CARTA AL DIRECTOR enviada por: Al-Hakam Morilla Rodríguez (Liberación Andaluza)
“Decimos una necedad y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola”. François Marie Arouet, Voltaire.
Diez mil menores ‘refugiados’ desaparecidos en Europa, muchos de ellos huérfanos. En la Europa orwelliana del control sistemático del ciudadano, de los programas-espía SITEL, donde hasta los satélites pueden fotografiar la matrícula de un coche, con sigilosos drones y cámaras por todas partes… diez mil muchachos se evaporan. Pero no hay problema, no hay por que alarmar resaltando estas monstruosidades. El servicio de noticias estatal, por no llamarlo Ministerio de Propaganda, vuelve con la recurrente exclusiva a modo de oportuna cortina de humo, ya cansina, del penúltimo imbécil que llama a la ‘reconquista de Al-Andalus’, evocando en su pantomima Toledo, Córdoba y la valenciana Xátiva. Anónimos personajes desde Extremo Oriente o el África negra, con turbante y luengas barbas nos sueltan la periódica homilía, bien mediatizada, en sospechosas traducciones libres al castellano del ‘bahsa’ indonesio o de extrañas lenguas subsaharianas. Sin embargo el penúltimo sermón de un supuesto correligionario del esperpéntico DAESH ya bordea lo delirante. Un europeo enmascarado arenga en francés, con diversas tomas fusionadas, rápidos cambios de enfoque y distintas posiciones del sol. Por favor, hasta un estudiante de primero de Imagen y Sonido detectaría el montaje. Por otro lado, ¿no había un acuerdo tácito con los medios de comunicación, por la larga experiencia en la lucha antiterrorista, de que nunca se debía dar publicidad a los violentos porque implicaba darles cobertura a sus reivindicaciones o paridas? ¿En qué quedamos…?
Toda esta basura inductora de prejuicios xenófobos y racistas, difundida para solapar la barbarie de ¡diez mil niños desaparecidos en Europa!, lo único que busca es dotar de un capcioso sentido a la maniquea y ofensiva expresión nacional-católica de ‘terrorismo islamista’, con el único objeto de satanizar en la pira de los media la civilización de las Mil y una noches (no hay espacio informativo por contra para el ‘reverendo metralleta’, el mesías cristiano Joseph Kony, que lidera el LRA, el Ejército de Resistencia del Señor, de veinte a treinta mil niños-soldado, con escabechinas y amputaciones sistemáticas por Sudán del Sur y Ruanda). Se olvidan los programadores goebbelianos de la ‘doctrina del shock’ permanente, expertos en solapar sevicias a la carta, que en el imaginario colectivo musulmán, en especial árabe, el esplendor cultural de lo andalusí no evoca nostalgia de nada, para desgracia de ignorantes, sino un ejemplo negativo para consumo interno. Algo así como intimidar con que viene el coco a zagales y retrasados. ‘Jovencitos, portaos bien, que fijaros como acabaron los andalusíes por gustarles tanto el vino y las mujeres’, es la ignara amonestación que uno puede escuchar a una Mariam en Tánger, o a un imam de aldea en Egipto. Lejos de la ingeniería psicológica de los tentáculos del Mº del Interior en la Agencia EFE (con efe de Falange, según Ánson), la realidad es que no se termina de aclarar -si esas inveteradas aficiones de los andalusíes y de Julio Iglesias del vino y las mujeres son tan letales- el hecho de que al tener los mismos gustos los ciudadanos de EEUU, por ejemplo, por qué razón entonces se alzan como primera potencia global. ¡Qué insondable misterio para algunos caletres!
En paralelo a la anterior estúpida leyenda criminalizante, otra busca convertirse por la propaganda en dogma de fe: la ‘reconquista’. Lástima que ciertos seglares celosos de la homogeneización ideológica, a sueldo o vocacionalmente, no lean un periódico nada sospechoso de ‘radicalismo’: el Diario de Burgos. En aquella inolvidable noticia aparecida el 2 de noviembre de 2013 con el siguiente titular: ‘La reconquista es un mito’. El catedrático de historia medieval Javier Peña, para su ingreso en la Academia Fernán González -¿el tal Fernán, un ‘yihadista’ católico también?- desentraña esta burda falacia: ‘este mito, al contrario que otros que he estudiado, que tienen su origen y su momento de mayor brillo en la Edad Media, no surgió entonces. Ni tan siquiera en la Edad Moderna. Jamás se habló entonces de reconquista. La palabra ni se conocía. Se utilizo por primera vez en los cronistas españoles en torno al año 1800’. Es decir, sería usada con profusión en el contexto de la Guerra de Independencia, frente a los invasores napoleónicos, primero; y en el marco de las Guerras Carlistas durante el siglo XIX, donde al invocar éstos las cruzadas, sus enemigos liberales se presentaban de adalides de la pretendida ‘reconquista’. No hay nada como excitar a la descerebrada tropa, de analfabetos funcionales -la mayoría del Estado por aquel tiempo-, con instigaciones al odio medievales para animar a los matarifes de cualquier bando. Y concluye el investigador burgalés, para decepción los que sacan del apolillado baúl de las infamias esos anacrónicos términos, como ‘reconquista’… ‘Es hora de que le confinemos al lugar que le corresponde: al rincón de los fósiles culturales, donde duermen los mitos gastados el sueño de sus mejores –o más inquietantes- recuerdos’.
Desde los comienzos de la mal llamada ‘transición’ con sangrientos montajes parafascistas, como aquel del Caso Scala para demonizar al Movimiento Libertario, en las cloacas del Estado de derecho han anidado los venenos en el fango. Así se crean ‘estados de opinión’ cuando las sedicentes democracias derivan hacia el totalitarismo… y por cierto, cuando echen cieno sobre el prestigio de la Civilización andalusí, dándole cancha a pésimos actores ‘moros’ malísimos encapuchados del Capitán Trueno, ahora hablando en la lengua de Voltaire, no se olviden de modificar el guión. Xátiva solo puede salir a la palestra, en pie de igualdad con Córdoba y Toledo, si recordamos que allí escribió el universal sabio Ibn Hazm al-andalusí El collar de la paloma, poético tratado sobre el amor y los amantes. El título de la obra alude en audaz símil literario al glande. No hay duda que debe ser, según parece, un objetivo del máximo interés para fanáticos religiosos. DIARIO Bahía de Cádiz
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