CARTA AL DIRECTOR enviada por: Conchi Basilio
La falta de empatía implica una incapacidad o dificultad para ser capaz de ser consciente, entender o sentir lo que está experimentando otra persona, especialmente todas aquellas que sienten, piensan o actúan de formas diferentes a los tuyos. Esta incapacidad para ponerse en la piel del otro da lugar a problemas y conflictos con los demás, malentendidos y actitudes negativas, en resumen “problemas de comunicación”.
La persona poco empática vive inmersa en su propia realidad e ignora el mundo de los demás, sus problemas y sus sentimientos, solo es válido lo que concierne a su mundo. Piensan que ya tienen más que suficiente con ocuparse de sí mismos.
Para sentir empatía es necesario salir del propio mundo y entrar en el de la otra persona, ponerse en su piel y comprender todo su entorno; por eso la empatía crea una conexión emocional entre las personas y nos conecta con quienes somos de verdad. La falta de empatía es una característica de ciertos trastornos de la personalidad. Pero también debemos hacer mención que una persona estresada, cansada o enferma puede mostrar menos empatía de lo habitual, debido a su estado; por tanto, no todas las personas que muestran esta falta de comprensión son necesariamente incapaces de sentirla sino que, por algún motivo, como malas experiencias pasajeras, han decidido bloquearla en esos momentos concretos.
Todas las personas pueden ser empáticas, si se les da una educación adecuada y se les demuestra con ejemplos que el egoísmo no es bueno para nada; las personas que poseen esta virtud, por así llamarlo, son mucho más cálidas y comprensivas. Teniendo siempre en cuenta que cada persona es un mundo diferente y único, sobre todo las más pobres son mucho más comprensivas que las que se ven en la abundancia. Es triste pensar que un número elevado de personas desconocen el significado de la empatía, tan simple como la capacidad de comprender las emociones de los demás; pero esto no significa olvidarse de uno mismo.
Practicar la empatía nos permite detectar mejor las emociones y sentimientos de los demás, lo cual mejora la comunicación y sube la autoestima y el trabajo en equipo es más gratificante, es una habilidad innata, pero también desde que nacemos comenzamos a aprender de quienes nos rodean y eso influye mucho en el carácter de cada persona.
En resumen, que si todos practicamos mucho más esta habilidad y desterramos el excesivo egoísmo, este mundo sería mucho mejor de lo que es. DIARIO Bahía de Cádiz