La empresa municipal Aguas de Cádiz, en colaboración con la empresa concesionaria Socamex, ha iniciado su participación en un estudio experimental a nivel europeo que tiene como objetivo anticiparse a posibles rebrotes de coronavirus mediante un sistema de vigilancia y seguimiento de las aguas residuales.
De forma complementaria a la gestión del servicio de saneamiento, Socamex evaluará la viabilidad de los mecanismos de vigilancia en los sistemas de recogida de agua residual que se realizarán en la ciudad. A través de la extracción y recopilación de estos datos, y en común con el resto de las investigaciones llevadas a cabo en otros países europeos, la intención es constituir un sistema fiable estándar y global de monitorización de la pandemia.
Las aguas residuales han pasado de ser consideradas únicamente como un problema en cualquier sociedad a convertirse en un objeto de estudio para obtener datos sobre hábitos de consumo. En este caso concreto en el que trabajará esta empresa municipal del Ayuntamiento gaditano, las aguas residuales se erigen como un indicador de la presencia del virus en la localidad y permiten obtener datos de la expansión de la enfermedad entre la población que podrían servir como una alerta temprana.
Para llevar a cabo estos análisis de SARS-CoV-2 en aguas residuales, se ha dispuesto de un equipamiento de última generación capaz de proporcionar información muy completa si se combina con métodos clásicos basados en análisis de ARN, una molécula similar a la del ADN.
El objetivo de este proyecto experimental europeo en el que participa Aguas de Cádiz es conocer si los datos obtenidos pueden detectar un pico de contagios de la enfermedad, o la presencia de focos en puntos concretos de la ciudad, antes incluso de que los casos sean detectados por el sistema sanitario. Es decir, se trata de validar la metodología para ver cómo evoluciona la carga vírica y actuar en consecuencia.
Cádiz es una de las ciudades seleccionadas para formar parte de este estudio, junto con otras españolas y europeas, por la peculiaridad de que las muestras pueden recogerse, en una primera fase, en la Estación de Bombeo de Aguas Residuales (EBAR) Alcalde Juan de Dios Molina, La Martona, en lugar de hacerlo en la Estación de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) Cádiz-San Fernando, lo que constituye una gran ventaja porque a La Martona no llegan las aguas residuales de la zona industrial.
INICIATIVA EUROPEA
El JRC Joint Research Center- Waterlab es el organismo encargado de la gestión del proyecto a nivel europeo. Este estudio emplea un mecanismo de monitorización que se está utilizando en distintos países de la UE como España, Italia, Francia, Alemania y Holanda, entre otros.
En paralelo, el Ministerio de Sanidad y el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico han puesto en marcha el proyecto ‘Vatar-Covid19’ sobre el control del SARS-CoV-2 en aguas residuales en 30 depuradoras y 10 zonas de baño del Estado español. Los resultados analíticos que resulten del control serán cruzados con los datos del Centro de Alertas del Ministerio de Sanidad y servirán igualmente como un indicador de alerta temprana para posibles rebrotes de Covid-19 a nivel nacional.
‘SALEN’ 132 TONELADAS DE ARENA Y TOALLITAS HIGIÉNICA DE LA MARTONA
Sin dejar La Martona, Aguas de Cádiz informaba estos días de que ha extraído más de 132 toneladas de residuos sólidos, principalmente arena y toallitas higiénicas, en la última limpieza en profundidad que ha realizado en los dos pozos de aguas fecales y el pozo de aguas pluviales de la EBAR La Martona.
Estas instalaciones cuentan con dos cámaras para aguas fecales que tienen una profundidad de 15 metros cada una, y que cuentan con cinco bombas que pueden llegar a distribuir 2.500 litros de agua por segundo. Además, también hay otra cámara a la que llegan únicamente, y por separado, las aguas pluviales.
A esta estación de bombeo, en la avenida Juan Carlos I poco antes de llegar al estadio, llegan las aguas residuales de la ciudad para ser impulsadas a la EBAR de Cortadura y, de allí, a la depuradura camino de La Isla, que es adonde llegan las aguas residuales de ambas ciudades vecinas para su tratamiento de purificación y posterior vertido al mar a través de un emisario submarino de 840 metros de longitud.