JORNADA 19. Con la pretensión de poner el “contador a cero”, en la sobremesa del sábado arrancaba la era Gaizka Garitano en el Cádiz CF, tras la más que esperable destitución de un Paco López incapaz de enderezar en cinco meses el rumbo a la deriva de un titan (recién descendido a Segunda).
Un momento clave en el que todos los estamentos del club, empezando por el presidente Manuel Vizcaíno, llaman a “ir todos juntos” para que se disipen el hastío y mal rollo, y comience “la remontada”, en este caso en el Nuevo Mirandilla ante un Albacete Balompié en mitad de la tabla.
“Cuando estás en descenso y no te salen las cosas la confianza no es la misma, pero la única manera de recuperarla es ganando. Cogemos el proyecto en una situación muy difícil, pero tenemos futbolistas para salir. Estamos en un gran club, con una afición increíble, a la que ahora hay que darle, no pedirle. Tenemos muchas cosas buenas, lo malo es la situación deportiva, porque cuando estás en descenso después de tantas jornadas no es casualidad. Hay que intentar ser optimistas en el medio-largo plazo”, reflexionaba el técnico vasco en la previa; incidiendo en que “tenemos que intentar ser un equipo sólido y no perder la alegría ofensiva cuando haya que atacar, aunque somos el equipo más goleado”.
Así, “con la máxima ilusión”, el primer once de Garitano lo conformaban: David Gil, bajo palos; Matos, Iza, Chust y Fali, en defensa; Fede San Emeterio y Kouamé en el centro del campo, con Álex Fernández más adelantado; Ontiveros y Alejo, en los extremos; y arriba, Roger Martí, renqueante.
El partido, ante unas 15.000 personas en la grada, comenzaba frío, con dos conjuntos a la expectativa del contrario, y un control de la pelota que se iba alternando sin demasiadas ganas de unos y de otros. En resumen, un espectáculo ideal para la hora de la siesta.
Un lanzamiento de Quiles desde fuera del área que se iba por encima del larguero amarillo, en el minuto 13, se convertía en algo así como la primera ocasión computable de la tarde; a la que le seguía en el 19 un cabeceo con intenciones de Juanma García; y ya en el 22, otro trallazo lejano de Morci, desviado a córner por Gil. Lo que a su vez generaba leves pitos entre los más impacientes de la parroquia local.
Aunque pitada de verdad resonó en el minuto 31, cuando en una fase en la que pasada todavía menos, y el Cádiz estaba además ausente en terreno manchego, Roger Martí se encontraba con la contra de su vida, solo con medio campo por delante para correr y encarar, pero cuando se acercaba al área optaba por pararse y que fallara otro, y ese otro fue Ontiveros, que al menos disparó. El marbellí lo intentaría otra vez, hasta en dos ocasiones y a las manos de Lizoain, en los minutos previos al descanso al que se desembocaba con sensaciones gélidas.
UN PASITO ADELANTE CON RECOMPENSA
La segunda mitad se ponía en juego con los de casa tratando de agobiar al Alba durante unos minutos, aunque sin disparar entre los tres palos. Un espejismo. Y ya en el 58, Garitano movía fichas, y cambiaba al delantero, al desafortunado Roger por Chris Ramos.
Diez minutos después llegaría un remate de Kouamé en el interior del área que se iba alto. Los gaditanos insistían, aunque con maneras estériles, y el Albacete parecía conformarse con el empate. Como era evidente, el entrenador (y todos en el estadio) seguía si verlo claro y efectuaba una triple revolución: se iban a la caseta Kouamé, Álex y Alejo, y entraban Rubén Sobrino, Francisco Mwepu y Moussa Diakité. En ese mismo instante, Chris tenía en sus botas el primero… y su vaselina se marchaba por arriba.
Y claro, no podía faltar la rutinaria lesión de Fali, reemplazado por Kovacevic, cuando se entraba en el 80. Cinco después, Paquito Mwepu no tenía fortuna de cabeza. El Cádiz, aunque no era del todo palpable, persistía y persistía… y si alguien en este Cádiz es un martillo pilón, ese es Chris Ramos, que en el 87 se buscaba el penalti, y él mismo asumía toda la presión de lanzarlo (pese a cierto runrún inicial en la grada), y lo marcó.
Los seis minutos de tiempo extra se vivieron entre el sufrimiento y la ilusión-critica de poder volver a festejar una victoria en casa, con la esperanza de que sirva para romper una dinámica horripilante de tantos meses. Pese al alivio y desahogo tras el pitido final, no faltaron los gritos de “¡Vizcaíno, dimisión!”, por si acaso.
“El equipo ha estado fuerte defensivamente, pero tenemos que mejorar con balón, hemos estado atenazados. No estamos para un juego más fluido ahora mismo. Es imposible ganar encajando muchos goles, los partidos en Segunda hay que madurarlos”, apuntaba Garitano al valorar su primer encuentro en el banquillo cadista; dejando claro que “en el fútbol ganar lo soluciona todo. Me voy contento con muchas cosas y en otras hay que mejorar”. DIARIO Bahía de Cádiz