El Carranza recibió el domingo a La Hoya Lorca, con el Cádiz de nuevo obligado a ganar, tras un inicio liguero regular y la primera derrota de la pasada semana, y con Calderón cuestionado, aunque parece que no por parte de los que mandan. Pese al monólogo y las urgencias de la primera mitad, costó abrir el marcador ante un rival encerrado, la ansiedad y la presión de pitos impacientes desde la grada. Ya tras el descanso, con los de rosa más abiertos, los de casa jugaron algo más cómodos y ofrecieron mejor imagen con espacios. Un 2-0 final que amaina de momento el temporal. Pero no desaparecen los nubarrones.
El Ramón de Carranza, presumiendo de un estado del césped envidiable, y entre pitos y aplausos, recibió en la tarde del domingo a La Hoya Lorca, con el Cádiz de nuevo obligado a ganar sí o sí, tras un inicio liguero regular y la primera derrota sufrida la pasada semana en Murcia, y con Antonio Calderón cuestionado muchos aficionados, aunque parece que no por parte de los que mandan en el club.
Con toda la artillería sobre el campo -Jona arriba y Airam un poco más retrasado, Villar y Migue García por las bandas, y Garrido y Navarrete en la media- los de amarillo afrontaban este choque con ansiedad y la presión de ofrecer a los suyos –más de 7.000 personas en las gradas- antes que nada, el triunfo seis jornadas después; pero además, transmitir la sensación de que el potencial de la plantilla que se vende desde pretemporada empieza a ser una realidad, y se juega de una vez a algo identificable.
Pasados unos primeros minutos de tanteo, el Cádiz tomó el control de la pelota, y evidenciaba necesidades y urgencias por llegar arriba, pero no había fluidez, ante un conjunto rosa chicle –color de moda en el fútbol español, por lo que se ve- metido en su campo sin contemplaciones y sin muchas pretensiones de ‘conocer’ a Aulestia. De lejos lo intentaba Muñiz sobre el minuto 20. Por parte local, Migue y Óscar Rubio protagonizaron los escasos tiros a portería, pese a merodearse el área de Raúl Moreno una y otra vez.
La grada se impacientaba… y llegaba una doble oportunidad cuando el reloj marcaba el minuto 30: tras una buena jugada, Airam terminaba dejándole el balón a Navarrete, que se dio contra el portero, y entre rechaces, Villar tampoco estuvo afortunado. Curiosamente, este susto animó a La Hoya, que se liberó durante un tiempo del medio-acoso de los de casa. Entretanto, Airam Cabrera lo intentaba con un inocente cabezazo.
Y cuando peor lo pasaban los de Calderón, perdidos sobre el terreno de juego, con los lorquinos mareando la pelota, y la pitada impaciente más presente, al fin se tuvo la suerte de cara, y Jona marcaba el 1-0, no sin problemas, en el minuto 41. Un tanto que debía tranquilizar a todos, pero no… la grada despedía a los suyos camino del vestuario, en el descanso, con más desaprobación que aplausos.
Sin brillo comenzaba igualmente la segunda mitad, y con Villar ganándose la primera tarjeta amarilla del choque por, al parecer, simular otro penalti. Sin embargo, el mismo onubense, diez minutos después, se fabricaba el 2-0, aprovechándose de un rival que comenzaba a abrirse en busca de la igualada.
Los de amarillo se mostraban ahora más cómodos, y peligrosos, jugando a la contra. Y La Hoya no terminaba de inquietar a la defensa amarilla. De hecho, el meta vasco apenas tuvo faena. Y poco a poco, entre bostezos, se certificaba esta segunda victoria de la presente temporada, en siete jornadas. Tres puntos muy necesarios para calmar los ánimos de todos. Y cambiar la dinámica de resultados mediocres. Aunque el juego del equipo sigue generando dudas en cuanto a su potencial ofensivo, mucho mayor sobre el papel que en la realidad, hasta ahora. El domingo que viene, en Melilla, toca confirmar que se puede confiar en este Cádiz y en su margen de mejora. DIARIO Bahía de Cádiz