Revolucionarias y sosegadas. Eruditas y populares. Alegres y agrias. Agresivas y suaves. Románticas y despechadas. Realistas y románticas. Vanguardistas y clásicas. Así son las letras y las músicas de Juan Carlos Aragón, contradictorias y a la vez coherentes. Un poeta irrepetible, no sólo por la calidad de sus letras, sino por las características de una figura y un escritor que tiene el sello más inconfundible de todo el Carnaval de Cádiz.
Sobre sus coplas estos días probablemente se ha escrito todo, desde su mordacidad al espíritu rebelde pasando por una ironía marcadísima. Sin embargo, el rasgo que más identifica al autor y que lo aleja de todo lo escuchado hasta la fecha es su relación directa con la Filosofía. En tantas y tantas letras nos dejó pequeños mensajes guardados haciendo referencia a la Filosofía que él enseñaba en los institutos de la provincia. Nuestra intención con este artículo es hacerle un homenaje al Juan Carlos Aragón filósofo, carnavalero y poeta.
Toda revolución comienza con la misma palabra, Educación. No obstante, sería ridículo encuadrar este concepto en la limitación, es decir, en la enseñanza de unas formas de comportarse en sociedad y en la memorización de unos contenidos concretos para la realización de un examen, exactamente todo lo contrario. La concepción de la Educación para Juan Carlos se basaba en la rebeldía, en una juventud que no se conformara con el mundo que le dejamos, en una juventud que se rebele y que no “prefiera meterse en las cofradías”. Para ilustrar ese pensamiento Juan Carlos escribió un pasodoble para la comparsa ‘La Guayabera’ (2016) en el que se describe a la educación como una “gran mentira”, el “castigo de la sociedad” o “la dormidera perfecta”. La intención es mostrar un sentido de la educación como “código de normas” que pretende que el mundo no cambie. Podemos hacer referencia a la crítica a la moral de Nietzsche, que coincide en entender ese “buen comportamiento” como una gran mentira. Además, el propio filósofo alemán alababa la capacidad del niño para vivir y ser feliz en su inocencia, al igual que lo hace Juan Carlos en este pasodoble. Para Juan Carlos el motor de la vida es la juventud, y hace numerosos llamamientos a esta, para que no sea un cero a la izquierda en la sociedad, que no sea pelele, que se rebele contra todo aquello que nos tiraniza. Uno de estos llamamientos es el pasodoble de ‘La Serenissima’ titulado como “Ay juventud”, en el cual se insta a los jóvenes a rebelarse “con los libros por delante” frente a mundo injusto y que “tomen el mando de la nave”, es decir, que vivan la vida con toda la intensidad posible.
Relacionado con esto último, su relación con el poder, con la autoridad, con el Estado, etc., era de oposición total, ya que veía el sistema político actual como incompleto e incompetente. Concretamente, su relación con el cuerpo policial y militar lo podemos calificar como complejo, como aparece reflejado en pasodobles como “No me gusta cómo sale usted a la calle” de ‘Los Príncipes’ (2011), en el que critica duramente el abuso de la fuerza y la autoridad por parte de la policía, o en el pasodoble de la chirigota ‘Los Yesterday’ (1998) como “Yo sé que la gente piensa”, una famosa letra de esta agrupación. En ésta se realiza una crítica ante el pensamiento colectivo de que un “hippie” es un “vividor”, un “flojo”, un “sinvergüenza”, frente a los crímenes que se ven en el mundo, y finaliza con la ya mítica frase “de sinvergüenza ni hablar, me da vergüenza ser un hombre”. Por último, con ‘Los Peregrinos’ (2017) el autor hace una enmienda a la totalidad a la democracia a través de una cita del filósofo griego Aristóteles. Éste afirmaba que la democracia (en su caso hablaba de “república”) supone un régimen virtuoso, sin embargo, corre el peligro de ser convertida en tiranía por el propio pueblo que elige a sus líderes. En su letra Juan Carlos reafirma esta idea pues “a la mayoría la gana cualquiera”, y no dejamos de ver “miserias y horrores”. Además, lo peor de este sistema para el autor gaditano, es que, a ese gobierno “tú le diste su poder”. “Es que la mayor desgracia es que de una democracia, llegue la tiranía”. Un auténtico tratado de Filosofía política aristotélica en música y letra.
