CARTA AL DIRECTOR enviada por: Manuel Varo Pérez, de Barbate
La tarde se tornaba placentera y el levante se mantuvo quedo El Hoyo la Tota, acogía expectante a los hijos y nietos de los antiguos Toteros. Aquel que aglutinara todas las aguas del cielo para hincharse como un lago; inundara las casas de los vecinos más cercanos, y estigmatizara con sus aguajes a los barbateños que junto a él vivían, esa tarde noche lucía iluminado esplendor. Se había convertido en un teatro callejero para acoger a los descendientes de los que soportaron sus mareas invernales. Quizás intentaba resarcir todas las penurias que provocaran el ombligo giratorio de su madrona.
Como en las Mejillonadas Pachangueras o las concentraciones carnavalescas, se había vestido de gala. No en vano iba a ser escenario de la presentación del libro de un hombre que allí nació, creció, y vive llevando sus recuerdos. Esa noche era él, el principal protagonista de “Anclado en el Paraíso”.
Tres generaciones de caras conocidas se dieron cita, cuando Manolo Casal, nos deleitaba con su prosa cargada de emotividad y cariño, deshojando con maestría las páginas del libro y desvelando los trocitos de historia de aquellos dos niños Tambucho y Emparrillao. Rafael Quirós, Antonio J. González, Diego Maya, Juan Brenes y Paco Alba, colaboradores incondicionales, estuvieron a la altura de los mejores amigos. José Varo,Juan Chaparrón, Pedro Soriano, Ildefonso Romero, los Bandoleros, los Pachangueros, comparsitas, vecinos, conocidos y amigos, allí estaban testimoniando tan cariñosos recuerdos, cuando en el silencio irrumpía el clarinete del un joven músico interpretando un pasodoble de los Almadraberos.
Como si se tratara de un bautizo divino, las suaves notas musicales que interpretaba David Alba Varo, parecían que bajaban del cielo. La armonía, el ritmo y compás describían en el aire un mágico pentagrama que a través de los oídos llegaba a todos los corazones.
Seguro que los espíritus benefactores de Guillermo, Paco Cachín, El Pancho, Chipiona, Acereto, José Oliva, Francisco Mera, Martín, Diego, Burgos, y otros amigos del alma estaban entre nosotros
Noche maravillosa que estará presente mientras viva, como los abrazos y muestras de afecto que recibí de todos mis paisanos, que es igual que decir mi familia. Gracias por todo el cariño que me habéis demostrado.