CARTA AL DIRECTOR enviada por: Luis Suárez Samaniego, de Sevilla
No había pasado ni un mes del fallecimiento de mi hermano cuando mi madre, para asombro de todos, nos dijo: “No obstante mi dolor no puedo dejar de pensar en el sufrimiento de los padres del asesino. Ahora no tengo fuerzas, pero si más adelante puedo ayudar aliviándoles su dolor, que vengan a casa, que yo les prepararé un café”.
Mi madre falleció el 22 de octubre. Superó el más abominable de los males haciendo emerger la esperanza; cambió su vida -imaginando otra- y la alcanzó, aún teniendo todo en contra. Y dejó una enseñanza cincelada en los que la conocieron: que alguien, en alguna parte, ha tomado el testigo. DIARIO Bahía de Cádiz
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