JORNADA 13. Pese a que todas las miradas y pensamientos están anclados en la tragedia de la DANA en País Valencià, LaLiga no ha visto oportuno suspender la competición y en la sobremesa del sábado El Molinón se abría para recibir a un Cádiz buscando confirmar su aparente mejoría (tras dos victorias consecutivas, la liguera frente al Oviedo y la copera ante un Real Jaén caído en Tercera Federación). Aunque tocaba medirse con uno de los equipos más fuertes como local, un Sporting de Gijón en la zona alta de la tabla.
“Siempre viene bien a nivel de confianza el haber ganado dos partidos con porterías a cero. A nivel mental, tal y como estaba el equipo, siempre viene fenomenal, pero el foco está en la mejora continua. Esto es muy largo”, avisaba en la previa el técnico valenciano Paco López, acordándose como no de la situación angustiosa que vive su tierra natal.
De inicio, los amarillos salían al verde con David Gil, bajo palos; Iza, Matos, Chust y Kovačević, en defensa; Kouamé y Alcaraz, en el centro del campo; Alejo y Ocampo como extremos; y como hombres más adelantados, Carlos Fernández y Chris Ramos.
Igualdad absoluta se vivió en la primera media hora del choque (indigerible y propio de Segunda), con dos conjuntos bien plantados y escasas ocasiones. Aunque en el minuto 10, el Sporting perdonaba ya el primero, en un disparo desviado (incomprensiblemente) de Otero, que sólo tenía que empujar la pelota tras el pase de la muerte de Dubasin en el interior del área cadista. Un 1-0 que sí subiría al marcador en el 27, un tanto en propia meta de Chris al intentar el despeje.
Antes, los gaditanos habían gozado al menos de dos medio-ocasiones interesantes: una acción individual de Ocampo que centraba al segundo palo pero no llegaba Ramos; e igualmente, a pase del uruguayo, un tiro de Alejo a la red, por fuera.
A raíz del desafortunado gol en contra, los de Paco López volvieron a desmoronarse durante minutos, exhibiendo su lado apático, dubitativo y fallón. La pelota era de un espeso Cádiz, pero los asturianos estaban más que cómodos corriendo a la contra. Al menos en los instantes previos al descanso se ganó algo en intensidad arriba, y en el 41 a punto estaba de cazarla Brian dentro del área, a partir de un pase de calidad de Carlos Fernández.
MEJORÍA SIN PROBAR AL PORTERO
Pasado el descanso, los visitantes salieron con actitud, presionando más arriba y creyendo, poco a poco, que podían hacer daño a un rival ni mucho menos superior, conforme con esperar atrás. Carlos Fernández y Ocampo seguían siendo los puntales ofensivos del Cádiz, al que se sumaba en el 62 Ontiveros, reemplazando a Iza Carcelén, y diez después el recuperado Roger Martí por Chris Ramos.
Se merodeaba el área de Rubén Yáñez y encima se contenían con solvencia los amagos sportinguistas al contragolpe, sin embargo no se inquietaba al portero, no se disparaba entre los tres palos. Y como última probatura, ya al borde del minuto 80, entraban De la Rosa y Escalante por un fundido Brian Ocampo y Matos.
Kouamé cabeceaba a las nubes un córner en el 84, y replicaba el Sporting de Gijón con otro cabezazo doblemente peligroso firmado por Dani Queipo. Se enfilaba la recta final y el desorden empezaba a imponerse en el verde. Y para colmo, ya en el tiempo de descuento, cuatro de añadido, una mano tan extraña como clara de Víctor Chust era penalizada con penalti: Víctor Campuzano no fallaba desde los once metros. Y de propina, Paco López expulsado en el banquillo por protestar.
Más de lo mismo. Nueva derrota ante un rival que haciendo lo mínimo, también le gana a este Cádiz que no acaba de pillarle la medida a Segunda, mientras pasan y pasan las jornadas, nadie dentro del club parece inmutarse, y la afición aburrida y hastiada ya hace más cuentas pensando en la salvación que en la lucha por el ascenso. DIARIO Bahía de Cádiz