DÍA 25 (1ª SEMIFINAL)
El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (el COAC 2024) de adultos, tras tomar un indispensable y vital respiro después de veinticuatros noches consecutivas de coplas a palo seco, el viernes y el sábado (aprovechados por la cantera para celebrar sus finales), enfila desde este domingo su cuesta abajo definitiva con cuatro noches de semifinales que desembocarán, sin frenos, en la gran final del viernes, dentro del carnavá oficial. ¡Qué lejos suenan ya los villancicos, fun fun fun! ¿Y lo polvorones de canela? Alguno todavía sigue sin poder tragarse el que se comió en nochebuena.
En esta primera intensa semifinal coincidieron: la comparsa de Martínez Ares, los coros del Chapa y de Luis Rivero, las chirigotas del Selu, el Sheriff y ‘Los exageraos’, o el cuarteto cuarteto del Gago. Como para quejarse de la función.
Juan, ¿qué tal tu relax? Se ha llevado medio domingo chupando entre Erizada y Mejillonada, y canturreando aquello de “soy una zorra de postal, zorra, zorra, zorra…”, sí, el temita de Nebulossa que representará a Televisión Española en Eurovisión. Para gustos, los colores. Me quedo con el polvorón de limón. Maripili, dale a la palanca y que rompa sus cadenas este cronicón deshuesado, todo carne, todo fibra. Y hacedle caso al Yuntamiento de Cádi: si bebes, no conduzcas, pero sobre todo mea dentro.
“hasta siempre, compañera”
Las 20.01 horas. Como sentido preludio de la sesión, el retrato de Adela del Moral llena el escenario del Falla, junto a un simbólico laúd que le regaló Luis Frade. Dos días después de su fallecimiento, se le recuerda y homenajea con uno de sus tangos, de ‘Mariscaores gaditanos’, y la voz de Eduardo Bablé incide en que “abrió las puertas a las mujeres sobre este escenario, con valentía, con humildad y con talento”. Un minuto de silencio cierra el modesto tributo a quien fuera hija predilecta de la ciudad y antifaz de oro. Que la tierra te sea leve.
“me están echando los que acaban de llegar”
Las 20.23 horas. Va telón. Ahora sí, vamos sacando platos. Abre con algo de retraso el restaurante libertario, tan real como la hostelería gaditana, como Cádi misma…, “si es usted un tieso, váyase… con los muertos de la patronal”. Ahí queda la bienvenida de ‘El gremio’. ¡Eso es lo que hay que valorar en los coros, que se digan cosas!, grita un comensal desde el gallinero. “Dice que son de piedra y no se notan, las murallas de Cádiz, esas murallitas que hoy están rotas… ayy, mis murallas ancianas, viejecitas guardianas, que te han abandonao… por justicia y memoria, y por honor a la historia, ahora nos toca a nosotros que defendamos nuestras murallas”, arguye el primer tango, de piera ostionera, por supuesto. Los sueños de cuatro niños que quieren ser de mayor periodistas, jueces, policías y médicos sirven de base para la otra letrilla que pinta un país caduco, corrompido, infecto…, “no dejes que nadie pudra esos sueños que sólo empiezan… que la generación vuestra meta fuego a la nuestra, y que acaben con esta España que da vergüenza”. Tanguillo radicalista. “En vez de meterle fuego, lo van a meter en una freidora”, anota uno de los cuplés jugando con el Carapapa y su pregón de dios Momo de estos carnavales. Y en pelotas nada el otro de la tanda, ajín ajín, ajín de chica que te cabe en un cucurucho. ¡Chicote, Chicote!, este gordito no limpia el fogón. Al popu le cuesta arrancar pero cuarteta a cuarteta el puchero va alimentando más: “ojú, vecina, han llegado nuevos tiempos, pero tú no cabes dentro… que en Cádiz muy bien sabemos lo que es la hospitalidad, pero es que me están echando los que acaban de llegar… El dinero te atrapa y se apropia de ti, cuando suena temprano ese despertador te recuerda que es tu amo, tu dueño, tu señor… no le otorga nunca a nadie dignidad, ni hace grande a una ciudad… No te olvides que este gremio no está pidiendo ningún premio, sólo justicia y dignidad… Que no que no que no, que no me da la gana, que en este carnaval me pido la semana, que ya estoy yo en la calle Libertad… que Cádiz no se vende, y si quieres venir, respétame a mi gente, que no nos quiten más la identidad”. Juan se quiere quedar a vivir en los remates de los coros del Chapa.