Una de las principales preguntas que se hace la Filosofía es la siguiente: ¿somos libres? Aunque nuestro sentido común nos afirme que sí, se han escrito ríos de tinta para disertar sobre este asunto. Aquí podemos diferenciar dos tipos de letra, la que canta a la libertad en la vida, al disfrute de ella, a la vida más pura, esa que aparece reflejada en el primer pasodoble de semifinales de ‘Los Peregrinos’. En “De los siete días” se describe a la vida humana como la arrodillada frente a las leyes, tanto las divinas como las humanas (“que no hay dioses ni majestades que los pongan de rodillas”), y a la vida del animal, libre, sin esas ataduras humanas, “cual águila real, con toda la libertad repartida en tus alas”. La otra libertad a la que canta Aragón es a la libertad que lleva consigo el carnaval. No se puede entender esta fiesta sin poder decir exactamente lo que te dé la gana. Ésta puede ser la forma de entender de Juan Carlos, el cual lo ha aplicado en todas sus agrupaciones. En ‘Los Condenaos’ (2001), queda meridianamente claro en su presentación, “la libertad está pa algo, la libertad, los carnavales”. Y esperemos que aunque vengan “los nuevos puritanos”, Cádiz resista.
Una de las ramas de la Filosofía es la metafísica o la ontología. En ésta se pregunta sobre qué son las cosas y qué es el ser y sus respectivas propiedades. Probablemente sea una de las más complejas para el que no está familiarizado con ella, sin embargo, Juan Carlos trató este tema con extrema clarividencia. Durante sus años en comparsa trajo al Teatro una serie de pasodobles que se ocupaban de conceptos o ideas de objetos, como por ejemplo: el tiempo, la sonrisa, la calle o la cama. En metafísica las ideas tienen dos tipos de cualidades, las esenciales o las accidentales, Juan Carlos supo extraer de todos estos elementos sus propiedades esenciales y hacer unas maravillosas poesías con ellos.
Si hay un tema que Juan Carlos escribió recurrentemente es Dios, al igual que los filósofos desde que se comenzó a razonar en este mundo. La postura de Juan Carlos Aragón en este sentido se enmarcaría dentro de los filósofos que se han denominado por la historiografía de la Filosofía como “filósofos de la sospecha”, es decir, Marx y Nietzsche. Estos, cada uno con unas diferencias y matices importantes, afirman que la religión, todas en general, ha sido creada por el poder para “dominar” al pueblo. Además, la humanidad ha necesitado desde el inicio de los tiempos de algún ser extraterrenal para explicar todo aquello que nos sucede en la vida. Así pues, en ‘Noches de Bohemia’ (2010), en el pasodoble “De tanto preguntar por Dios”, se afirma clarísimamente que Dios no es más que una “palabra vacía”, a la que las personas recurren cuando lo necesitan, y aun así, cuando lo llaman, tampoco responde, pues lo único que tiene poder en el mundo es “el maldito dinero”. Sin embargo, en sus letras se percibe un respeto profundo por la figura de Jesús, en este caso, de la representación del Nazareno y todo lo que símbolo conlleva. A pesar de criticar duramente a la iglesia, por ejemplo en ‘El golfo de Cádiz’ (2005), la idea del autor de Cristo es la del revolucionario que se enfrentó al Estado. En el pasodoble de ‘Los ángeles caídos’ (2002), “El Nazareno greñúo”, el autor le pregunta al propio Nazareno sobre si le daría asco la hipocresía de este mundo.
En el pasado año 2019, en la comparsa ‘La Gaditaníssima’, en el segundo pasodoble de preliminares “Cuando supe que venías”, Juan Carlos hace referencia a uno de los conceptos clave de la filosofía nitzscheana, que es la lucha constante en el mundo entre “lo apolíneo” y “lo dionisiaco”. Según el filósofo alemán hay dos formas de vivir la vida, la apolínea, basada en el orden y la ley, y la dionisiaca, basada en el caos y el instinto. Juan Carlos hacía referencia a Sabina, como el poeta que defiende algo tan gaditano como la “doctrina de Dionisio” en Carnaval.
Ha comenzado el COAC 2020, siguiendo hacia adelante tras los fallecimientos de Juan Carlos Aragón y Manuel Santander, es justo y necesario poner de relieve la obra del comparsista desde el plano filosófico para valorar en su plenitud la obra de éste. DIARIO Bahía de Cádiz