CARTA AL DIRECTOR enviada por: Horacio Torvisco, de Alcobendas
Desde hace algún tiempo y después de hacerse público el comportamiento, totalmente deleznable de determinadas personas, famosas por su actividad intelectual y artística, se ha suscitado un debate de cierta complejidad por los diferentes puntos de vista que suscita, sobre el rechazo o no de una obra de arte en función del comportamiento moral de su autor.
Grosso modo existen dos posiciones aparentemente irreconciliables y quizás algo reduccionistas, pero muy representativas de la realidad: aquellos que no separan la obra de arte del creador de la misma, estableciendo una relación entre ambos donde quedan subsumidos el uno en el otro de forma inequívoca, incluso a nivel moral. Y luego están los que sí distinguen de forma clara que una cosa es la obra de arte y otra su autor y su posición moral en la vida.
Lo primero que cabe decir al respecto, es que ninguna de las dos posiciones defiende ninguna actuación que moralmente sea reprobable, por ahí no va el debate, lo que se somete a reflexión es en qué medida la moral individual de una persona está contenida siempre en su obra, como creador de arte. Entiendo que el arte no regenera moralmente a un inmoral, así como un inmoral no mancha el valor de una obra de arte y su capacidad de emocionar y enseñar. Otra cosa es, cómo la sociedad reprueba a una persona que haya llevado a cabo comportamientos moralmente reprobables siendo esta un intelectual o artista.
Probablemente sea más sencillo y satisfactorio apreciar y emocionarse con una obra de arte que sentarse a la mesa con su autor si este es un violador. DIARIO Bahía de Cádiz