“por eso le he puesto un velcro”
(las 21.04 horas). Dale, dale, dale. Cantá ustedes, jajaja. Ese bocata, Juan. “Que cobramos el día uno y no llegamos al día dos… estamos tan contentos, la tierra mía, que por eso cantamos por alegrías, por no tirarnos del puente, de la Bahía… vivimos en un trastero, tirititrán tran tran…”. El jondo sentir de los flamencos tiesos del Selu ya resuena envuelto en arte patrimonio inmaterial de la humanidad, ‘Que ni las hambre las vamo a sentí’. Pildoraso real en un primer pasodoble con mucha retranca hacia el rey jubilao…, “yo no me tomo a broma lo de las amantes… le gustaban tantos las mujeres, que ya le estaba gustando hasta doña Sofía… y si tu hijo no te quiere, que sepas que aquí nosotros, te tenemos en lo más alto”. Ahí arriba está el cuadro. Ole. Te lo juro. Por mi mare. Y más guasa e ironía en el otro pasodoble vendiendo el otro Cádi, el que no promocionan las agencias de viajes…, “yo que tú cogía el coche y me iba pal norte a disfrutar un pueblo de León, que eso sí que tiene encanto… estoy harto de ese turismo que no te deja comé tranquillo un topolino por la calle… otra cosa es el turismo que viene a los carnavales”. Es marca de la casa: mejor el desarrollo, siempre. “¿A tu casa cómo te vas a llevar el trabajo si eres forense”, jejeje. Yo no tengo facebú, yo no tengo instagram, pero de seguidores tengo una barbaridad, to los que vienen detrás mío pa cobrar, ¡huye! Homenaje a Fofó en la nueva apertura surrealista del popu, aflamencando aquello de la gallina turuleta… “déjala la gallinita, la pobresita, déjala que ponga diez”. Las pamplinas entipadas te resuelven un popu incomprendido por quienes ven al Selu cortito con sifón en el año de su regreso al Falla. Ayy, qué difici es, decir adió. A Juan se le ha venido a la mente la imagen de un Simcamil. Pillín.
“Ana, seguramente será por la ouija”
(las 21.42 horas). En la puerta de la Peña Karota se reúnen los anarquistas punkis del Gago, reivindicando que le impongan el Antifascista de Oro, y el poli infiltrao. ‘Punk y circo, la lucha continúa’ ya entona su parodia. Una vez dentro del local okupao, se encuentran una citación del juez para que desalojen, “podemos okupar la casa del carnaval, que también está vacía”, pum. Y sondeando de nuevo cantar en el Falla, y en concursos paralelos, “¿junto o separado?”, para ganar algo y pagar la multa…, “si te contara lo que se gana en negro y en sobres, Martínez Ares salía en la lista Forbes… ome, la caja béeeeee”, jajaja. ¡Anarquía y karnaváaaaa! Vaya dos pasodobles enormes los que se sacan de la manga. La reacción del teatro lo dice todo. El primero, con dirección Ana Obregón y su compra de niños, si es su madre y es su abuela, ¿cómo la llamará la niña?, “por la edad que tú tienes, Ana, seguramente será por la ouija”. E invitado a una rave de cuatro días con drogas y todos los excesos conocidos, “y aunque me lo pasé de lujo, es la ultima vez que voy al Rocío”, jajajaja. Pumba. ¡Vas a tener que silenciá el tuiter, Gago!, vocean desde alguna esquina del Falla. La actuación alcanza su éxtasis con ese tema libre-popurrí inalcanzable que ensaya letras para soltarlas en los variopintos concursos y tablaos, siempre impregnadas de pullas y mensajes directos e indirectos entre el sarcasmo y el doble sentido, y eso que “siempre no podemos estar cantando letras tan comprometías”. Juan sigue revoleao en el suelo con la cuarteta del ¡te odio taaaanto, yo!: “como yo te odio, como yo te odio, convéncete, nadie te odiará, nadie te odiará, porque yo, te odio por la fuerza de tu viento, yo, te odio cuando busco aparcamiento, yo, te odio porque to los días hay un paso, yo, te odio porque votas a la derecha, yo, y luego también a la izquierda, yo, te odio por el ego del viñero, yo, te odio por venderte a los turistas, yo, te odio por tantos fachas coristas, yo, ¡te odio tanto, yo, te odio tanto, yoooo!”. El pulisía termina cogiendo cariño a los colegas y se niega a detenerlos: “no han venío al COAC a reventarlo, han venío a salvarlo… Y nos den la caña que nos den, resistiremos… resistiré, resistiré, resistiréeeee”. Cuarteto: sin aditivos, pero todo su sabor y nutrientes.
