JORNADA 41. Extraña tarde-noche de martes de fútbol en el Ramón de Carranza y en el resto de campos de Segunda donde todavía había algo en juego. Tras el aplazamiento de la mayoría de partidos de la penúltima jornada liguera por el fallecimiento en accidente de tráfico del futbolista internacional José Antonio Reyes, integrante esta temporada del Extremadura, los blaugrana con la permanencia asegurada, se plantaban de blanquiverde en la Tacita ante un Cádiz y su enésima final: la primera de las dos que le quedan por delante para seguir soñando con disputar la liguilla de ascenso a Primera. Ganar o ganar, ya no valían más empates ni otro resultado, ni depender de fallos de terceros.
Un equipo amarillo que afronta esta recta definitiva de campeonato mermado por los compromisos de selecciones nacionales (¡quién lo diría!): Manu Vallejo (que ya se ha despedido formalmente de su ‘casa’, pues la próxima pretemporada la iniciará en el Valencia) reclamado por la sub21 patria, y Darwin Machís por el combinado venezolano. Una circunstancia que hace que dos de los máximos goleadores no estén presentes cuando se juega casi todo. Las cosas del fútbol moderno. Y no cabe queja que valga.
Con este panorama, Álvaro Cervera planteó un once conformado por: Cifuentes, bajo palos; Sergio Sánchez, Fali, Rober Correa y ‘Pacha’ Espino, en defensa; Garrido y Álex en el centro del campo; y arriba, Salvi, Jairo, Aketxe y Lekic.
Tras un sentido minuto de silencio por Reyes y el excadista Manuel Soriano, arrancaba el duelo, con más de 12.000 personas en la grada. Aunque arrancar arrancar… al partido le costó entrar en calor. Los visitantes, sin presión alguna, controlaban, o algo parecido, desde el pitido inicial frente un Cádiz atenazado por su obligación de ir a por la victoria, sin saber muy bien cómo. Y un viejo conocido, Atienza, a punto está de colarse hasta la cocina poco antes de cumplirse el primer cuarto de hora.
Un empujón evidente dentro del área a Ager Aketxe, que el árbitro no quiso ver, caldeaba el ambiente y animaba a los locales a meterle una marcha más. Que se notara quién quería (y necesitaba) los tres puntos de verdad. Un Jairo revolucionado y un disparo de Salvi que terminaba estrellándose en el larguero no hacían presagiar lo que sucedería un minuto después, en el 26: un despeje de Sánchez que da en rival casi en el centro del campo, sale el balón rebotado hacia atrás y acababa entrando en la portería de Cifu, adelantado y sorprendido como el resto del Carranza.
Un 0-1 de mala fortuna cuando mejor estaban los de Cervera. Como respuestas inmediatas, sendas oportunidades de Espino y de Aketxe. El vasco probaba más adelante con un par de faltas lejanas. Se presionaba y se embotellaba al Extremadura, por momentos demasiado agresivo, pero no se culminaban la mayoría de acciones. En el descanso, con el Dépor empatando, el Cádiz se veía séptimo en la tabla, fuera de playoff.
Con el cambio de Querol por Correa, y una defensa prácticamente de tres, afrontaba Cervera el segundo tiempo. El delantero recién incorporado y Lekic asustaban en este reinicio de partida con el Cádiz en tensión. Y en el 49, Querol lanzaba prácticamente desde medio campo, por si acaso, con intenciones. Camino del 60, Rennella sustituía a Dejan Lekic, y el choque se calentaba, más, por las controvertidas decisiones del de negro. Entre el revuelo en el verde y en la grada, Willy estaba cerca de marcar el segundo para los suyos. Poco después era Álamos el que tenía el 0-2 en sus botas, aprovechándose de una contra, con los de casa volcados arriba.
Para el último empujón, Mario Barco entraba por el otro lateral, Espino. Veinte minutos por delante para ¿remontar…? ¿Al menos empatar? Con todos los jugadores ofensivos disponibles (es lo que hay…), en el terreno de juego, y el crono corriendo. Y el ex del Reus, dentro del área, la mandaba a las nubes.
El vasco, con tres acciones a balón parado casi consecutivas, hacía sufrir al meta extremeño. No había manera. Ni centros, ni lanzamientos lejanos ni saques de esquina. O los atajaba Álvaro Fernández, o lo despejaba la maraña de piernas de un conjunto visitante metido en su campo, sin verse tampoco excesivamente agobiado. Y Fali ya jugando arriba.
Cinco minutos de propina y la ocasión del partido: Barco, con todo a favor, se la cedía a Querol… en la siguiente, el meta despejaba un buen cabezazo del mismo Querol… y a la tercera, con Cifuentes ya como otro delantero más, se decretaba el fin del encuentro. La afición no sabía muy bien cómo reaccionar: si pitar, tomarla contra el árbitro, contra los propios jugadores, enfadarse, resignarse, aplaudir la entrega-impotencia infructuosa…
A una jornada del remate de la liga regular, el Cádiz ya no depende de sí mismo, tras demasiadas jornadas de mediocridad y el autoengaño de resultados ajenos a favor: tocaría ganar en El Molinón y esperar un pinchazo del Deportivo de la Coruña para colarse en liguilla de ascenso. “Cuando no dependes de ti mismo las esperanzas se desvanecen. La esperanza nunca se pierde, pero no quiero engañarme, si no conseguimos meter un gol…”, terminaba reflexionando Cervera en sala de prensa tras el choque. Un técnico que no ha querido aclarar si seguirá la temporada que viene en el banquillo gaditano. DIARIO Bahía de Cádiz