CARTA AL DIRECTOR enviada por: Vicente Fontán Nowell, de Cádiz
Recientemente se ha conocido que las asociaciones de vecinos del Paseo Marítimo y Muñoz Arenillas se han posicionado frontalmente en contra de la última propuesta que algunos hosteleros de la zona habían lanzado de cara al verano. Consideran que esta iniciativa, en la que se hablaba de organizar actuaciones de agrupaciones de carnaval y de flamenco, lejos de favorecer el ambiente de la zona, perturbarían gravemente el descanso de los vecinos. Finalmente, los empresarios parecen haber descartado esta idea y, de nuevo, la posición de las asociaciones se ha impuesto.
Esta “victoria” de las asociaciones no es la primera, sino que se suma a una larga lista que manifiesta que los gaditanos vivimos en un déjà vu continuo en él que, continuamente, grupos reducidos imponen su postura. Hace poco supimos de las quejas de los vecinos de Ingeniero la Cierva respecto al evento de la Unicaja Color Road, una carrera benéfica cuyos ingresos van en parte destinados a Unicef, pero eso parecía carecer de importancia frente a los supuestos problemas respiratorios ocasionados a los vecinos por parte de las pinturas en polvo. Es curioso, cuanto menos, que Cádiz sea de las pocas ciudades (o incluso la única) que recoge esta serie de de percances al respecto de la carrera, ya que eventos similares se han producido en varios países del mundo sin registrar incidencias similares. Es una más, también ha habido quejas por los decibelios de otros eventos en la plaza que parecen impedir que la vida de los ciudadanos transcurra con normalidad.
Pero si una asociación se lleva la palma en lo que a quejas se refiere es la mía, la asociación de vecinos de Muñoz Arenillas. Solo hace falta teclear el nombre de esta conocida calle del municipio en el buscador de Google para encontrar una lista de titulares en la que mi asociación hace gala de su marcado reaccionarismo. Se han posicionado en contra de la ampliación del horario de terrazas, en contra de los conciertos y festivales de verano en el Paseo Marítimo y un largo etcétera que se remonta a años, incluso décadas en el pasado. Y lo peor es que, como mencionaba anteriormente, han conseguido que su postura se imponga en la mayoría de ocasiones, provocando el descontento totalmente lógico y entendible, de los empresarios de la zona.
Con estas decisiones y esta lucha frontal ante casi cualquier actividad o alternativa de ocio también me parece totalmente lógico y entendible que la juventud de la provincia, y el turismo en general, considere que “Cádiz está muerta”. Sí, Cádiz está muriéndose, pero porque la estamos matando nosotros, estamos destrozando gran parte de su oferta turística y convirtiéndola, hablando mal y pronto, “en un pueblo”. Un pueblo cuyo Paseo Marítimo queda solitario y sin vida en cuanto finaliza el periodo estival. Un pueblo que sufre, como todos los pueblos, de una creciente despoblación; y aunque el concejal del Partido Popular José Blas Fernández la achaque a la desaparición del servicio militar, algunos somos conscientes de que la falta de oportunidades para la población juvenil puede ser una causa más creíble, pues se ajusta más a lo que vemos y vivimos día a día.
Como vecino de Muñoz Arenillas soy muy consciente de que no soy el único que piensa así en este barrio, ni mucho menos, pero personalmente carezco de poder para cambiar la posición que mantienen las altas esferas de mi código postal. Conozco a hosteleros y empresarios de la zona, escucho y veo como las asociaciones juegan siempre en su contra y veo con impotencia como parece que algunos, con el inmovilismo por bandera y haciendo oídos sordos al eterno problema del desempleo en la capital gaditana, prefieren mantener las cosas tal y como están a riesgo de que Cádiz se hunda, incluso antes de que llegue el ya tan anunciado Tsunami. Lo bueno es que para cuando llegue, quizá ya no quede ni un alma en este pueblo costero y estemos todos a salvo. DIARIO Bahía de Cádiz
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