Humildad, pundonor, orgullo, orden, trabajo, no rendirse nunca… Las señas de identidad de este Cádiz, que ha ilusionado en su regreso a Segunda, no deben caer en el olvido. Como premio a una enorme temporada se coló en los play off de ascenso a Primera y ahora queda apeado de esta lucha a un peldaño de la ‘final’. Los de amarillo, en 210 minutos, fueron mejores al Tenerife. En la ida en Carranza se ganó por la mínima con la sensación de que el resultado fue corto; y en la vuelta de este domingo en el Heliodoro Rodríguez, no fue peor que los locales, que marcaron el 1-0 para igualar la eliminatoria y poco más. Los de Cervera tuvieron ocasiones claras pero la pelota no quiso entrar. Nada que reprochar. Pasada la decepción del momento, habrá que celebrar que el objetivo del curso se cumplió, con creces.
Segundo asalto. El Getafe, tras superar al Huesca el sábado (5-2 global), esperaba en la eliminatoria decisiva de los play off a Primera al Tenerife o al Cádiz. El domingo (en el que se cumplían 11 años de aquel ascenso del Cádiz en Chapín), un Heliodoro Rodríguez López casi lleno (con unos 200 aficionados cadistas entre los más de 20.000 en las gradas), acogió la vuelta entre tinerfeños y gaditanos; intenso y ambientado choque en el que los segundos se plantaban con la mínima renta lograda en la ida de Carranza, 1-0, y, sobre todo, con confianza por las gratas sensaciones dejadas el pasado jueves. La idea seguía siendo la misma: cero presión y mucha ilusión, la de pasar esta ‘final’ para soñar con otra.
Y Álvaro Cervera insistió en el mismo once de la ida, dejando otra vez al goleador Ortuño en el banquillo de inicio: Cifuentes bajo palos; Carpio, Brian Olivan, Aridane y Sankaré en defensa; José Mari y Garrido en el centro del campo, con Aketxe de mediapunta; Salvi y Álvaro de extremos y Rubén Cruz en la delantera.
El Tenerife, que se seguía viendo como el favorito de la eliminatoria (ya con su peligroso Choco Lozano en el titular), comenzó con urgencias, pero se topó con un equipo verde (la equipación que recuerda el pendón de la provincia de Cádiz) tranquilo y bien posicionado. Y asustando, con remates de Aridane, Cruz y Aketxe. Se controlaba bien al rival, que no terminaba de atosigar, como era lo esperable.
Sin embargo, fueron pasando los minutos y algunos desajustes defensivos propiciaron que al Cádiz le entraran las dudas, y los insulares se aprovecharon de ello. Con mayor intensidad, y aunque no generaban ocasiones reales, casi la primera peligrosa, en el 33 terminó significando el 1-0: el japonés Gaku Shibasaki remataba con la derecha desde el centro del área por bajo, junto al palo izquierdo, culminando una jugada rápida.
Se sufrieron los peores momentos para los de Cervera, que tardaron minutos en volver a centrarse. Al menos se evitó el desastre. Ya algo recompuestos, Salvi, en el 41, pudo igualar el marcador, con una internada por la izquierda cuyo tiro sacó Dani Hernández. A ello se sumaba, antes del descanso, un posible penalti en el área local y la expulsión perdonada a Raúl Cámara.
La pelota comenzaba a rodar en la segunda mitad con el Tenerife seguro de sí mismo y el Cádiz demasiado a remolque, aunque pronto el vasco Aketxe remataba con cierta intención tras centro de Brian. Los de verde querían ir arriba, pero cuando los canarios apretaban un poco ponían en apuros a la defensa, principalmente asustaba la pareja Lozano-Amath.
Pasado el primer cuarto de hora, los de casa perdían fuelle y los gaditanos mostraban mejor cara, también arriba, con oportunidades de Garrido, Aketxe y Sankaré, que en la siguiente evitaba un mano a mano de Amath. Y Abdullah entraba al campo por Garrido, una apuesta ofensiva. El Cádiz no quería prórroga, y el encuentro se iba convirtiendo en un loco ida y vuelta, con los visitantes más asentados. En el 25, una internada del vasco tras una gran pared con el franco comorense, la remataba Rubén Cruz mal, alto.
El temor a recibir otro gol de los dos equipos inundaba de miedo la recta final, en la que Ortuño sustituía a Salvi a ocho minutos de la posible prórroga. No obstante, los hombres de Pep Martí sí acosaron en los últimos suspiros, pero no pudieron evitar esos treinta minutos más de partido añadido.
A LA PRÓRROGA
Tocaba ya fundirse, darlo todo por ese sueño, tan cerca y tan lejos: el Cádiz necesitaba un solo gol para poner contra las cuerdas al Tenerife (e incluso si recibía el 2-0), y el Tenerife se podía permitir el lujo de conservar el resultado, ya que jugaba con la ventaja clasificatoria (en caso de empate, pasa eliminatoria el mejor en la tabla, sin pasar por penaltis).
Y efectivamente, los chicharreros cedían la iniciativa al rival, y se ordenaban, lo que complicaba el ataque amarillo, que debían crear desde atrás ante once hombres metidos en su campo. No se encontraban huecos, crecía la desesperación, y Cervera recurría al último cambio: Aitor por Brian Oliván. Con doble saque de esquina y Alfredo Ortuño cabeceando pegado al larguero, se llegaba al ecuador.
Se prolongó el dominio total del equipo verde en el cuarto de hora definitivo, aunque no se concretaban ocasiones hasta el colofón, y los de casa se dedicaban ya a perder todo el tiempo del mundo. Ager Aketxe gozaba de su ocasión de falta, que casi entra por la escuadra. En el minuto 116, el murciano dentro del área pequeña no logra rematar ante Dani que para la pelota. El Tenerife sufría, y el Cádiz también, incapaz de cara a portería. Y a un minuto del pitido final, Alvarito casi hace ese gol ansiado aprovechando el saque rápido de una falta; su disparo cruzado se fue lamiendo el poste.
Se intentó, se sudó la camiseta como durante toda la temporada, y quizá se mereció más el pase a esa ‘final’ ante el Getafe: este Cádiz no es peor que el Tenerife, y a doble partido ha demostrado más que los canarios, pero esta liguilla es así, y ellos fueron cuartos y nosotros quintos. Y el reglamento es el que es.
Los gaditanos despiertan prematuramente de ese bonito sueño sobrevenido tras un curso, el de regreso a Segunda, que nadie podía ni imaginar el pasado mes de agosto: firmar un temporadón en la división de plata como recién ascendido y con un modesto equipo hecho para luchar por no bajar. Se peleó, con mucha dignidad, por subir a la elite.
Y la afición, triste, claro, pero sobretodo muy orgullosa de este equipo-equipo del gran Álvaro Cervera, quien sentenciaba tras este varapalo: “hemos sido mejores allí y aquí. Hay que levantarse”. Amén. DIARIO Bahía de Cádiz
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