“cómo se meten coca en los camerinos”
(las 22.21 horas). A ver cómo nos quitamos del ¡te odio tanto, yo, te odio tanto, yoooo!… Los hermanos Pastrana nos devuelven a la tierra con su ‘Vuelve ya el 3×4’. Saca los mostradores, Juan…, “así que entérate Cádi, que vuelve ya el tres por cuatro”. ¡Ese foco, niñaaa! Para empezar, el relato de un crio chirigotero nerviosito perdío que pisa con ilusión por primera vez las tablas, “el día más bonito de su vida, lo terminó llorando pero de alegría… que vergüenza los mayores, que nos den tantas lecciones en la cantera, en la cantera”. Y pintando una Andalucía chonía y envidiosa con sus ocho provincias peleadas en el siguiente pasodoble, con versos tan asín como “sevillanos de mierda, señoritos que no dan la talla, que presumen de lujo y de feria y se traen un bocadillo a nuestra playa… payasos en Cádiz, sin huevos pa ná, el porro, la paga, viva el carnaval, según se cuenta la mitad son maricones…”, y claro, cómo nos van a hacer caso en el Congreso, “cuando aquí todos los días, desde Cádiz hasta Almería, ay, nos matamos, nos matamos”. Será. Dedicando un brindis a Miguel Ángel Fuertes en la antesala de su jubilación, y a los cuplés. “No entiendo cómo se meten coca en los camerinos”, tiran la piedra, con los cacheos que dicen sufrir para entrar en el Falla, emmm. Cádiz, que no me lo creo, que se me traba la lengua cuando te veo, cuando te veo. “Si vienes de fuera, calla y aprende, calla y aprende”, remarca ese pupurrí con grandes puñados de metacarnaval, que acaba poniendo rumbo a la Viña, “no sé cómo lo haces, Cádiz, contigo todos los finales son más bonitos… Cádiz, dame un sueño, un sueño de carnaval”. De propina, el Noly surge en escena para impregnar de pureza el chimpón chimpón. Juan, ¡despierta!
“no escuches cantos de sirena”
(las 23.02 horas). El “que viven como reinas las mo-jarritas” de Paco Alba introduce al cartuchito de ortiguillas caleteras del Luis Rivero. Ya bucea ‘El paraíso’, “el murmullo caletero nos sumerge bajo el mar, al paraísooooo”. Harto de “esos falsos cristianos” se reivindica el primer tango que mira a la polémica que se ha levantado en Sevilla con su afiche semanasantero…, “más de dos mil años y hay quien se avergüenza de un cartel pintado, que ha encendido y despertado la homofobia más selecta…”. La otra letra se acuerda der Kichi para insistir en que el Luis no le votó nunca, pero se le reconoce la valentía de sentarse en ese sillón, “y quiero felicitarte, por volver a tu vida, sin engañar a nadie, y esto me sale del corazón, de aquel chiquillo que soñó con ser alcalde”. Un tango que deja caer que hay quienes escriben ahora letras contra el exregidor pero que durante sus mandatos callaban… ¿Va por mí, Juan? Pensando en el final de estos seres marinos a la plancha o en adobo, en uno de los cuplés: “los más felices son los erizos, que mueren a lametones”. Cádiz es tan marinera que desde el día en el que se hizo, esconde en la Caleta su paraíso, su paraíso. Bajo el mar ese popu glup glup glup que te ahoga con la imponente interpretación, las coreografías y los meneítos…, “el milagro de hacer resurgir a nuestra ciudad, sólo vendrá mirando al mar…”, desde La Caleta, aro aro, “donde Cádiz mira al mar, para hacerse eterna, con el manto universal, de cada marea, donde Cádiz volverá a un nuevo principio, y hoy se ha vuelto carnaval desde el paraíso”. Juan es que es más de bañarse en Cortadura, con las vergüenzas al aire… Ha echado de menos al doctor Zoidberg bailoteando, confiesa.
