CARTA AL DIRECTOR enviada por: Sonia Muñoz Prián y Pablo Jones Medina, de San Fernando
Ya está decorada la Plaza Iglesia para la fiesta de Halloween. Un payaso con dientes puntiagudos para hacerse fotos, de las farolas cuelgan que la fiesta irá del terror de los 80 y, en el centro de la plaza, una bandera que esconde el terror. Celeste, blanco y rosa pastel, la bandera trans secuestra la realidad de miles de niñas de nuestro país y amordaza a todas las mujeres que se levantan a contar los efectos de esa carnicería.
Mientras las asociaciones tras esa bandera sólo aúllan “derechos trans”, se tapan los oídos ante las niñas y mujeres víctimas de lo trans. ¿Ha escuchado usted hablar de las detransicionadoras? Son mujeres que reconocen el daño físico y psicológico impuesto por el activismo trans. Son mujeres a las que nadie explicó las consecuencias negativas de lo trans. Son mujeres tratadas con hormonas de las que apenas hay estudios sobre sus efectos secundarios. Pueden llegar a ser mujeres con el pecho amputado, con el útero o los ovarios vaciados, con un intento de pene construido a partir de piel y músculo de un brazo o una pierna. Si esta carnicería le da terror, imagine a ellas cuando despiertan de la pesadilla.
Mientras la alcaldesa Cavada inaugura la fiesta del miedo de la mano del activismo trans, escuche los testimonios de algunas detransicionadoras españolas: para empezar la gaditana Amelia Guerrero, la ovetense Nagore de Arquer o la coruñesa Susana Domínguez. Y coméntelos. Y compártalos. Halloween termina, la vida de las mujeres sigue. DIARIO Bahía de Cádiz