JORNADA 4. Una vez superado el parón de selecciones, “trabajado y analizado” el varapalo in extremis ante el Osasuna “para que no vuelva a pasar”, a decir de Álvaro Cervera, el Cádiz retomaba la competición de nuevo como local y recibiendo a una peligrosa Real Sociedad.
Un equipo amarillo, con la plantilla con menos valor de mercado de toda Primera división (ni 48 millones de euros en total, según los cálculos de Transfermarkt), que acaba de cumplir los 111 años de historia, y qué mejor que celebrarlo estrenando el casillero de victorias del presente curso… mas la fiesta se aguó.
Con algo más de aforo permitido (frente al coronavirus) en el Nuevo Mirandilla (hasta el 60% del graderío, cerca de 12.000 aficionados), y varios cambios en el once: primera oportunidad de la temporada para la dupla Juan Cala-Marcos Mauro en el eje de la defensa, pasando Fali al centro del campo junto a Jonsson, y Álex Fernández más adelantado y escorado a la izquierda. De laterales, Iza y Pacha; de extremo diestro Salvi; y los más adelantados, Negredo y el deseado por el entrenador, el polivalente Rubén Sobrino, fichaje en la recta final del mercado; y claro, en la portería Conan Ledesma.
Una contra en la que Sobrino se embotaba de pelota animaba los inicios de una primera mitad con el conjunto donostiarra dueño y señor de la pelota, tratando de encontrar huecos y errores en el muro cerveristas: Oyarzabal daba el primero sustillo en el 13, mandándola al lateral de la red; poco antes un disparo con intenciones de David Silva lo desviaba Mauro a córner.
Con el guion sin apenas cambios (el Cádiz demasiado embotellado atrás y mandando pelotazos arriba cuando podía), los gaditanos levantaban a la grada en el 24 a raíz de un saque de esquina con taconazo de Fali incluido y disparo de Espino, y el balón estrellándose en el travesaño al tratar de despejarla un jugador realista. Dos minutos después, la misma afición sufría hasta el extremo una eterna jugada rival dentro del área con uno y otro pasándose la pelota, sin encontrar una opción clara entre piernas y rechaces.
La intensidad a ratos del primer tiempo iba desvaneciéndose en el tramo final, volviéndose el choque más denso y farragoso. Y ya sólo quedaba por contar una falta botada por Isak, que golpeaba en la barrera y el mismo sueco se hacía con el rebote y se inventaba un disparo que se iba fuera por poco.
Con espejismo se reiniciaba la partida, un disparo de Salvi Sánchez que entorpecía el delantero vallecano. La posesión como antes del ecuador, corría casi exclusivamente del lado de la Real, y la sensación de peligro también, aunque, paradójicamente, sin apenas probar los reflejos de Ledesma.
Antes del minuto 60, Cervera insuflaba aire al centro del campo y arriba, dando entrada a Álvaro Jiménez, Alarcón y Osmajic por Álex, Jonsson y Negredo. Y los hombres de Imanol Aguacil seguían llegando hasta la cocina pero sin tirar entre los tres palos: hasta el 69 no se sucedía el primer disparo, de Mikel Oyarzabal, sin problemas para el meta argentino.
Dos minutos después el mismo protagonista, de cabeza, sí batía a Conan. Un 0-1 en el marcador lógico y esperable. Tocaba comprobar si los gaditanos mostraban alguna reacción en ataque sobre el verde ante los vascos, que tras tanto intentarlo ya se veían con los deberes hechos, y les bastaba y sobraba con sobar la pelota y no perderla.
Y para colmo, en el 82, el árbitro veía penalti (él, y medio mundo) del lebrijano sobre Sorloth, lo expulsaba al señalarle la segunda amarilla, y Oyarzabal hacía el segundo de la tarde. Martín Calderón reemplazaba a Iza para lo que restaba.
El Cádiz se dio por vencido antes de tiempo, con uno menos y los visitantes ya se dedicaron a esperar el pitido final, agradecidos por la ovación que se llevó Silva al ser sustituido. Entre tímidos pitos y aplausos despedía la grada a los de amarillo, con rostros de abatimiento. Y todo el cadismo asumiendo que la permanencia no será tan fácil como pareció en la rara temporada pasada, la del ascenso.
“No hemos hecho nada, han sido mejores en todo. Las sensaciones son muy malas”. Eran las contundentes palabras de Cervera en rueda de prensa tras el partido, resumiendo lo visto en el campo por todos, sin paños calientes. “Me preocupa que todos los equipos no dominan con una facilidad tremenda. Y cada vez robamos menos y generamos menos”, reflexionaba, antes se sentenciar que lo de este domingo “ha sido un tortazo fuerte, no he visto ninguna reacción tras lo de Osasuna”. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway