JORNADA 35. “Este partido sí podemos decir que es una final”. Restando cuatro duelos para finiquitar el curso 23/24, parece que para el impasible Mauricio Pellegrino este Cádiz empieza a jugarse la vida, cuando ya veía a ocho puntos al equipo que marca la permanencia, con doce en disputa. Los amarillos recibían el domingo en horario infame a un Getafe en tierra de nadie.
Un choque al que se llegaba con el aficionado muy desesperanzado, hastiado con la nefasta temporada de los suyos. De hecho, en la previa se llevaba a cabo una tensa protesta en los bajos de tribuna, convocada por Brigadas Amarillas y secundada por la plataforma Alma Cadista, en rechazo a la “gestión” del tándem Vizcaíno-Contreras: “¡el Cádiz no es un negocio!, ¡el Cádiz somos nosotros!”. Frente a ello, durante la semana, el propio presidente y los capitanes coincidían en mandar el mismo mensaje al cadismo: unidad y fe, que (matemáticamente) la salvación es posible.
Y en este contexto, el Cádiz salía de inicio con un once conformado por: Ledesma; Zaldua, Javi Hernández, Chust y Fali, en defensa; Alcaraz y Escalante, en el centro del campo; Sobrino y Robert Navarro, en los extremos; y arriba, Roger Martí y Chris Ramos. De nuevo, sorprendentemente, Juanmi esperando en el banquillo. “Tenemos que defender la posibilidad (de permanencia) hasta el último segundo, es nuestra obligación moral y profesional porque ya no hay tiempo”, insistía el entrenador argentino antes del duelo.
Con el volumen de la megafonía un poco más fuerte que de costumbre (que ya es decir), con la salida de los equipos al verde del Nuevo Mirandilla se evidenciaba ese ambiente caldeado, y no sólo por el solano de las dos de la tarde. Pitos y gritos de “¡¡Vizcaíno dimisión, vete pa Sevilla, no te queremos!!; ¡¡Contreras vete ya!!”, se trataban de amortiguar con el “me han dicho que el amarillo…” a toda caña sonando por los altavoces.
Un tímido cabezazo de Roger, en el minuto 3, que se iba por encima del larguero, levantaba los primeros aplausos entre los alrededor de 18.000 aficionados en la grada, que no sabían si animar, protestar y chillar o callar. Ello se contagiaba en una primera fase de partido sin pies ni cabeza. Y en el 12, de nuevo un activo Roger Martí, probaba desde lejos sin fortuna. Cinco después era Escalante el que disparaba sin convicción culminando otra embarullada acción. Y en la siguiente, Roger se quedaba solo ante David Soria, y la estrellaba contra el cuerpo del portero.
Los de casa empezaban a merodear una y otra vez, a trompicones, el área del Getafe ante la renuncia a jugar de los madrileños, más tiempo tirados/caídos en el suelo que con la pelota en los pies. En el 28, Chris Ramos gozaba de una buena oportunidad, repelida por el guardameta. Y en el 33, el árbitro ni lo dudaba en pitar penalti por un manotazo de Djené sobre el delantero gaditano, y Rubén Alcaraz no fallaba desde los once metros.
Se hacía justicia al menos a la insistencia local, frente a la inoperancia de los hombres de Bordalás. A partir del gol, el rival sí pasaba a dominar el encuentro, aunque de forma estéril: Conan Ledesma se mantenía casi como mero espectador. Los seis minutos de descuento sólo alargaron este ¿espectáculo digno de Primera?
UNA SEGUNDA MITAD TODAVÍA MÁS MALA
Un trallazo de Alcaraz, alto, despertaba la segunda mitad, que arrancaba como acabó el primer periodo, con el Getafe intentando maquillar su actitud ausente e indolente. Pero no mucho. Los de amarillo, incomprensiblemente echados atrás, se aprovechaban de esas nulas ganas de competir, y de tanto en tanto se venían arriba: en el 57, casi desde medio campo lo intentaba Javi Hernández a balón parado. Mientras en la grada se alternaban los ratos de silencio y murmullos, con los de animación y los gritos contra el palco.
Pasado el minuto 60 llegaron los primeros cambios por parte de Pellegrino: daba entrada a Iza, Alejo y Juanmi por Zaldua, Sobrino y Roger Martí. Y Milla asustaba con un disparo colocado que se iba fuera por muy poco. Chris Ramos, muerto, era a su vez sustituido por Maxi Gómez, que era saludado con una notable pitada y cánticos irónicos…, “¡vaaamos Maxi mete un gooool!”. A estas alturas de temporada, el uruguayo continúa sin estrenarse.
El encuentro seguía disputándose el triste honor de ser uno de los más infumables de la presente campaña de LaLiga, y para más inri, en el 74, antes de una nueva pausa de hidratación (¿con 22 grados?), el Geta marcaba el empate, anulado al instante por fuera de juego. Ya metidos en los últimos diez minutos, Lucas Pires entraba por Robert Navarro, y tanto en la grada como abajo, solo se palpaban las ganas de que acabara cuanto antes este esperpento, a ser posible sin alteraciones en el marcador.
Otros seis minutos de tiempo extra, seis minutos más de anti-fútbol con dosis de sufrimiento, y marrullería estando el Getafe en el potaje. Y Conan se jugaba el tipo casi en la última acción para salvar una pelota, y quedaba medio conmocionado.
Tres puntos que llegan muy tarde y que servirán de poco si Rayo y Celta también ganan sus compromisos. Tres puntos que alargan la vida (matemática), pero… Algún cantico cohibido de “¡sí se puede, sí se puede!” desde parte de la grada despedía al equipo, ya en la sobremesa, con más hambre que esperanzas reales.
“El equipo ha mostrado entereza mental, hemos hecho una buena primera parte, y sufrimos al final. Es lógico ese paso atrás en la segunda mitad”, valoraba tras el duelo el técnico argentino en rueda de prensa, en que la que insistía en que “el equipo tiene que hablar corriendo, compitiendo, tenemos que pelear hasta el final, como todo deportista”. Además, Pellegrino reconocía el “ambiente difícil” vivido este domingo en el Nuevo Mirandilla con la propia afición: “es entendible, pero el enojo no nos va a ayudar a ser mejores. Seremos más fuertes si estamos unidos”, sentenciaba. DIARIO Bahía de Cádiz