CARTA AL DIRECTOR enviada por: Guillermo F. Jiménez Rodríguez, de El Puerto
Hay en nuestro diccionario de la RAE un bello vocablo: “agradecimiento”. Sinónimo de reconocimiento, obligación… Palabra que en estos tiempos de engreimiento que nos arrollan, la vamos relegado al olvido.
No quiero tropezar en ello, por eso desde este periódico quiero manifestar mis más sinceros “agradecimientos” a todo el personal del Hospital Universitario de Puerto Real.
El día 24 de diciembre ingresé con un infarto agudo de miocardio, con lesión crítica del 99%. El día 28 fui intervenido quirúrgicamente y me implantaron un stent. El día 30 fui dado de alta, encontrándome, en la actualidad, en un óptimo estado de salud, gracias a dios, y a todos los que en mí se volcaron.
Agradecimiento, muy especial, a mi cardiólogo: Dr. Don Pablo González Pérez. Cualificado, experimentado, erudito e inteligente profesional -buen conocedor de las aguas en que nada- por el interés mostrado hacia todos sus pacientes; por las atenciones y deferencias hacia mí dadas.
Al cardiólogo. Dr. Don José Luis López Benítez que me asistía en planta, también gran profesional e inteligente, al que, por intuición, auguro un gran devenir en esta rama de su especialidad, de la ciencia médica.
Agradecimiento extensivo a todos los que me intervinieron en quirófano. Y a los del servicio de urgencia. A todos los médicos de dicho servicio de urgencia. Con mención muy especial a la Dra. Paloma Calvo Acosta, que me va a permitir que no le dé el tratamiento de doña porque es muy joven. Tiene cara de ser muy inteligente, y, dicho sea de paso, muy guapa. Dios ha querido que en varias ocasiones que he asistido a urgencia, ella fuera la que me asistiera. A todos los radiólogos de dicho servicio. A todo el personal de observación de camas, a los de observación de sillones. A las/os enfermeros/ras y al personal auxiliar, a todos los servicios de guardia de seguridad.
Todos ellos abnegados, entregados y cariñosos, que atienden con la sonrisa y buenos modales, aunque tienen que trabajar en condiciones difíciles. Aunque no pueden atender a los pacientes como es necesario, como serían sus anhelos. por falta de personal.
A los de la tercera planta, donde estuve hospitalizado. Quisiera recordar sus nombres para mencionarlos uno a uno. No quiero dejar en el olvido. A todo el personal de servicio de cafetería. Excepcionalmente a mis apreciados amigos Antonio, Carlos y Gregorio. Así por orden alfabético (para que no se peleen) porque: tanto monta, monta tanto. Por el interés en atenderme. En hacerme ese cafelito a mi gusto. Tan rico y exquisito. Con ese, tan buen, sabor de boca, que me queda durante largo tiempo.
En fin, sirvan, estas líneas, para orgullo y satisfacción de todos, y cada uno de ellos, ya que cuando en varias ocasiones he acudido al hospital, me han asistido diferentes personas, y todos, todos, tienen el mismo perfil.
Dando con esto cumplimiento, a ese, tan bien aplicado refrán castellano: “El que no es agradecido. No es bien nacido”. DIARIO Bahía de Cádiz