CARTA AL DIRECTOR enviada por: María Jesús Fernández Crujeiras, de Cádiz
La raza humana lleva años progresando. Los avances son continuos, las ciencias y la tecnología avanzan a ritmo vertiginoso y cada día el mundo parece un poquito mejor. Sin embargo, desde hace cerca de un siglo, hay un aspecto que se está dejando de lado. Algo que es esencial, y a lo que muchos no le prestan ni la menor importancia. Estoy hablando de las humanidades, el arte y las letras. Desde pequeños se nos inculca y se nos condiciona con que las letras son para aquellos que no son capaces de superar otras disciplinas como las matemáticas o la física. Nos han adoctrinado para creer que las ciencias tienen más salida, que son más respetables y que los “letrasados”, puesto así es como somos calificados, terminaremos desempleados o con salarios justos para sobrevivir.
Y esto se vive en muchas escuelas e institutos, en las que los mismos profesores se mofan de sus compañeros y, a su vez, inculcan esa actitud de desprecio a todos los presentes. Utilizaré una frase de la película ‘El club de los poetas muertos’ (en la que se revisan muchas de estas creencias y malas costumbres) que dice: “no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería… son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos”.
Y es exactamente eso. ¿Qué sería de nosotros sin todas estas cosas? ¿Cómo sería el mundo sin arte, poesía y literatura? La ciencia llevada al extremo nos hace creernos dioses. Sin embargo, las letras y el arte entroncan con nuestro lado más sensible y puro.
Desde el principio de los tiempos hemos necesitado expresarnos y hacer presentes nuestras ideas, hemos necesitado hablar, enseñar y que nos enseñen. Eso es lo que nos hace estar vivos. Y aunque ahora muchos estén pensando que estamos vivos y conscientes gracias a la biología y a los avances médicos y técnicos, debemos usar la consciencia.
No podemos entregarnos a un mundo de números y frialdad mecánica, pues entonces perderemos nuestra verdadera esencia. Perderemos las pasiones, las historias y la enseñanza; perderemos el arte y todas las cosas maravillosas que nos hace sentir. No todo puede depender de un algoritmo, si no que necesitamos el genio y la esperanza del alma. Y por ello no debemos dejar de lado nuestra sensibilidad y alma, pues no sólo es compatible con la ciencia, si no que es necesario esta hermandad para avanzar como especie y no quedarnos estancados en la edad digital de máquinas y frialdad. DIARIO Bahía de Cádiz
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