CARTA AL DIRECTOR enviada por: Ramón Rodríguez Casaubón
Entiendo perfectamente que en estos días la mayoría de la gente está más preocupada por las cartas de Pedro Sánchez, la euforia por la victoria en la Eurocopa, los Juegos Olímpicos y sobre todo las merecidas vacaciones. Aún así me voy a adentrar en un tema de gran profundidad existencial. El sentido de la vida.
Su búsqueda es una constante universal que nos ha llevado a una exploración multifacética del hecho, que ha implicado a disciplinas diversas. Literatura, Filosofía, Psicología, Religión, Biología, etc. Desde esta perspectiva multidimensional, sin atender a un marco de referencia concreto, podríamos asumir que nos encontramos ante una cuestión eminentemente personal que nos ofrece múltiples respuestas cada una de las cuales viene envuelta en un suave papel de seda, o por el contrario de lija, con su propia lógica y que descansa en una base de apasionada esencia emocional. Aunque sin dudas podríamos decir que lo que tienen en común cualquiera de las visiones de aproximación al enigma es el propio cuestionamiento.
Estamos ante un puzle con un número de piezas indeterminadas que nos presenta un paisaje compuesto por imágenes como la transcendencia, vivir en armonía con la naturaleza, el impulso evolutivo, el autoconocimiento y reconocimiento, la experiencia humana, la libertad, el cuestionamiento, etc. El conjunto resultaría algo muy parecido a El Jardín de las delicias de Jheronimus Bosch (el Bosco).
Desde el pensamiento lateral es muy probable que se reformulase el problema para huir de la cotidianidad de lo esperado y cuestionarnos ¿cómo podemos dotar de sentido a la vida?
Personalmente prefiero aproximarme al dilema desde el diálogo con los clásicos. Sócrates nos diría, con discreta elegancia, “Solo sé que no sé nada” mientras que Groucho Marx aportaría a la discusión su emblemático: “Nunca pertenecería a un club que me admitiera como socio”.
Desde la humildad intelectual nos adentramos en las procelosas aguas del individualismo en cuya superficie se refleja la necesidad humana de pertenencia a un grupo.
La unión de estos enfoques nos invita a reflexionar sobre si el sentido de la vida está sustentado en la constante indagación y cuestionamiento desde la humildad de la búsqueda del conocimiento sin dejar de ser nosotros mismos, alejándonos de los juicios de valor sobre lo que debemos ser y huyendo del conformismo.
No me gustaría concluir el breve y somero acercamiento a este “nudo gordiano” sin destacar unos aforismos que complementan lo hasta ahora expuesto.
“No es hasta que nos damos cuenta de que significamos algo para los demás que no sentimos que hay un objetivo o propósito en nuestra existencia” (Stefan Zweig)
“La tragedia del hombre moderno no es que sabe cada vez menos sobre el sentido de su propia vida, sino que se preocupa cada vez menos por ello” (Václav Havel)
“Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día que averiguas para qué” (Mark Twain)
Si bien el que me gustaría enfatizar, por introducir la variable temporal como concepto filosófico y científico a la vez, es: “La vida es el pasado intentando proyectarse en el presente deseando conocer el futuro” (Soul Etspes)
Cuya variante con matices de pavesas olvidadas es: “La vida es el pasado intentando proyectarse en el presente, frustrada por desconocer el futuro” (Soul Etspes) DIARIO Bahía de Cádiz