejar a un lado las cosas agradables de la existencia.
La inmortalidad puede entenderse de muchas formas. Una de ellas es la permanencia viva en el recuerdo de los otros. Es la más común y es compatible con dejar rastros creativos de nuestro paso por el mundo a través de la escritura, la filosofía, etc.
En todo caso, lo que es indudable es que el creador o artista se siente feliz creando o elaborando sus contenidos y publicándolos para que se conozcan. La producción de cultura es sus múltiples modos es algo que posee un gran valor, porque también podrá ser disfrutada por las generaciones venideras. DIARIO Bahía de Cádiz
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