La Guardia Civil ha investigado en la ciudad de Cádiz a cuatro ciudadanos de origen asiático por almacenar y comercializar desde un restaurante, caballitos de mar y pepinos de mar (holoturias). Se les imputa un delito contra la flora y fauna, por comercializar una especie protegida por el convenio sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestre, el convenio CITES. En Asía se atribuye a estos especímenes propiedades tanto curativas como afrodisíacas.
Almacenaban en la trastienda de un restaurante de comida china más de 340 kilos de los también conocidos como ‘carajos de mar’ y 300 caballitos de mar, todo ello ya deshidratado, por lo que habría que multiplicar por diez el peso de las capturas obtenidas de manera ilícita, teniendo cajas preparadas para su envío a distintos establecimientos ubicados tanto en España como en Italia.
La actuación realizada por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) se produjo como respuesta a las capturas masivas y comercio ilícito que se está produciendo en las costas gaditanas sobre este espécimen autóctono, y de vital importancia para el equilibrio de los ecosistemas marinos.
Ante las fundadas sospechas de que los responsables de este restaurante podrían estar comprando a pescadores furtivos de estas especies, grandes cantidades de ejemplares, se organizó un dispositivo que permitió conocer que incluso se estarían realizando envíos a distintos establecimientos regentados por ciudadanos de la comunidad asiática.
Nada más comenzar la inspección, se relata desde la Benemérita en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, los agentes encontraron en el almacén del establecimiento una veintena de cajas “de considerables dimensiones” en las que se almacenaban miles de ejemplares de holoturias, ya deshidratados, así como “numerosas” bolsas conteniendo cientos de caballitos de mar, de todos los tamaños y en el mismo estado. De la misma forma se localizaron diversas cajas de dimensiones más reducidas, listas para su envío a través de paquetería exprés a Madrid, Soria, Asturias y Liguria (Italia).
Ante la gran cantidad de pepinos de mar que se almacenaban, se procedió a un primer pesaje, alcanzando más de 340 kilogramos, teniendo que considerar que su peso debería estar multiplicado por diez según manifestaron expertos de Inspección Pesquera de la Junta de Andalucía, y sumando finalmente más de 18.000 ejemplares.
Tras proceder a contabilizar el número de caballitos de mar, se llegó a un total de 293 especímenes desecados, pertenecientes a la especie Hippocampus ravulosus. En este punto, todas las especies de Hippocampus se encuentran incluidas en el Apéndice II del Convenio CITES, y que desde 2013 estas especies figuran en la lista roja de especies amenazadas de la Internacional Union for Conservation or Natrue ans Natural Resources.
Los guardias civiles levantaron acta, quedando a la espera de los análisis del Centro de Investigaciones y Estudios Marinos, en El Puerto de Santa María y dependiente de la Junta, que determinaría de que especie de hipocampo se trataba, “aunque todas ellas se encuentran protegidas”.
Tras recibir ese informe, y visto que pertenecían a la especie, se procedió a la investigación de los responsables del establecimiento como presuntos autores de un delito contra la flora y fauna, por comercializar una especie protegida y cuya población en Cádiz, debido al furtivismo, está casi esquilmada. Por parte de los pepinos de mar, su captura furtiva y con fines comerciales está totalmente prohibida, considerándose un delito contra la flora, la fauna y el medio marino tales prácticas, ya que se pone en serio riesgo el equilibrio del medio marino al realizar este espécimen una función de limpieza y depuración de las aguas fundamental para la calidad de las mismas.
Las diligencias policiales junto con los investigados y efectos intervenidos fueron puestas a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de guardia de Cádiz y de la Fiscalía de medio ambiente.