CARTA AL DIRECTOR enviada por: Martín Martínez Martínez, de Barcelona
Tenemos el beso del amor, el beso del poder, y el beso de la muerte. El primero significa “te quiero, cuando te toco me altero”. El segundo, significa “superior en la jerarquía, si te deseo tú eres mía”. El tercero, “este nos ha traicionado, y desaparecer le ha tocado”.
Últimamente se habla del beso de pico, un beso ligero, con un roce mínimo. El beso del poder también se llama beso de Rubiales. Y el beso de la muerte, también se llama beso siciliano. Por tanto, hay besos buenos, y besos malos. Con los primeros suben los niveles de dopamina, serotonina y oxitocina. El primer neurotransmisor nos proporciona energía y alegría, el segundo nos aleja del desánimo, y el tercero nos hace más acogedores.
El beso del poder raramente tiene esos positivos efectos. En el poderoso genera un aumento de su capacidad de decisión, y una disminución de la conciencia del riesgo implícito. Pero, a la persona subordinada, con frecuencia, le genera estrés. Si los medios y la sociedad reaccionan contra el poderoso, todo puede ser muy diferente. DIARIO Bahía de Cádiz