La Zona Franca de Cádiz quiere que su incubadora de economía azul, Incubazul, cuente con la colaboración del Fondo para la Custodia y Recuperación de la Marisma Salinera (Salarte). La iniciativa, subvencionada con fondos europeos (cerca de 3,2 millones de euros) comenzaba a rodar el pasado otoño de manera provisional en el recinto interior (en el edificio Melkart), aunque en su momento irá alojada en Zona Base, cuando se construya en la parcela de la antigua Ibérica Aga en el polígono exterior.
Los responsables de ambas entidades se han mostrado de acuerdo, en una reciente reunión, en que la experiencia y vinculación con el mar de Salarte puede aportar conocimientos de interés para la incubadora e incluso han apuntado la posibilidad de que esta entidad sin ánimo de lucro pueda colaborar en tareas de mentorización con los proyectos incubados. El delegado del Estado de la Zona Franca, Fran González, se ha visto con dos representantes de la asociación, Juan Martín y Luis García Garrido.
Salarte, con sede en El Puerto de Santa María, y casi una década de existencia, trabaja para demostrar que la gestión sostenible de la marisma genera beneficios sociales y económicos, potencia la biodiversidad y refuerza el vínculo ciudadano con el territorio, desarrollando proyectos en el Parque Natural Bahía de Cádiz, el Espacio Natural Doñana y las Marismas de Trebujena, entre otros, y cuya gestión ha sido reconocida por numerosas entidades tanto públicas como privadas.
La incubadora de economía azul promovida por la Zona Franca está funcionando desde septiembre y ya son seis los proyectos que han solicitado su alojamiento, después de que Productos La Salá se haya sumado recientemente a los cinco que se incorporaron en los tres primeros meses (la mayoría salidos del evento científico Ocean Hackathon 2020). Este nuevo proyecto está dedicado al cultivo y extracción de la salicornia, una planta que crece en agua salada y que tiene importantes beneficios para la salud, a la vez que trata de conocer dónde y cuándo se pueden realizar los cultivos más productivos.
Los otros proyectos que ya se acogen a esta iniciativa son: I-Litter, sobre la cuantificación de la basura oceánica mediante imágenes; otro sobre educación azul destinado enseñar a los niños sobre los desechos marinos, su reutilización y la biodiversidad; una aplicación móvil para promover un nuevo modelo de turismo azul, más inclusivo y sostenible; otro más sobre la detección de plástico en las costas y en el mar mediante drones; y Trash Peak, que tiene como objetivo la fabricación de tablas de surf a partir de los plásticos de las costas utilizando la impresión 3D y las tecnologías de reciclado.
Los usuarios de la incubadora, que cuentan con un ecosistema de apoyo “en el que podría colaborar Salarte”, optan a servicios tales como mentorización, programas de intercambio, asesoramiento para financiación pública y privada, eventos o foros científicos, todo ello por un período máximo de un año para las iniciativas nuevas que se instalan en coworking, mientras que los proyectos más consolidados pasan a ocupar oficinas individuales por un tiempo máximo de cinco años.