CARTA AL DIRECTOR enviada por: Moceop
El Papa Francisco ha muerto. Tras el último ingreso hospitalario, y aunque hasta el último momento ha estado activo y con voluntad de seguir, descansa en paz. Lo ha dado todo.
El Papa Francisco ha sido un regalo del Espíritu a la Iglesia y al mundo, una primavera de esperanza. Qué lástima las resistencias de los sectores eclesiásticos más clericales, y qué pena la indiferencia de los poderes del mundo al que podía haber sido un líder ético para otro mundo posible, más allá de confrontaciones políticas y por una paz basada en la justicia.
Qué difícil resulta ser profeta desde una estructura de poder. Nos queda en la memoria su testimonio personal de sencillez y cercanía, y sus mensajes de renovación evangélica de la Iglesia frente a la lacra del clericalismo, y de esperanza para el mundo, especialmente para las periferias existenciales, las personas y sectores más marginados.
Nos quedan sus gestos proféticos con las personas migrantes, con las personas sufrientes por el genocidio de Gaza y la guerra de Ucrania, sus 47 viajes como mensajero de paz y de diálogo intercultural e interreligioso; su denuncia de un sistema capitalista injusto y una economía que mata. Por todo ello, con el dolor por su pérdida, nos queda un sentimiento de gratitud por su vida y su ministerio, y un reto de responsabilidad de seguir su estela.
“La alegría del Evangelio” debería ser un mensaje de esperanza para el mundo y de vivencia de quienes queremos seguir al Nazareno. Si el mundo entero y los poderes fácticos escucharan el mensaje de la “Laudato Si” y el clamor de la Tierra y de los pobres que van unidos, la Hermana Madre Tierra sería una Casa Común más habitable. Y si la humanidad escuchara su carta “Fratelli Tutti” de paz, amabilidad y solidaridad, podría ser la Gran Familia Humana sin exclusiones ni descartes, en paz, acogedora y amable.
Ojalá la Iglesia pueda seguir sin él el “proceso sinodal” inacabado y entorpecido, de hacerse una Comunidad igualitaria, servicial y liberadora. Nos queda el reto de los procesos que él abrió y animó a seguir; y de los que no abrió del todo o él mismo frenó. Nos toca a toda la Comunidad ser Iglesia sinodal, cumplir su sueño de una Iglesia pobre y de los pobres, hospital de campaña y casa de todos todos todos y de todas.
Moceop asume el legado de lo que queda pendiente sin Francisco: esa reforma integral de la estructura eclesial en la que las mujeres tengan la plena igualdad, retos que Francisco no supo o quiso cumplir.
No lo hemos esperado todo de Francisco, ni lo esperamos todo del Papa que venga tras él, pero sí esperamos y necesitamos que sea Pastor del evangelio y alargue el camino emprendido por Francisco, para llegar a la iglesia igualitaria, fraterno-sororal y liberadora.
Nos toca a toda la comunidad eclesial escuchar al Espíritu que nos regaló a Francisco y que seguirá inspirando nuevos caminos. La Pascua de Resurrección nos anima a esa esperanza. DIARIO Bahía de Cádiz