CARTA AL DIRECTOR enviada por: Irene Carrasco Ocaña
Hace unas semanas, en una conocida clínica al inicio de Cádiz donde se practica el legalizado aborto, pude ser testigo de un grupo reducido de personas que a sus puertas rezaban fogosamente. Creí inocentemente que se trataban de familiares de alguna paciente, pero cuál fue mi sorpresa cuando justamente días más tarde, se daba a conocer la noticia en televisión que este grupo de familiares no era más que un grupo religioso contrariado por la práctica de la interrupción del embarazo.
Con frecuencia estoy por la zona pues mis padres son vecinos y ya es normalizado y diario que este grupo religioso compuesto normalmente por cuatro personas de las cuales tres son mujeres, se plante en las puertas de la clínica rezando padres nuestros, rosarios, arrodillándose e incluso vertiendo agua bendita en las puertas coaccionando la libertad a ejercer un derecho recogido en la Ley Orgánica 2/2010 de la salud sexual y reproductiva y de la interrupción del embarazo.
Como mujer me siento profundamente ofendida antes esta falta de respeto por ejercer este derecho exclusivo de la mujer, una decisión que independientemente del motivo que lleve a acogerse a esta Ley, no es una práctica agradable y me atrevo a afirmar que es traumática y de difícil asimilación para toda aquella mujer que acuda a ella, por lo que decir que no es posible valorar cómo se han de sentir aquellas pacientes que acudan a la clínica con este grupo a las puertas.
El lugar del rezo es la iglesia a donde yo por respeto no acudo a la hora de misa a expresar mi desacuerdo con ella, y el de protesta el Parlamento así que desde aquí ruego a estas personas respeten las decisiones y la libertad que tanto exigen para ellos.
El equilibrio está siempre en el respeto al otro. DIARIO Bahía de Cádiz
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