JORNADA 28. Sábado frío y ventoso (y menos lluvioso de lo pronosticado) en el Nuevo Mirandilla para recibir a todo un Atlético de Madrid, con bajas, como las de Griezmann, José María Giménez, Thomas Lemar o Azpilicueta. Una nueva final para un Cádiz ansioso por lograr esa victoria que se le resiste desde principios de septiembre, que al menos en las últimas jornadas ha exhibido mejores sensaciones (y más actitud y competitividad que puntos), pero que sigue hundido en zona de descenso a Segunda.
“Queremos dar otro paso adelante a pesar de que tengamos enfrente a un rival de jerarquía. Queremos volver a transmitir esa energía de que el equipo puede conseguirlo. Queremos seguir por esa senda, centrarnos en lo que tenemos que hacer y tener una alta concentración”, apuntaba Mauricio Pellegrino en la previa del choque.
Un duelo (con el dulce recuerdo de la victoria en casa ante los de Simeone de la pasada campaña in extremis) con una novedad en el once titular amarillo: el debut atrás del sirio Ousou, uno de los fichajes invernales todavía inédito. Así, salían de inicio Conan Ledesma, bajo palos; Iza, Javi Hernández, Chust y Ousou, en la zaga; Lucas Alcaraz y Kouamé, en el centro del campo, con Sobrino y Robert Navarro como extremos, y Maxi Gómez y Juanmi, como hombres más adelantados.
Los de casa supieron sobreponerse a tres minutos iniciales en los que los colchoneros no soltaban la pelota y, con ímpetu y algún destello de calidad inusual (Robert Navarro, descomunal) fueron contrarrestando la superioridad teórica del rival, e igualando la contienda, sin ocasiones en su primera fase; se llegaba hasta los dominios de Oblak, aunque nadie culminaba probando al portero. Un buen centro de Iza al área chica al que no llegaba Juanmi por poco se convertía en la primera medio-ocasión, pasado el minuto 15.
El Cádiz cada vez se lo creía más, haciendo pequeñito al Atleti, y mereciéndose el gol, que subía en el 24, en un cabezazo del ex del Betis a centro de Rubén Sobrino. El Nuevo Mirandilla, con unas 16.000 almas en la grada, estallaba de júbilo.
Dos minutos después, replicaba Lino con un disparo fácil para Ledesma; y volvía a intentarlo poco después con algo de más potencia. Los madrileños, con todo, no terminaban de hacerle daño a un Cádiz motivado que, para más inri, en el 40 reclamaba penalti por mano (descarada) de Paulista, que ni el árbitro ni el VAR quisieron ver. Y con más intensidad que juego, se llegaba al ecuador, tras unos primeros cuarenta y cinco minutos de los de Pellegrino intachables, impecables.
SEGUNDO DE JUANMI Y UN ATLETI SIN REACCIÓN
Un tímido disparo de Correa, recién incorporado, ponía en aviso pronto en la segunda parte a los gaditanos, que no debían pecar de meterse atrás a aguantar las previsibles embestidas del contrario. Y no lo hizo del todo, continuó presionando arriba cuando tocaba y defendiendo con uñas y dientes los ataques densos de los rojiblancos.
Y en el minuto 63, el malagueño Juanmi volvía a acertar aprovechando un desacierto defensivo, haciendo el 2-0, un tanto cantado con cierta precaución ante el temor que el VAR se inventara cualquier historia para anularlo.
Era el momento de mover el banquillo, se retiraban Juanmi (ovacionado), Kouamé y Maxi Gómez, y entraban como refrescos Chris Ramos, Álex Fernández y Samassékou. Ledesma, con reflejos, salvaba el primero colchonero en el 71, una ocasión de Morata con todo a favor. Lucas Pires reemplazaba a Robert Navarro, también aclamado al despedirse cojeando, y poco después Alejo entraba por Sobrino.
El tramo final (sumando los seis de propina del descuento), con los del Cholo impotentes y el Cádiz cómodo y crecido, el estadio empezaba a vivir, ya sí, su fiesta particular tras medio año de penas, angustias y cabreos. Y estaba cerca el tercer tanto, con un cabezazo de Chris que rechazaba la defensa.
Más de medio año después (23 partidos, que se dice pronto…) este Cádiz (que terminaba dando la vuelta al ‘ruedo’ celebrando los tres puntos como si fueran veinte o treinta) se quita al fin ese nudo que lo mantenía atenazado mentalmente desde hace demasiadas jornadas, y tras los últimos buenos partidos ante el Celta y el Rayo, se recoge la cosecha, con un partidazo ante un rival de Champions. Una victoria que no servirá de nada si no se mantiene este nivel y hechuras en las diez finales que restan para seguir teniendo opciones reales de sacar la cabeza de abajo. De momento, la afición se iba para casa deseando más que nunca la victoria del Real Madrid ante el Celta.
“Estamos contentos porque necesitábamos un estímulo positivo, los jugadores venían trabajando muy bien y se lo merecen; deben sentir que podemos ganar partidos. Tenemos mucha capacidad, ojalá que esto sea el punto de inflexión. Nos vamos con el sentimiento de haber jugado mejor que el adversario, de satisfacción porque se lo merecen todos”, apuntaba el entrenador argentino en su análisis del feliz encuentro. Y encima, apenas llovió… Dany Rodway DIARIO Bahía de Cádiz