CARTA AL DIRECTOR enviada por: Antonio Cabrera Salamanca, de Sanlúcar
Tercermundista. Así es el servicio que miles de gaditanos –y quienes tenemos la dicha de visitar Cádiz y su provincia– recibimos del Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz. Y es que, aparte del lamentable estado de suciedad y deterioro de muchos de sus autobuses de transporte interurbano, la mayoría (como usuario todavía no he encontrado ninguno que los lleve) carecen del obligatorio cinturón de seguridad. Es igual que desde Sanlúcar, donde resido, vaya usted a Cádiz, Chiclana, Costa Ballena, El Puerto o Jerez de la Frontera… (empresa “Valenzuela”) o a Trebujena, Lebrija, Dos Hermanas, Sevilla… (empresa “Los Amarillos”), etcétera. Todos sin cinturón, claro. Algo inaudito, peligroso e ilegal. Porque si un ciudadano viaja en su vehículo particular sin llevar abrochado el cinturón de seguridad será detenido por la Guardia Civil de Tráfico, sancionado con la pérdida de 3 puntos del carné y una multa de 200 euros. Una infracción grave (art. 65.4 h de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial).
Sin embargo, en un servicio público donde la seguridad de los usuarios debería primar sobre cualquier otro aspecto -y las autoridades competentes velar por su estricto cumplimiento–, esta infracción se repite mil veces cada día y queda impune.
Lo mismo ocurre con los equipajes. Si, maleta en mano, le pide usted al conductor que abra el maletero del vehículo, le mirará con cara de asombro, como si fuera un extraterrestre. Luego, muy digno, casi filosófico, como quien recita una jaculatoria, le responderá sentencioso: “caballero, este autobús no tiene maletero”. Y se fumará un puro. Ande, vaya usted en su vehículo particular y lleve un perrillo de un kilo, suelto, en sus brazos, ya verá lo que le pasa: el radar “Pegasus” de la DGT le escrutará implacable desde las alturas y todo el peso de la Ley caerá sobre usted. Y sobre su perro. Así que, harto, tirando de maleta y con el billete en la boca, se sube usted al “artobús” -grande como un trasatlántico, construido al parecer ex profeso “sin maletero” y sin cinturones de seguridad para el Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz-, se abraza a su maleta y la arropa durante el viaje mientras, entre tumbo y tumbo, se acuerda del conductor, de su respetable madre, de la empresa, del Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz y de toda su provincia.
Esperemos que nunca una masacre irreparable multiplique estas carencias, vitales en caso de accidente. Ni Cádiz, la ciudad más bonita de España, ni sus maravillosos pueblos, ni sus gentes no se lo merecen.