“Cádi Cádi Cádi , me tiene hasta el caraho medio Cádi”
(las 23.45 horas). ¡Esto sí que es, una porquería!, anima el Falla al pisar la escena del ‘El grinch de Cái’…, “que yo estoy harto ya, eso es lo que hay, y me voy a quejar que pa eso soy soy el grinch de Cái”. El Sheriff en modo gruñón pone pitoso al personal. Y también le canta ar Kichi en el primer pasodoble: “recuerdo cómo presumía de tener un alcalde que era gaditano, pa colmo era comparsista y carnavalero como mis hermanos… yo por ti di la cara, aunque ahora su cara sea otra… uno de los nuestros no deja así el museo, ni una cabalgata que sirve de cachondeo… te has olvidao de todos tus compañeros… no has sido buen alcalde ni buen carnavalero”. Va a tener razón el tango de las ortiguillas. “Amigo, hoy cogí tu copla y sin tu permiso, la tomé prestada…”, avanza la segunda letra sorpresa-sorpresa que busca emoshionar al Sheriff, aguantando la papeleta en el centro del escenario: “Cádiz está loquita por verte allí a su vera, que mi amigo Juanma es el Sheriff, no es cualquiera, el que pone la mejilla aunque gane y aunque pierda… no hay más orgullo para los chirigoteros, que ver como entre recuerdos, hoy te grita el Falla entero, qué viva el pregonero, qué viva el pregonero”. La sonrisa infinita de Cádi haciendo pucheritos, toma ya. Los fachas de desokupa con un trabajito en la ciudad, “los han llamao pa que saquen a Bienvenido ya del Pay Pay”; y el flamenco made in Madrid, “Ayuso por segurillas y al Carapolla por martinete”. Pa los cuplés. Qué bonito, qué bonito, qué bonito está mi Cádi… po será pa ti. ¡Vizcaíno, to pa vino! “Hay quien te quiere por febrero, yo te quiero el año entero… quién te va a querer como yo, Tacita de Plata a ti, quién te va a querer más que yo… que cuanto más me irritas, yo más te quiero”. Asín se embala pa regalo un popurrí resultón.
