Los Ángeles Lampareros han recuperado su ubicación en los laterales del altar mayor de la Catedral de Cádiz. Este lunes se ha presentado el resultado de la finalización de los trabajos de restauración.
Desde que Ars Nova Restauraciones iniciara este proceso, han sido arduas labores que han ocupado un año y medio de trabajo durante los cuales las esculturas se han sometido a procesos de consolidación y de limpieza. Destaca de su restauración, los importantes trabajos de eliminación de las numerosas capas de gruesos repintes que presentaban, y que los mostraban en blanco, queriéndolos hacer parecer marmóreos cuando originalmente estaban policromados. Se ha logrado extraer esta policromía original subyacente, siendo, ahora, las que lucen sendas esculturas.
El deán de la Catedral, Ricardo Jiménez, ha insistido en que ha sido un “proceso laborioso”, pero del que han quedado muy satisfechos del resultado final. “El Cabildo, a pesar de estos duros momentos, sigue invirtiendo en el mantenimiento del patrimonio para que sea cada vez más conocido y más apreciado”, ha apostillado.
Por su parte, el ecónomo del Cabildo Catedral, Balbino Reguera, ha repasado las últimas actuaciones que viene realizando el Cabildo en materia de patrimonio, a la vez que ha reconocido que, debido a la situación económica, no se va a poder seguir al mismo ritmo que hasta ahora. “En estos momentos podemos terminar todos los trabajos de restauración que están comprometidos pero, una vez finalicen, tenemos que valorar hasta dónde podemos llegar”. Desde que se reabrió la Catedral gaditana, tras el estado de alarma, las visitas turísticas han descendido casi un 80%. Desde el 7 de agosto hasta el 18 de octubre han visitado la Seo 20.550 personas, siendo en el mismo periodo del año anterior más de 89.000.
BAJO NUMEROSAS CAPAS DE GRUESOS REPINTES
En cuanto a la restauración de estos Ángeles Lampareros, Fabián Pérez, de Ars Nova, ha destacado los importantes trabajos de eliminación de las numerosas capas de gruesos repintes que presentaban, y que los mostraban en blanco: “hemos logrado extraer esta policromía original subyacente, siendo, ahora, las que lucen sendas esculturas”.
Según relatan desde el Obispado en un comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz, se tratan de esculturas barrocas del siglo XVIII de las cuales se desconoce su autoría y procedencia, “aunque muchas de las obras de arte que ornamentan la Catedral nueva proceden de la Catedral vieja, actual iglesia de la Santa Cruz, siendo trasladadas cuando en 1838 se bendice el nuevo templo catedralicio. Otras tantas fueron traídas desde conventos desamortizados a lo largo del siglo XIX, de modo que encontraron nuevo emplazamiento en esta catedral”.
En el estado de conservación en el que se encontraban las esculturas, al iniciarse los trabajos de restauración, impedían identificar muchos de sus rasgos de estilo, incluso técnicos, que ayudaran a buscar afinidades y similitudes con otras obras y autores. Al respecto, han sido puestas como hipótesis que se trataran de dos de los Ángeles Lampareros que Domenico Giscardi realizara para los retablos del Torreón de la Parroquia de Santa Cruz mediando el siglo XVIII, del que se dicen eran de yeso policromado. Las esculturas parecían realizadas en yeso antes de iniciar la restauración, dado el embotamiento de cales que presentaban, sin embargo, tras los trabajos, no parecen ser de dicho autor, el cual ciertamente tiene una producción destacada tanto en Cádiz como en la misma Iglesia de Santa Cruz.
Tras su restauración, sin embargo, los Ángeles Lampareros parecen acercarse, más bien, al estilo plenamente barroco del siglo XVIII de, por ejemplo, un Pedro Duque Cornejo o, tal vez, más probablemente, a la obra de un autor como Hita del Castillo, con una producción tan amplia dentro de la ciudad de Cádiz. Las similitudes con obras de este autor son amplias, incluso podrían ser puestas en relación con esculturas como la Virgen de los Ángeles de la Iglesia del Rosario, siendo necesario atender también a un estudio de su policromía para ponerlo en una más exacta relación con otras obras y autores.
De otro lado, las gruesas capas de repintes blancos, dispuestos en sucesivas capas, unas sobre otras, no sólo ocultaban sus detalles cromáticos, de policromía y otros aspectos técnicos, como sus ojos de cristal o encarnaduras al pulimento, sino que impedía observar con detalle el modelado de su talla, intensamente embotado por los citados repintes.
Las alteraciones más destacadas de su estado de conservación hacían referencia, precisamente, a los repintes que pretendieron ocultar uno de sus rasgos más netamente barroco como es su exuberante policromía de rocalla, con ramilletes de flores y destacados elementos dorados y con corlas de color carmín y verde. El gusto neoclásico, que abominaba de los excesos decorativos del barroco, de modo singular, del barroco del siglo XVIII, ocultó todos esos elementos bajo unas capas de color que le confirieron a las esculturas el aspecto pétreo que mostraban al iniciarse los trabajos de restauración.
De las numerosas capas de repintes identificados (se han podido observar visualmente la superposición de cuatro repintes sobre la policromía original subyacente), sólo el primero de dichos repintes respetó cierto carácter cromático de la escultura, pues redujo la policromía a planos lisos de color dentro de una paleta cromática apastelada (suaves verdes, amarillos blanquecinos, pálidos grises y rosas). Este repinte plano es característico del neoclasicismo, pero la gama de color apastelada es aún heredera de una tradición tardobarroca característica del rococó, por lo que se puede imaginar que este primer repinte se produjo en los primeros años de la segunda mitad del siglo XVIII.
Este primer repinte, por lo tanto, no debió producirse en su actual ubicación de la Catedral, pues ésta estaría aún en proceso de construcción. Sí que es probable, que los posteriores repintes tendentes a reducir su aspecto al blanco marmóreo, sí fueran aplicados para integrarlos en el aspecto general de la Catedral nueva inaugurada en 1838, donde predomina el color blanco de sus columnas marmóreas y de sus cornisas y bóvedas calizas. Además, cuando se bendice la Seo gaditana, el gusto artístico ya estaba plenamente imbuido de la estética neoclásica que valoraba el aspecto pétreo como un rasgo noble en la obra artística, frente al realismo barroco de la madera policromada; “todo ello, parece explicar precisamente este cambio de aspecto en sendos ángeles”, se subraya.
Sin embargo, a pesar de dichos gruesos repintes, se adivinaba bajo ellos la presencia de relieves decorativos de estilo barroco, lo cual determinó la realización de unas pruebas preliminares, realizadas en marzo de 2017, para observar mediante unas catas, la presencia de dichas policromías subyacentes.
Otras alteraciones observadas y destacables en las esculturas restauradas y recolocadas han sido las referentes a problemas de deterioro material de la madera por ataque de hongos, lo cual ha necesitado de trabajos de consolidación y de injertos de madera para devolver consistencia estructural a los ángeles. Presentaban, igualmente, fisuras y movilidad en algunos de sus elementos ensamblados, como brazos y piernas, entre otras partes, y que han requerido su desmontaje y consolidación eliminando clavos de hierro internos que habían perdido su capacidad de armado estructural.
Los trabajos de limpieza de las policromías subyacentes y de reconstrucción para su puesta en valor, han sido, igualmente, trabajos “muy destacados” realizados durante la restauración.