Alrededor de un año y tres meses después de que la pandemia del coronavirus trastocara el turismo a nivel mundial y los puertos españoles se cerraran a la escala de cruceros, el Puerto de Cádiz volverá a recibir a uno de estos buques, tras levantarse dicha prohibición.
Será el Mein Schiff 2, que tiene previsto atracar el lunes 21 bien temprano proveniente de Cartagena y partir ya por la tarde con destino Málaga. Trae a bordo 1.800 pasajeros y 600 tripulantes. La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) tiene listo ya un protocolo para garantizar la seguridad tanto de estos turistas de horas como de los gaditanos, “y velará para su estricto cumplimiento”.
A partir de ahora el Puerto de Cádiz prevé ir recuperando poco a poco la normalidad respecto a este tipo de tráfico, que tan buenas cifras estaba dejando desde hace años. De este modo, actualmente tiene previstas cuatro escalas en julio, 10 en agosto, 32 en septiembre, 57 en octubre, 41 en noviembre y 17 en diciembre. En caso de confirmarse, “todas ellas deberán someterse al protocolo y cumplir con las condiciones que establezca la normativa, tanto para cruceros nacionales como internacionales en cada momento”, se insiste en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
Hasta 322 cruceros y unos 400.000 cruceristas esperaba recibir el Puerto de la Bahía de Cádiz a lo largo del pasado 2020, consolidando el volumen de tráfico de los dos últimos años. Pero la crisis sanitaria truncó todos los registros desde que a mediados de marzo se prohibieron los atraques por prevención.
Hasta entonces, la evolución de este tráfico en Cádiz parecía imparable, aunque estabilizada, pues desde 2010 se mantenía más o menos constante. Así, hace más de veinte años, en 1998, se registraron 125 cruceros y 66.305 pasajeros; diez años después, en 2008, las cifras subían a 251 atraques y 224.905 cruceristas. En 2018 se superaron por primera vez las 300 escalas (con 322, y más de 424.000 pasajeros), y en 2019 se cerraba el ejercicio con alrededor de 320. En ese ejercicio, el Puerto gaditano se situaba como destino preferente en la península, ocupando el tercer lugar, superado sólo por Barcelona y Málaga en número de cruceristas.
Según el último estudio realizado por la Junta de Andalucía sobre el turismo de cruceros en la comunidad autónoma, el gasto medio por crucerista y día en puerto de escala se establecía (al menos en la era pre-Covid) en 40,6 euros, por lo que el impacto anual en Cádiz y su zona de influencia ascendería a 18 millones de euros.
UN ESTRICTO PROTOCOLO
Para garantizar la prevención de transmisión del Covid-19 durante estas escalas, la APBC ha puesto en marcha un protocolo, redactado al amparo de las directrices emitidas por las autoridades sanitarias, en el que implica a operadores, pasajeros y tripulantes, entre otros.
Como norma general, se aplicarán las medidas necesarias para impedir el embarque de personas infectadas, disminuir la probabilidad de transmisión a bordo, detectar de forma temprana los casos y manejarlos adecuadamente hasta su desembarco e identificar y someter a cuarentena a sus contactos estrechos.
Al mismo tiempo, se adoptan medidas para limitar el contacto entre las personas, estableciendo grupos de pasajeros y tripulantes, con horarios diferentes de comida, embarque y desembarque, así como participación en actividades del barco, de tal forma que se produzca la menor interacción posible entre los grupos.
El protocolo establece que el operador del crucero (naviero o armador) disponga de un procedimiento para la prevención y mitigación de riesgos sanitarios derivados del coronavirus en el que se especifiquen las medidas adoptadas.
El procedimiento debe ir acompañado de la Declaración Responsable y el operador debe remitirla tanto a Puertos del Estado como a la APBC, que a su vez la remitirá a Sanidad Exterior en Cádiz, Capitanía Marítima y delegación territorial de Salud de la Junta de Andalucía.
Entre otras medidas, las navieras deberán designar a una persona a bordo como responsable directo de la aplicación del contenido del procedimiento, limitar el aforo al 70-75% y asegurar una tripulación mínima de seguridad en caso de brote a bordo.
Los barcos deberán tener también capacidad de realizar pruebas diagnósticas a bordo, así como instalaciones médicas con suficiente capacidad y dotación para poder atender posibles contagios y espacios destinados a aislamiento, además de EPIs, procedimientos de limpieza y desinfección y sistemas de ventilación en espacios interiores que garanticen la salubridad del aire.
El protocolo incluye también la realización de pruebas PCR o de antígenos en el tercer o cuarto día de inicio del crucero a todos los pasajeros; que además deben usar mascarillas, garantizar la distancia social y lavarse las manos, además de evitar aglomeraciones; y facilitar información de control sanitario a través de una aplicación específica. También para la tripulación se plantean medidas de prevención, como la realización de pruebas que deberá ser negativa para poder embarcar.
Respecto a la operativa de embarque y desembarque, el operador controlará la temperatura, además de la documentación sanitaria y de hacer un control visual de signos compatibles con la enfermedad. Se discriminarán los casos sospechosos. Para asegurar la distancia social y evitar aglomeraciones en las terminales, se establecen salidas y entradas escalonadas, y la señalización de los circuitos de flujos de personas.