Las secciones sindicales de Autonomía Obrera y CGT en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz han lamentado la supresión de la sala de duelos de familiares de pacientes paliativos en la octava planta para sustituirla por un despacho/dormitorio de las supervisiones generales.
“Aunque nadie aún se atreva a reconocerlo públicamente, es obvio que nos estamos adentrando peligrosamente en un modelo de gestión autoritario y personalista que resulta urgente corregir”, afirman ambos sindicatos, que reclaman a la gerencia del Puerta del Mar “la inmediata reposición de la sala de duelos donde estaba hasta hace unas semanas”; “la supresión del despacho/dormitorio de las supervisiones generales, retornando éstas al área de dirección de enfermería que siempre ha ocupado históricamente”; y sobre todo, se pide que “ponga freno al alocado modelo de gestión que se está implantando, caracterizado por las decisiones precipitadas, irreflexivas y adoptadas sin escuchar las opiniones de todos los sectores implicados”.
CGT y AO detallan su denuncia en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz. Apuntan que en las jornadas de mañana la gestión directa de todo el personal de enfermería del hospital gaditano corre a cargo de los distintos supervisores de unidad (unas 30), sin embargo, por la tarde, noche y fines de semana esa tarea recae directamente sobre las denominadas supervisiones generales.
A tal efecto, el Puerta del Mar cuenta con cuatro supervisores generales que realizan jornada continuada de tarde y noche (es decir, de las tres de la tarde a las ocho de la mañana) y de veinticuatro horas en sábados o domingos, trabajando un día de cada cuatro, de forma que, por cada jornada de trabajo, disponen después de tres días continuados de descanso.
“Teóricamente, ningún trabajador de enfermería que en su turno habitual haga jornadas de noche tienen reconocido el derecho a disponer de cama para poder dormir, porque se entiende lógicamente que la jornada laboral de noche es para trabajar y que el tiempo destinado al descanso lo ocuparán las jornadas libres que todos tenemos a continuación” se sostiene.
Pero, se añade, “cuando en nuestro hospital (y por mor de los cierres permanentes de controles) comenzó a extenderse el hábito de aprovechar las habitaciones ‘robadas’ a pacientes para instalar todo tipo de despachos, salas de reuniones o almacenes varios, nuestras supervisiones generales (que hasta entonces utilizaban el área de dirección en planta baja) aprovecharon el momento para ocupar (con la complicidad de sus superiores) una habitación ubicada en el control central de la séptima planta de pediatría, vaciado totalmente de pacientes a raíz de la moda implantada por dirección de reducir al mínimo los ingresos pediátricos”.
Allí, en una de esas habitaciones inutilizadas (y junto a otras que pasaron a usarse como despachos, dormitorios o almacenes) “montaron las supervisiones generales su propio espacio personal, dotado de amplia mesa, sillón reclinable, armarios, taquillas, una pequeña nevera y, por supuesto, una cama en la que poder echar una cabezadita de vez en cuando”.
LAS OBRAS EN PEDIATRÍA HAN OBLIGADO A BUSCAR OTRO SITIO
Sin embargo, y a causa de las obras previstas en Pediatría, a mediados de este verano se planteó la necesidad de evacuar ese despacho/dormitorio. CGT y AO afirman que “para cualquier gestor mínimamente coherente, se trataba de una oportunidad única para suprimir de forma definitiva un espacio a todas luces innecesario; pero, por desgracia, a nuestra nueva gerencia, como a las anteriores, no parece agradarle tocar los privilegios de sus correligionarios, así que, en lugar de eliminarlo, optó por conservarlo, pero trasladándolo a otro lugar”.
El problema que se planteó entonces fue dónde ubicar ese despacho/dormitorio de las supervisiones en un hospital donde todo está prácticamente ocupado, “aunque no utilizado de forma racional”. Estos sindicatos señalan que “se podría haber reubicado en cualquier otro de los múltiples chiringuitos que tanto abundan por el resto del centro (despachos de cargos intermedios que apenas se usan, habitaciones de reuniones que jamás se convocan, etc.) o, incluso, se le podría haber trasladado a la décima planta, donde aún subsisten una veintena de dormitorios individuales de personal médico, todos del mismo tamaño que una habitación de pacientes”.
No obstante, “cualquiera de esas decisiones habría supuesto tener que tocar otros privilegios de importantes sectores de nuestro hospital, así que nuestra dirección acabó decantándose por una alternativa ‘menos conflictiva’, que vino a ser, nada menos, que la de trasladar el despacho/dormitorio de las supervisiones generales a la sala de duelos de familiares de pacientes paliativos en la octava planta; sala que en algunas ocasiones se ha presentado a la prensa como un importante espacio de humanización de la atención paliativa y en la que, para colmo, hace menos de dos meses se instalaron siete sillones nuevos para uso de los acompañantes en ese duro”. Butacas que estos sindicatos han localizado “arrumbadas” en el almacén general de la planta sótano “a la espera de mejores tiempos”.
“En nuestro hospital sigue siendo más fácil cercenar los derechos de usuarios y trabajadores, que tocar los privilegios de quienes más poder detentan en el centro”, se sentencia.