CARTA AL DIRECTOR enviada por: Juan Cejudo, de Cádiz
Después de las investigaciones del historiador José A. Aparicio, que refleja perfectamente documentado en su libro ‘El amanecer de un Cádiz desolado’, queda claro que existió una gravísima responsabilidad de la Armada en el almacenamiento de las 1.565 minas submarinas y 596 cargas de profundidad en instalaciones que estaban en medio de la ciudad. Total: 2.161 entre los almacenes número 1 y 2.
Se ha demostrado que la causa de la explosión estuvo en unas bombas de procedencia alemanas, las WBD, cargadas con algodón pólvora y no con trilita. Nadie comprobó antes de su almacenamiento la composición de su carga explosiva, que estaba ya prohibida en todo el mundo desde antes de 1910.
De hecho, la Armada tres días después de la explosión, daría la orden a todos los barcos para que sólo quedaran las bombas que tuvieran trilita y se desembarcaran aquellas que tuvieran otro componente o se desconociera su composición.
Ocurrió la tragedia. Murieron 150 personas, entre 5.000 y 10.000 heridos y miles de casas destrozadas. Una tragedia para las familias afectadas y para la ciudad…
Pero hasta la fecha aquí nadie ha asumido ninguna responsabilidad, ni la Marina, ni el Estado español. Nadie ha pedido disculpas… ni se ha indemnizado a las víctimas ni de modo real ni de modo moral. Creo que va siendo hora de exigir responsabilidades y de alguna manera compensar a la ciudad y a las víctimas, aunque hayan pasado 72 años.
Concretamente, entiendo que se debe reivindicar lo siguiente:
– Desclasificar los documentos sobre la Explosión, que se encuentran en Madrid, para que los investigadores y estudiosos puedan accede a ellos y esclarecer lo que pasó.
– La Marina y el Estado deben pedir disculpas a las víctimas y a la ciudad de Cádiz, asumiendo su responsabilidad. Más, cuando después del informe del comandante Bescós, que sus superiores le encargaron, éste fue muy explícito al concluir en su informe en julio de 1943: “Estas consideraciones mueven al Jefe que suscribe a aconsejar el urgentísimo traslado del depósito de defensas submarinas que, en caso de voladura, originaría una catástrofe de carácter nacional. Mientras subsista, debe extremarse la vigilancia militar y naturalmente la técnica, dando las órdenes oportunas”. (José A. Aparicio, ‘El amanecer de un Cádiz desolado’). Además, Bescós ofrecía unos terrenos alternativos en el Berrueco (entre Chiclana y Medina) donde podrían ser llevadas todas esas bombas. No les hicieron ningún caso y ocurrió la tragedia, anunciada por él cuatro años antes.
– La Marina debería ceder a la ciudad al menos algunas de sus instalaciones en el actual Instituto Hidrográfico, para poder llevar allí el Museo Permanente de la Explosión y levantar un Mausoleo dedicado a las víctimas, donde estén expuestos todos los nombres y apellidos de los fallecidos. Un mausoleo digno, amplio (y no el modestísimo actual en la plaza de San Severiano), como se merecen las víctimas de una de las tragedias más importantes que ha habido en España después de la guerra civil y sin duda, la más importante que ha habido en la ciudad de Cádiz. En ese espacio debería haber otras instalaciones, como centro de documentación, hemeroteca, biblioteca sobre la Explosión, etc.
– El Ayuntamiento de Cádiz y también la Junta de Andalucía deben implicarse en estas reivindicaciones ante la Marina y el Estado Español. Esta es también nuestra memoria histórica y hay que seguir reivindicando la desclasificación de los documentos en Madrid y la cesión de la Marina de todo o parte de sus instalaciones para el Museo Permanente y para levantar allí un Mausoleo digno a las víctimas que así, al menos verían compensadas de alguna manera, la ignorancia y el ninguneo que les han tenido las autoridades hasta ahora y la falta de atención hacia ellas, pues nadie nos ha pedido disculpas.
No importa que hayan pasado 72 años para seguir revindicando estos derechos tan justos. Esta tragedia no puede quedar en el olvido. Mi padre no tenía que haber muerto por la imprudencia de una serie de organismos y de personas. Se ha demostrado que cuando se recepcionaron las bombas alemanas cargadas con algodón pólvora, no se cumplieron los protocolos obligatorios para recepcionarlas, sino que se almacenaron directamente sin más.
Por eso un año más sigo pidiendo justicia y no olvido. Y hacer de esta fecha una ocasión para que todos: instituciones y ciudadanos, reivindiquemos y exijamos nuestros derechos. DIARIO Bahía de Cádiz