Avanza el Centro de Transferencia Empresarial El Olivillo (CTE), en la capital gaditana, proyectado con fondos europeos de la Iniciativa Territorial Integrada (ITI). Una iniciativa que se ha puesto en manos de la Universidad de Cádiz, que acaba de adjudicar la obra, licitada el pasado mes de mayo.
De esta forma, tras el plazo de alegaciones y completando, así, el procedimiento abierto convocado, la empresa Sando ha ganado este contrato por unos 5,2 millones de euros (más IVA) al ser ésta la oferta más ventajosa de todas las presentadas. En total, se ha interesado por el proyecto ocho firmas: además de Sando, Ferrovial, Acciona, Vías y Construcciones, la UTE Arpo-Abengoa, Constructora San José, la UTE Levantina-Tecnología de Montaje y Mantenimiento, y Cartuja.
La constructora se ha comprometido a ejecutar el proyecto de rehabilitación del edificio El Olivillo en un plazo máximo de 14 meses, una vez iniciados los trabajos, según recoge DIARIO Bahía de Cádiz de fuentes de la UCA. El reto final es la remodelación de este edificio abandonado a su suerte desde hace años para albergar un espacio de confluencia entre empresas y universidad, cuyo objetivo teórico es “el impulso de sectores industriales y empresariales desde la innovación, así como el apoyo a los emprendedores”.
La rehabilitación de El Olivillo, un edificio catalogado y protegido patrimonialmente en pleno casco histórico, constituye, según apuntaban meses atrás desde Planho Consultores –que redactó el proyecto básico-, “una gran complejidad técnica” ya que debemos “demoler la estructura pero respetando la fachada y el lenguaje arquitectónico del proyecto original, ampliando la construcción por detrás sin alterar la visión del edificio” que es, por otra parte, “de una enorme relevancia y singularidad para la ciudad”.
El Olivillo ocupa una parcela de 1.551 metros cuadrados, con 4.150 m2 construidos y distribuidos en sótano, cinco plantas y ático. El Centro de Transferencia Empresarial albergará en su día servicios de apoyo y asesoramiento para la innovación y desarrollo territorial (asesoría legal en innovación para empresas, consultoría en I+D+i, gestión de proyectos de innovación y asesoramiento tecnológico, Oficina de Proyectos Europeos, Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación, Oficina de Prácticas de Empresas y Empleo, así como las cátedras externas UCA); servicios de transferencia e innovación para las empresas (Fabricación Virtual. Ingeniería y Tecnologías de Diseño, Desarrollo y Simulación de Productos y Procesos Industriales, Ensayos no Destructivos, Instrumentación y Monitorización Inteligente, Ambiental y de Procesos Industriales, Fabricación Aditiva, Robótica Avanzada, Energías Renovables Marinas, Desarrollo y Diseño de Alimentos Agromarinos y Biotecnología de Algas); servicios de apoyo a los emprendedores (vivero para Empresas de Base Tecnológica –EBT- y empresas innovadoras, servicio de apoyo a emprendedores y las dependencias del Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial –CADE- de la Junta de Andalucía, así como la oficina de I+D+i de la Confederación de Empresarios de Cádiz –CEC-); y servicios comunes (dependencias de apoyo administrativo y técnico y uso de equipamientos).
Este singular edificio fue proyectado en 1937 por el prestigioso arquitecto Antonio Sánchez Esteve, que termina su construcción en 1943. Propiedad de la Junta de Andalucía, fue cedido a la Universidad de Cádiz en 1998. Tras más de 20 años cerrado, un informe técnico lo declara en ruina técnica en 2014. Está incluido en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz con nivel de protección tres. Es considerado un ejemplo de arquitectura racionalista en Andalucía.
A mediados de julio, la consejera de Hacienda y Administración Pública de la Junta de Andalucía, María Jesús Montero, visitaba Cádiz y mantenía una reunión de trabajo con el rector de la UCA, Eduardo González Mazo, en la que analizaron el seguimiento del convenio para la creación de este Centro de Transferencia Empresarial, proyecto que calificaba como “pulmón de talento y conocimiento”. Montero aprovechaba para asegurar que la puesta en marcha de este proyecto era “un clamor” en Cádiz.