CARTA AL DIRECTOR enviada por: Fernández de Córdoba
Soy un andaluz malagueño que no tolera ni nunca tolerará que ningún impresentable “mamandurria mindundi” ofenda a mi bendita tierra o a mi estimados paisanos andaluces tratando de ridiculizarnos dándoselas de “gracioso”, que sí lo es, pero sin poseer gracia alguna, pues cuando los andaluces decimos que “un monaguillo” es “un gracioso” queremos decir, en sentido peyorativo, que tiene “mal ángel y que, presuntamente es “un sieso», como decimos en mi “Cái”, porque mi mujer y mis hijos también son gaditanos y yo de adopción, roteños todos por excelencia.
Cuando se derrama un bote de esencia de perfume su exquisito olor se expande por la zona donde ocurre y discurre ese líquido diseminándose por sus alrededores, fluye un exquisito sahumerio y todo el entorno se envuelve con la fragancia de esa esencia y si estás cercano a ese ambiente sales perfumado con ese aroma exquisito y, por la misma razón, si en algún momento has estado en un recinto o situación maloliente obviamente sales impregnado por la emisión del tufo, el hedor y la pestilencia que también se desprende en su entorno.
“El monaguillo” nos ha llamado “capillitas”, seguro aludiendo a nuestra preciosa y mundialmente conocida Semana Santa que celebran, en su fecha, todos los pueblos andaluces y que, debido a que es particularmente conocida, atrae a millones de turistas que nos visitan y la halagan y, por tanto, contribuye al incremento de nuestro PIB, del que también se beneficia el estimado pueblo extremeño y que incluso los andaluces contribuimos para que “el monaguillo” coma a nuestra costa.
En Andalucía el arte, además de colgarlo en las paredes, la inmensa mayoría que lo posee “lo lleva puesto”, es un pueblo, el andaluz, que tiene son, sal y su gente tiene salero y todos estamos orgullosos de serlo y lo defenderemos incluso derramando hasta la última gota de nuestra sangre y “el monaguillo” estaría mejor calladito y que no siga viajando más a nuestra costa.
Podría escribir un libro y seguir encumbrando y elogiando a mi tierra y a mis gentes pero no voy a hacerlo porque el embrión de esta opinión lo ha engendrado la podrida semilla que ha sembrado el “monaguillo” extremeño pero que nunca va a germinar porque la vamos a arrancar de cuajo ya que esa pestilente simiente sembrada produce un estado vomitivo porque “el monaguillo sí miente. Hace poco tiempo se movió en un ambiente maloliente y, por tanto, aunque salió indemne de la epopeya adquirió, al menos presuntamente, ese aroma pestilente que se desprende y forzosamente se adquiere porque rodea todo el entorno, lo envuelve y lo recoge todo el que está cercano a la corriente de esa fétida esencia. “El monaguillo” ha sembrado vientos y por donde ande irá recogiendo las tempestades.
“El monaguillo” ha ridiculizado al artista andaluz, a los toros, a la sanidad y, lo peor, lo más indigno que ha manifestado es que ha ridiculizado a los cientos de miles de parados andaluces, personas que no pueden sustentar a sus familias y a sus hijos ya que ese es el endémico maleficio que padecemos y que para colmo de los colmos el impresentable “mindundi” los ridiculiza, con la que está cayendo.
Su propio partido, con sus figuras más relevantes al frente, le han reprochado, aunque sin consistencia, su insensato proceder, su ineducada actuación y su “maldita gracia” y la primera representante andaluza ha debido de ser más contundente al responder al irreflexivo, irrespetuoso, indecente, miserable y pestilente personajillo que no se merece ser presidente del maravilloso y educado pueblo extremeño.
Si yo fuese Dª. Susana Díaz declararía a ese “monaguillo” de pacotilla «persona non grata» en nuestra bella y acogedora Andalucía porque se lo ha ganado a pulso y honestamente se lo merece aunque, presuntamente haya sido elegido por los extremeños HP (Hijo Predilecto) para gobernarles.
Pero al final, siempre ocurre, el animal que nace cerdo se muere de cochino, y viceversa. DIARIO Bahía de Cádiz