JORNADA 40. Ilusión, nervios, cansancio, cabreo… todo mezcladito, y hasta viento de levante, en una noche llamada a ser histórica para el Cádiz CF y para la ciudad (y toda la provincia cadista). Los de Álvaro Cervera, tras dejar el pozo de Segunda B hace cuatro años (casi por sorpresa) y cuatro campañas madurando en Segunda (y ganando en profesionalidad como club, teóricamente ya saneado), siempre merodeando la zona alta, se plantaba este sábado, también por demérito de sus perseguidores, a un punto de confirmar matemáticamente el regreso a Primera división quince cursos después de aquel recordado ascenso de Chapín en 2005. Y con dos jornadas más por delante, afortunadamente. Porque la noche no acabó como se soñaba.
En frente, en el campo, el Fuenlabrada con aspiraciones de meterse en liguilla, tras un temporadón post-confinamiento. Dentro, el Carranza de nuevo sin pasión en la grada (por aquello del coronavirus). Y fuera, muchas ganas de celebrar (de ahí el multitudinario recibimiento al autobús, carne de crítica en todas las teles nacionales y entre la propia afición amarilla, dividida), y más llamadas todavía a la responsabilidad, al sentido común, a llevar mascarilla, mantener la distancia interpersonal… ¿pero cómo se contiene tanta alegría? Por si acaso, la fuente de las Puertas de Tierra se vallaba… para nada.
“Sabemos que pediros que celebréis en casa es difícil, pero al menos hagamos conciencia, es muy duro no celebrar un ascenso, pero sabremos celebrarlo de la forma más cadista y aséptica posible. No debemos ser portada de los informativos por la vergüenza que demos, sino por ser un ejemplo a seguir, seguro que tendrá repercusión mundial”, apuntaba horas antes la Federación de Peñas en un comunicado dirigido al cadismo.
Por su lado, uno de los protagonistas de este Cádiz, Cervera (junto a Cifuentes y Salvi, es de los pocos que, en lo deportivo, queda del necesario ascenso de Alicante de hace cuatro temporadas), al que se le podrá discutir su estilo y filosofía, pero el equipo está donde está, subrayaba en la previa sus ansias por acabar ya esta rara y adulterada temporada: “con esta presión es muy difícil vivir, jugar, pensar bien, es todo muy difícil. Cuando antes se acabe, mejor. Hemos llegado hasta aquí, demos el mérito a lo conseguido”.
UN MURO DEFENSIVO, PENALTIS, ANSIEDAD…
Y el once del, de momento frustrado ascenso: Cifuentes, el capitán, en la portería; Iza, Akapo, Marcos Mauro y Cala, en defensa; José Mari y el canterano Sergio González como pivotes, con Álex Fernández más adelantado; y arriba, Salvi, Perea y Choco Lozano. Nada anormal.
Desde el inicio, los de amarillo se mostraban más activos que los rojillos, un poco a la expectativa, metidos muy atrás. Excesivo movimiento de pelota en horizontal y poca profundidad. Así, la primera buena ocasión la tenía Juan Cala de cabeza, rematando un córner. El lebrijano también probaba de forma acrobática en otro saque de esquina posterior.
Era complicado superar el muro conformado por los de Sandoval. Iza Carcelén lanzaba un misil desde casi su casa que se iba fuera, en una falta, ya en la recta final. Y poco más en una primera mitad sin goles entre un equipo serio que al menos quería y controlaba la situación (y que a esas alturas estaba en Primera) y un rival pensando más en que no le marcaran.
Con el cambio, por parte local, de Álvaro Giménez por Choco, se reiniciaba el encuentro; y de repente, el Cádiz volvía a poner los pies en Segunda. Unas manos tontas de Cala en el área, penalti y gol, el 0-1, marcado por Hugo Fraile. Está claro que a los de la Tacita les gusta sufrir… Y para más inri, en la siguiente el árbitro dejaba a todos atónitos volviendo a pitar otra pena máxima en el área de Cifuentes. Tras minutos de incertidumbre mientras el VAR lo reconsideraba, se dio cuenta de un fuera de juego previo. A seguir, ahora con Nano Mesa ya en el campo, por el desaparecido Perea.
Le costaba a los de Cervera volver a meterse en el partido, con urgencias y ansiedad, y Jurado reemplazaba a José Mari. Poco después, Iza se retiraba lesionado y se aprovechaba para los dos últimos cambios: entrando Bodiger y Alejo. No pasaba nada salvo faltas e interrupciones, el Cádiz muy precipitado no sabía qué hacer y los madrileños mantenían una buena presión para no dejar pensar, y a perder tiempo.
Llegaba el último cuarto de hora reglamentario, y seguía el líder sin terminar de elaborar una jugada decente, y mucho menos de probar los reflejos de Femenías. Se añadían ocho minutos de propina, y se concretaba una ocasión de Nano que parecía que entraba, pero no; el disparo de lejos de Jurado; el lío de piernas y rebotes en el área del Fuenla… nada.
Derrota. Y derrotados. Cara de circunstancias en todo el cadismo, que ya tocaba el ascenso con la palma de las manos. Ascenso que sigue ahí, que a nadie se le olvide. “Hay mucha presión, angustia y ansiedad y es muy difícil. Hay que simplificar a veces”, terminaba remarcando el técnico en rueda de prensa, sin poder esconder el enfado con sus hombres. Salvo catástrofe, se subirá, quedan dos partidos, e incluso si el Zaragoza no gana este domingo, se podrá respirar tranquilo… pero qué bonito hubiera sido no-celebrarlo (que riñen) ya esta noche. DIARIO Bahía de Cádiz Dany Rodway