JORNADA 24. “El equipo ha sabido sufrir, estar ordenado y ganar un partido que se había puesto difícil ante un rival buenísimo”. Es la feliz valoración de Gaizka Garitano del choque que cerraba la jornada de Segunda en la noche del lunes en el Nuevo Mirandilla. El Cádiz buscaba encadenar su segunda victoria consecutiva ante un Mirandés en la zona alta de la tabla, y pudo festejar un 3-1 tras ponerse pronto por delante en el marcador y jugar prácticamente todo el segundo tiempo con uno menos.
Ya sin el lastre de Alarcón y Kouamé y a la espera de algún refuerzo invernal más, los de amarillo salían de inicio con David Gil en portería, Iza, Mario Climent, Chust y Kovacevic, en defensa; Alcaraz y Diakité en el centro del campo; y arriba Sobrino, Ontiveros, Brian Ocampo, y Carlos Fernández en la delantera.
Desde el pitazo inicial, y ante unas 12.000 personas en la grada (ni el lunes es día de fútbol ni el mal tiempo hasta la tarde ayudó), el Cádiz demostró que quería imponer condiciones en casa. En el minuto 5, la primera alegría llegaba para los gaditanos gracias a otro golazo de Climent, su segundo tanto en su segunda titularidad. Aprovechó una dejada de Carlos Fernández para clavar un zurdazo directo a la escuadra derecha.
El partido estaba vivo y entretenido y ya pudo llegar el empate en el 20: Moussa Diakité cometía penalti por manos dentro del área, pero David Gil se vestía de héroe y le paraba la pena máxima a Panichelli.
Los de Garitano salían reforzados de esta acción y antes del minuto 30 marcaban el 2-0, un cabeceo de Rubén Sobrino, tras centro medido de Ontiveros. El Nuevo Mirandilla no se terminaba de creer esta eficacia arriba de los suyos. Poco después incluso Carlos Fernández estaba cerca del tercero.
Los de Miranda de Ebro, sin embargo, no se rindieron y consiguieron acortar distancias antes del descanso. En el minuto 44, Joaquín Panichelli redimió su error desde los once metros con un remate certero tras un córner que puso el 2-1 en el electrónico.
CON DIEZ Y A SUDAR LA CAMISETA
La segunda mitad arrancó con un giro inesperado. Diakité veía la cartulina roja en el minuto 49 por una entrada sin mala fe pero peligrosa, dejando al Cádiz con diez hombres. No fue la mejor noche del de Mali, que se retiraba del verde entre lágrimas. Al tiempo, el técnico vasco movía fichas y Fede San Emeterio entraba por un discreto Ocampo.
A partir de ahí, el guion fue el esperable: el Mirandés al ataque y los amarillos a tratar de defenderse en inferioridad sin perder la compostura, y contando con buenas intervenciones de David Gil cuando la pelota iba entre los tres palos.
Hasta que en el minuto 75 el Cádiz sentenciaba el encuentro: un córner botado por el marbellí era cabeceado por Víctor Chust, llevando el alivio a la grada. Pese al varapalo, los de Burgos persistieron pero cada vez con menos fe ante el ejercicio de resistencia del rival, que fue incorporando al juego a Álex Fernández, Zaldúa, Escalante y Chris Ramos, quien en el descuento estuvo a punto de hacer el 4-1 de cabeza. No entró, pero la explosión de alegría fue igual de inmensa tras el pitido final.
Tres puntos importantes (se alcanzan los 30) que acercan a este recompuesto Cádiz de Garitano al ecuador de la tabla, y que suman para elevar la moral y confianza de una escuadra que va ganando en solidez y en competitividad. La visita a la Romareda del domingo debe confirmar esta línea ascendente. DIARIO Bahía de Cádiz