JORNADA 25. El Cádiz volvió a la senda de la victoria, y al liderato provisional de Segunda, tras ganar por un raquítico 1-0 y en el último minuto a un animoso Rácing de Santander colista que siempre dio la cara, pese a quedarse con un jugador menos desde pronto.
Saltó el equipo amarillo al Carranza en la noche de este viernes luciendo una alineación en la que volvían jugadores importantes. Cervera colocó a la pareja Cala – Fali, y en el centro del campo el matrimonio Garrido – José Mari. Por delante, la novedad era la aparición de Alejo en la banda derecha, que estuvo horroroso como de costumbre, y la presencia de Nano Mesa en el centro del ataque.
El partido comenzó a la manera clásica. El Rácing, intentando jugar y mandar, y los locales esperaban y robaban, saliendo con rapidez y creando cierta incertidumbre en la zaga montañesa. Hasta el minuto 12, cuando la decoración cambió a patadas. Concretamente, la que Olartúa le propinó a Nano, que le dejó cojo de manera que tuvo que abandonar el verde entre sollozos y apoyado en los sanitarios del equipo. El jugador racingista fue expulsado (VAR mediante) por el colegiado, y los visitantes se quedaron en inferioridad.
El técnico recompuso la delantera sacando al Choco Lozano en sustitución del desafortunado jugador canario. Y los siguientes diez minutos fueron los mejores de los locales. Se podría decir, siendo benévolos, que en un par de centros, faltas laterales y balones parados pudo haberse adelantado, incluyendo un extraño remate de Lozano que dio en el poste. Pero en realidad, el dominio amarillo era suave, amable e inofensivo como un bebé koala.
Los visitantes se dieron cuenta y no tardaron en hacerse de nuevo con el balón, pese a estar con diez hombres. Con un par de jugadas de mucha calidad de Lombardo incluso lograron asustar bastante a la grada local. El Cádiz perdía balones de manera inexplicable, con fallos clamorosos en el pase, descordinaciones extrañas –Cala, en concreto, en las últimas jornadas está particularmente fallón en ocasiones puntuales- y un desconcertante entortamiento general.
Para tratar de soliviantar todo esto, Álvaro Cervera, con cara de Greta Thunberg, incluso decidió mover el banquillo antes de acabar el primer tiempo. Sacó del campo a Garrido, que estaba dubitativo como todos y además tenía una tarjeta amarilla, y puso a Salvi. Este cambio sostuvo un poco al equipo hasta el descanso, al tener el rival que preocuparse por un elemento más en el ataque cadista.
El Cádiz empezó la segunda más mandón. Se colocó Salvi por la izquierda y Perea por el centro del ataque, lo que dio más profundidad, aunque siempre de manera infructuosa, mientras Iván Alejo seguía por la derecha loca perdida como de costumbre, perdiendo balones, centrando mal y protestando hasta por el precio de las cocacolas en las cantinas del estadio. En estas, Perea tuvo el gol en su pie derecho en el minuto 56, lanzando fuera un disparo desde dentro del área fruto de un centro medio rebotado, pero tampoco obtenía mucho más la deslavazada insistencia amarilla. Incluso en el 62, un fallo apoteósico de Fali dejó a un delantero visitante casi frente a Cifuentes, pero el de Lebrija corrigió el error de su compañero.
Afortunadamente para todos, Cervera sacó a Alejo en el 63. Fue sustituido por Pombo, que demostró visión de juego pero poco acierto en el tiempo que se llevó en el campo. Salvi Sánchez tomó la derecha del ataque y, en realidad, la decoración no cambió mucho. Alberto Perea era el único que, con su calidad y sólo a veces, era capaz de poner en aprietos la defensa norteña. Hasta el 77 no volvió a acercarse el equipo local con algún peligro, tras un centro de Espino que acabó rematando el sanluqueño de manera inocua, y luego en el 83 fue un defensa recinguista el que remató en propia meta con peligro un centro del extremo.
El choque era un aburrido quiero y no puedo de los amarillos, que nunca fueron capaces de desequilibrar a la defensa del Rácing, que se limitaba a despejar plácidamente y observar como los de amarillo se iban desesperando paulatinamente. No demostraron ni velocidad, ni agresividad, ni presión, ni inteligencia ni originalidad ni nada. Únicamente un monótono tun tún de máquina poco engrasada.
Y entonces, cuando menos se esperaba, dentro de este marasmo de despropósitos, en el minuto 92 uno más de los centros defectuosos desde la izquierda es despejado malamente por la defensa visitante, y Juan Cala, que estaba en la frontal, engancha un fuerte disparo que se cuela por la derecha de Luca Zidane, dando la victoria a los locales en el último minuto.
Lo mejor de este partido es el resultado. Este Cádiz está metido en un profundo bache del que no ve cómo salir. Los rivales conocen bien sus debilidades, que son muchas, y las aprovechan. El equipo muestra una notable escasez de confianza, y anda por el campo desnortado. Cada uno hace la guerra por su cuenta y se ha perdido en gran medida la solidez defensiva que fue el secreto de los buenos resultados del comienzo de la liga. Estos tres puntos ante el colista de la categoría ayudarán a calmar la situación, pero Álvaro Cervera tiene mucho trabajo que hacer para volver a tener un equipo fiable. Empezando, quizás, por tratar de buscar alternativas a sus básicas ideas, que hasta ahora le han servido, pero que parece que están empezando a dejar de funcionar. A los jugadores no se les puede negar el esfuerzo que realizan, mas algo ocurre ahí que hace que las cosas no funcionen como deberían.
Aunque no debemos ser pesimistas del todo. Si jugando así vamos líderes, cuando juguemos bien que tiemble el Bayern Munich que vamos para allá. DIARIO Bahía de Cádiz