“me amamanté con el calostro de la mar”
(las 00.21 horas). Y con el teatro ya calientito se abre “en la ciudad invisible” el corral de Martínez Ares, ‘La oveja negra’, apuñalá por la espalda…, “aunque el futuro sea negro y lo oscuro me devore, como soy gaditano, mis penas por fuera son de colores… soy la oveja, oveja negra, y jamás sigo al rebaño… siento la llamada, el grito de furia de un pueblo entero, aquí está otra vez el dolor de febrero…”. ¡Y al que no diga ole, que lo apunte don Antonio con su guitarra!, grita una anónima. Tres décadas después, el Ares le da una vueltecita al “acércate, torito, que ya es la hora, no me mires a los ojos, que noooo me das pena…”, de La Ventolera; ahora echa toda la bilis sobre el mundo rancio, paleto y criminal del toreo subvencionado por todos: “de nuevo los toreritos vuelven al ruedo, de nuevo están destapando la cajita del espanto de la fiesta nacional, de la España más fascistas que juega al juego de la hembra empitonada que se le caerá la braga cuando vea a su semental… no me entra en la cabeza que decir tauromaquia equivalga a cultura, y a sentido de patria, cómo pueden decir que esto es una pasión, cómo puede entenderse, profesión matador, no es más que un circo romano… volvemos al lamentable culto taurino, a la prehistoria y al desatino, ni es trabajo ni eso es arte, son manos manchadas de sangre… solo hay un animal, y es asesino, un asesino, un asesino”. Y drama-pasodoble el siguiente, indagando en eso llamado violencia vicaria, un día tan bonito con súper-papá sólo podía tener ese final, Juan: “hoy me llevaré a mis niños de fin de semana… vamos a ir a una casita que está en el campo… la policía llega a la casa, huele a tragedia, huele a venganza, salen los cuerpos de dos chiquillos, y una bestia que no para de reír por odio, por posesión, furia y cobardía, le arrebató lo que más quería… son cabrones miserables que condenan a las madres al castigo de morir, todos los días, todos los días”. Béeeee. “Coño, coña, coñe, pero los tres quieren un po… béeeeee”, remata uno de los cuplés-porrazo ofendidito con el lenguaje inclusivo. Y un pibe ¿zoofílico? Afú, Antonio, no vea que tandita. Mi niña, que para dormir y pensar en ti no cuento ovejitas, que tengo, tengo, tengo, todo un universo pa soñar despierto, con mi Tacita. La pieza más excelsa del repertorio impostadamente rebelao, o no, sigue siendo el popurrí, en el que la oveja pronto se da cuenta de que va contracorriente: “despertad animalitos, nos tienen acobardaos, se acabó estar sometío, dominao, amaestrao, anestesiao, domesticao, faltan ovejas negras, sobran borregos… Me escapé trasquilao de esta perra vida, se acabó, comienza mi desobediencia, parto hacia la batalla, no llevo bandera, sólo la guitarra y mi calavera, me voy con mi gente a esparcir la simiente de la libertad, a morir matando si hace falta, que si algo nos sobra es la rabia…”. Juan me mira con cara de corderito degollao…
“no he dicho coño, ehh”
(las 0.58 horas). Y poniéndole el taparrabo a la función, la chirigota sin medida ‘Te he dicho 1.748.654 veces que no soy exagerao (los exageraos)’, con otras dos toneladas de papelillos cayendo sobre el personal en el holaquéhay. Quejosa la primera letra, que reclama más cariñito para “una fiesta, lo digo como lo siento, que jamás mi Ayuntamiento ha sabido valorar… sólo nos tratan de artista cuando hay que pagarle a Hacienda… el carnavalero cuando pasa febrero, y se cierra este telón, es invisible”. El otro pasodoble no se cree que un agresor sexual pueda reinsertarse en la sociedad…, “viniste con tanta amargura, y te condenaron por ser violador, una noche a ti tu locura te traicionó… cómo puede una persona cumplir su condena, y después de tantos años repetir el mismo daño, qué sangre corre en tus venas… ellas si que pagarán toda su vida”. Vámonos mejor a liarla en los cuplés, porfavó. Otros diez. En la primera tanda, de nuevo aparece el Negredo, a quien tras pedirle perdón por provocar que Vizcaíno le rescinda el contrato, le buscan un hueco en la chirigota, “en un rinconcito cortando queso”, jajaja. Y de nuevo, escandalosa la segunda tanda de cupletinas con rima en Logroño, “no he dicho coño, ehh, no he dicho coño, ehh, no he dicho coño, ehh, nohe dicho coño, ehh… pero no he dicho polla, ehh”. Exagerao, Juan, y eso que ya todo esperábamos el girito final. Y esto te lo juro por dió, que no estoy exagerando. Y sin exagerar, te estarían cantando carnavales hasta que mueran, apostilla ese pupurrí desorbitado, aunque sin pasarse.
La 1.26 horas. Baja el telón. Baja de la nube, Juan. Y ponte el casco y el chaleco reflectante, que hay que seguir montando el tablao de San Antonio. Deja a la Inteligencia Artificial al cuidado de la parrafada, seguro que la arropa con una frase célebre de pelito, como tu pijama: “Odio no es el contrario de amor; el odio es el opuesto de la indiferencia”, dicen que dijo James Carroll. Dany Rodway
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