CARTA AL DIRECTOR enviada por: Sergio Mateos, de Chiclana
Ha terminado el invierno igual que la primavera, lloviendo. Podría ser éste el comienzo o el título de de un libro, un libro que hablara de Chiclana, de sus gentes, de sus calles… Pero no soy de esos. No me gusta pertenecer a ese selecto grupo de iluminados que pretenden ocupar el hueco que dejó mi amigo Domingo. No es que no me guste es que él fue un maestro, y los maestros enseñan y los demás aprenden. Así lo entiendo yo.
Un profesor de la facultad donde estudié Historia, la licenciatura claro, de esos de chaqueta raída y un Ducado en la boca, decía con buen criterio que la historia es global y así se debe entender, y que cualquier localismo se pierde entre las líneas de un libro que no sirve para nada.
Chiclana siempre ha recibido con agrado al visitante. Con Domingo no iba a ser menos.
Los demás, a lo de siempre, escriben libros tal como dice mi padre: “leo, corto y copio”. No están a la altura de una ciudad como Chiclana ni un historiador como Domingo.
Muchos de los iluminados se pelean por ver sus pobres escritos en las líneas de una poco cuidada edición o en un periódico como éste. Y encima, en conversación de barra de bar, se vanaglorian de que publican aquí y allí y después de tantos años leyendo todo lo que se publica, no han aportado nada de nada.
La facultad te enseña un método de investigación, un largo camino entre que lees, buscas, encuentras, reflexionas, escribes, y lo plasmas en un libro. No vale pensar una historia y escribirla o buscarte a alguien que la escriba. La historia en mayúsculas es algo más.
Chiclana siempre ha sido un pueblo así. DIARIO Bahía de Cádiz