Hablar del mundo del cómic es hablar de autores, de guionistas, dibujantes, entintadores, coloristas; es hablar de editores y editoriales; de libreros y distribuidores; de divulgadores y estudiosos del comic en la cultura popular; y en los últimos años, es también hablar de cine y series de televisión. Pero la pieza clave sobre la que se sustenta el mundillo del cómic, es el aficionado. Sin el aficionado, el fan, el lector, el coleccionista, no habría industria del cómic, como no la habría de la música, el cine, el teatro, o la danza, sin su público.
Y esta exposición trata de eso, del cómic, visto a través de la colección de un lector y coleccionista, de un aficionado, llamado Diego Baro Cosano. Aunque la vinculación de Diego con el mundo del cómic va más allá de la habitual para el lector medio.
El pasado 5 de julio, la Universidad de Cádiz (de las pocas universidades que cuentan con una colección específica de cómic en su biblioteca universitaria) inauguraba ‘El universo extraordinario del cómic. La colección de Diego Baro Cosano’, en la Facultad de Filosofía y Letras; muestra que estará abierta al público hasta el próximo 15 de octubre.
En ella se recoge una pequeña muestra de los miles de cómics que componían la colección personal de Diego Baro Cosano, fallecido por Covid el 23 de marzo de 2020, apenas empezado el confinamiento, a los 51 años de edad. Dicha donación ha sido realizada por su madre, Carmen Cosano, y al acto de presentación de la exposición acudieron el vicerrector de Cultura de la UCA, Jacinto Porroy el director de Biblioteca y Archivo, Jesús Fernández, quienes agradecieron a Carmen la donación. La colección incluye cómics norteamericanos que van desde los años 60 hasta la actualidad, cómic español y europeo, manga japonés, y numerosos ejemplares firmados y/o dedicados por los mismos autores.
PERO, ¿QUIÉN FUE DIEGO BARO COSANO?
Diego fue librero, dueño en la capital gaditana de la mítica tienda de cómics Arkham Comic, que empezó llamándose Elektra Comic, a principios de los años 90, en la calle Feduchy. Allí no solo vendió cómics, manga, juegos de rol, libros de fantasía y juegos de cartas, sino que fue el mentor de toda una nueva generación de lectores adolescentes que hoy peinan canas.
Tras el cierre de la tienda, siguió vinculado al mundo del cómic de diversas maneras. Fue traductor de la edición USA de la revista especializada en cómics Wizard, además de traducir libros para la editorial La Factoría de Ideas; fue divulgador, impartiendo cursos de introducción al manga, al cómic y a la creación de superhéroes para el Plan Dinamo de la Junta de Andalucía por toda la provincia; desde 2013 hasta su fallecimiento fue subdirector del Salón Manga de Jerez, donde realizó una enorme labor de promoción de autores noveles comisariando exposiciones y dirigiendo el Callejón del Artista, e intentando acercar el mundo del cómic y el manga al público, con invitados de primer nivel, como Carlos Pacheco, Pasqual Ferry, Mikel Janin, Aurora García y Diana Fernández de Studio Kôsen, entre otros; y finalmente, en 2018, sin abandonar su labor en el Salón Manga jerezano, volvería a sus orígenes de librero con su tienda Freakonomicon.
Pero sobre todo Diego fue un aficionado y un amante del mundo del cómic. Habitual en cualquier evento, presentación, firmas de autores o charla sobre cómics, era extraño no verlo asistir a las Tardes de Cómics de la Casa de la Juventud de Cádiz, o a eventos como Carmona en Viñetas, el Mangafest de Sevilla, la Heroes Comic Con de Madrid o el Salón del Cómic de Barcelona. Allí conocería a muchos autores, divulgadores, organizadores, pero sobre todo a otros aficionados de toda España.
Diego falleció de Covid apenas unos días después de empezar el confinamiento por la pandemia, y la terrible noticia se extendió como la pólvora por las redes sociales, en las que era persona activa y muy querida. En medio del estupor, la sorpresa y la incredulidad, cientos de personas, literalmente, entre amigos, clientes y gente del mundillo del cómic, dieron muestras de dolor, amistad y respeto, dejando patente el tremendo impacto que había causado la noticia de su fallecimiento y la enorme huella que había dejado entre los que los conocieron, tanto en persona como virtualmente.
Diego era una persona vital, que amaba pasar tiempo con sus amigos, la música, la cocina (sus platos de cocina india y oriental eran un deleite), el cine. Su voz grave y envolvente, su enorme carisma, su vasta cultura, su sentido del humor afilado y su risa contagiosa todavía siguen nítidos en el recuerdo de los que lo conocieron.
Y por eso esta es una exposición sobre cómics, sobre la colección de un aficionado, pero sobre todo, sobre una persona excepcional y su amor a los cómics. DIARIO Bahía de Cádiz