CRÍTICA. Gagfather de Yllana trata sobre la persecución de un policía y sus tres atontados ayudantes, reclutados para este trabajo, que se inicia contra cuatro malvados y perversos monstruo-gánsteres que aterrorizan la ciudad. Casualidad o no, la celebración anual del Halloween, que poco a poco nos atrapa a todos con ese medio carnaval de terror, coincidió en Cádiz con la representación de esta obra cómica, que trata sobre la sempiterna lucha entre policías y delincuentes –en este caso, gánsteres mafiosos–. Como si en una fiesta de Halloween participasen, los gánsteres tienen la guisa de la familia Monster; personalidades monstruosas que, desde el punto de vista escénico, son un disfraz para que los mismos actores puedan duplicar sus personajes.
El título de la obra es una declaración de intenciones en sí misma. Una mezcla de alusiones al casi homofónico título del famoso film El Padrino (The Godfather), a los grupos criminales (gangs), y a la forma primordial que Yllana utiliza para manifestarse teatralmente: el gag.
Como en todas sus obras, Yllana recurre en Gagfather al diálogo gestual sin texto –alguna onomatopeya o palabra suelta casi indistinguible–, o a la utilización de la imagen sin palabras para transmitir humor, como se define específicamente el gag. Gagfather consta de una serie de números compuestos por gags relacionados con los estereotipos del cine negro; en concreto del cine de gánsteres, con sus persecuciones policiales, atracos, actos criminales y luchas internas por hacerse con el botín. Pero la historia es lo de menos en Gagfather; si se puede llamar historia al engarce de números, inconexos entre sí, que secuencian Gagfather y cuyo único propósito es conseguir hacer reír al público, como sea. Lo consigue, aunque se tarde un poco en “entrar en calor”; con una comicidad efectista y sin finura en la mayoría de los gags. Pero las carcajadas se producen in crescendo según avanza la función, y Gagfather tiene momentos de auténtica hilaridad en el último tercio de la obra, que hacen olvidar rápidamente la irregularidad cómica de los primeros números.
Yllana plantea Gagfather como un homenaje al cine negro, llevando al espectador hacia la visión de los bajos fondos. Bajos fondos tomados en sentido amplio, porque Gagfather es un viaje también al descubrimiento de las pasiones menos virtuosas de las personas. La obra destila, sobre todo, humor irreverente con las instituciones, superando la mera intención de hacer reír, para mandarles de paso un recadito a policías, curas y personas de bien, cuya honorabilidad… se les supone. Es una parodia de la lucha entre policía y mafiosos pero sin la dicotomía entre el bien y el mal. En Gagfather, la lucha no es entre la ley y los malhechores, sino entre los malos por vocación mafia y malos por ocasión (policías… y algunos más). Por eso, Yllana nos regala una mirada crítica, acerba y ruda, de las fuerzas del orden y de las instituciones regladas por la ley -incluso espiritual- y el orden.
Como una metáfora de la ambivalencia maléfica, los mismos actores interpretan papeles de policías y de gánsteres. La duplicación de personalidades, con la careta interpuesta, facilita asimismo la multiplicidad de combinaciones situacionales en las escenas: policías o gánsteres al completo, o una mezcla variable entre ambos. Desde el punto de vista cómico, son escenas de trazo grueso-grueso en más ocasiones de las necesarias, incluso en algún momento el gag se lleva al límite de lo (ingeniosamente) procaz.
Luis Cao, Fidel Fernández, Juan Fran Dorado y Jony Elías dan vida a los personajes –sin percibirse sus cambios de personajes y vestuario– con desenfado y sin sutilezas actorales, además de mostrar ingenio en las ocurrencias en vivo y para resolver algunas situaciones no previstas. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
‘Gagfather’. Yllana, idea y escenografía. Eduardo Moreno, escenografía. Anna Tusell, vestuario. Alberto Fernández, diseño de sonido. Elenco: Fidel Fernández, Luis Cao, Juan Fran Dorado, Jony Elías.
Lugar y día: Gran Teatro Falla de Cádiz, 30 de octubre de 2015. Asistencia: casi lleno.
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