JORNADA 37. Penúltima jornada de LaLiga Santander -con horario unificado-, última en el todavía Ramón de Carranza, en una tarde de domingo cuasi veraniega. Una agridulce despedida del Cádiz en casa de la campaña del retorno a Primera y de una salvación increíblemente holgada, pero sin afición en las gradas, sin el calor del cadismo. Un choque de puro trámite para los de Cervera, no para el rival, un Elche -compañero de ascenso- metido de lleno en zona peligrosa, y aún ganando muy cerca de volver a la división de plata.
Pese a la intrascendencia, los gaditanos asumían el encuentro con la obligación moral de competir; “me gusta competir y me enfada cuando se pierde sin hacerlo”, dejaba dicho el técnico en la previa. La teoría es una cosa, y la práctica, otra.
En la convocatoria, hasta cinco canteranos, y en el once, uno de ellos, Álex Martín, en el lateral derecho. Además, en defensa, Pacha Espino, Fali y Marcos Mauro; por delante, Jonsson y José Mari; en los extremos, Iván Alejo y Malbasic; y arriba, Choco Lozano y Saponjic, de quien en los últimos días se ha conocido que más que nada está participando ahora que no hay nada en juego por motivo económicos: que la cesión del Atlético de Madrid no salga muy gravosa. Y en la portería, como reconocimiento a su paciencia, el suplente David Gil.
Con un cabeceo al larguero de Pere Milla, en el minuto 2, avisaba pronto el conjunto ilicitano de sus urgencias, frente a un Cádiz algo sesteante. Y el electrónico no marcaba ni el 4, y Piatti tenía otra buena ocasión, un mano a mano abortado por David Gil. La tensión en un lado y la relajación en el otro lado era más que palpable en el ambiente.
En el 7, replicaban los locales con un tímido disparo de Saponjic; y en el 11, era Alejo el que chupaba y al menos lograba un córner a favor… que, cosas del impertinente VAR, se convirtió minutos después en penalti ante el asombro generalizado, al estrellarse el balón en las manos del defensor. Y José Mari no fallaba desde los once metros. Corría el minuto 15, y el panorama se ponía más negro para los franjiverdes, en ese momento, con los dos pies en Segunda división.
Se notó el bajón del Elche tras el mazazo del gol, y le costó volver a generar peligro, hasta que en el 38, Milla estaba a punto de enganchar una asistencia, que podría haber significado el empate; mientras los de casa encadenaban de tanto en tanto alguna contra, sin concretar. Con un disparo de Malbasic al lateral de la red prácticamente se ponía el lacito al primer periodo.
Con un remate con intenciones de Boyé se reiniciaba la partida. El Elche se veía en la obligación de irse arriba, sin contemplaciones, y en el 48 empataba, con tanto del activo Pere Milla… un 1-1 que duraba unos minutos apenas en los marcadores, ya que intervenía el VAR y anulaba el gol por fuera de juego en la acción. Vaya tarde le estaba dando el dichoso videoarbitraje a los alicantinos. Diez minutos después, el mismo protagonista en jugada personal, volvía a marcar el más que justo empate, fruto del ímpetu visitante y de la inoperancia gaditana.
Cervera retiraba a Espino y Jonsson y daba entrada a Jairo y Alcalá, con lo que el multiusos Fali pasaba a acompañar al roteño en la media. Y en el minuto 64, se ponían ya por delante los hombres de Fran Escribá, con gol firmado por el chiclanero Diego González, recogiendo un disparo previo que se estrellaba en la madera.
Tras la remontada, el partido entraba en una fase de nervios por parte del Elche, que, todavía en zona de descenso, se veía con posibilidades al conocer que el Huesca perdía en el Villamarín. Y volvía a moverse el banquillo cadista, con un triple cambio: José Mari, Alejo y Sapo se iban y entraban Augusto Fernández, Sobrino y Negredo. Los de Cervera daban un pasito tímido adelante ante el miedo visitante; y en una contra casi sube el 1-3, en un potente trallazo al palo de Carrillo. En el 88, ese tercer tanto sí se hizo realidad, bien anotado por Fidel ante un Cádiz de paseo, ejerciendo de buen anfitrión. Pero lo de competir, competir…
“He visto que sin intensidad y sin las cosas muy masticadas somos totalmente vulnerables; el Elche nos ha podido meter 6 ó 7 goles y nosotros hemos metido un penalti. Sobre esa conclusión hay que seguir trabajando. Se puede perder porque es normal, pero lo que veo me gusta poco”, terminaba reflexionando el entrenador en rueda de prensa, lamentando esa ausencia de competitividad y el “cambio tan abismal”.
Y todavía queda un partido, ante el Levante, para rematar este anodino final de competición intrascendente en lo clasificatorio, que también es verdad, ya lo quisieran el mismo Elche, Éibar (ya descendido matemáticamente), Valladolid o Huesca. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway