CARTA AL DIRECTOR enviada por: Juan Cejudo, de Cádiz
¡La polémica que se ha levantado porque el alcalde de Cádiz ha decidido no asistir a los actos religiosos que se celebran en Cádiz con motivo de la patrona, la Virgen del Rosario!
No entiendo tanta polémica. Estamos en un estado no confesional. Los representantes públicos no tienen por qué, en cuanto tales, representar a los ciudadanos de Cádiz en actos religiosos. Porque habrá a quien les guste y habrá a quien no. Porque muchos gaditanos serán católicos, pero otros, pueden ser de otras religiones o de ninguna.
Además, en el caso de que un alcalde o concejal no sea creyente, me parece una gran contradicción tener que verse «obligado» a asistir a un acto en el que no cree. La expresión de la fe no puede ser obligatoria en ningún caso, sino una adhesión libre y voluntaria.
Comparto la posición de Ganar Cádiz en Común que ha decidido no asistir al acto, apelando al concepto de laicidad. Y es verdad. Hay que separar de una vez la religión de la política.
Entiendo que, si algún representante público, quiere participar en actos religiosos, pueda hacerlo pero, a título personal, uniéndose a los muchos ciudadanos que deseen participar de esas celebraciones religiosas. No tienen que estar como autoridades en lugares preferentes, sino como uno más en medio del pueblo.
Creo que ya va siendo hora de ir todos comprendiendo que los tiempos de nacional-catolicismo, se terminaron. Las creencias religiosas cada cual está en su pleno derecho de practicarlas, pero no “en representación” del pueblo de Cádiz, que es pluriforme en sus creencias religiosas o sus no creencias.
Esa separación entre religión y política me parece fundamental. Lamentablemente, seguimos funcionando con los mismos esquemas del franquismo. Y esos tiempos se terminaron.
Es de alabar que ya estas nuevas actitudes de separación entre política y religión empiece ya a funcionar en no pocos puntos de nuestra geografía nacional, aunque como en el caso de Cádiz, también acompañado de fuertes polémicas por parte de aquellos que pretenden que nada cambie y sigamos instalados en tiempos pre-constitucionales.
Lo que no quita, tampoco, que esos responsables públicos deban seguir respetando esas manifestaciones y tradiciones religiosas de quienes desean tenerlas y celebrarlas. Pero teniendo claro que hay que saber separar la religión de la política. DIARIO Bahía de Cádiz