CRÍTICA. El ciclo Conciertos para la Libertad del verano gaditano tuvo otra de sus grandes noches con Miguel Poveda, el 1 de agosto, que sufrió de lo lindo con el frío viento de poniente para completar un larguísimo programa que incluyó varias sorpresas. Entre ellas, su interpretación por vez primera de Las Habaneras de Cádiz y, sobre todo, la participación como artistas invitados de artistas renombrados: Marina Heredia, David Palomar, Antonio Reyes, Kiko Peña y Rancapino.
Con exquisito cuidado para no molestar a nadie, Miguel Poveda puso el punto sobre las íes durante su Concierto para la Libertad. A las primeras de cambio, para explicar por qué comenzó a cantar sin esperar a que todo el mundo estuviera acomodado en sus asientos: habían pasado quince minutos desde la hora prevista para el comienzo del concierto, creía que por respeto a la mayoría de los concurrentes que le esperaban impaciente debía iniciar su andadura musical y, sobre todo, porque el frío debido al viento comenzaba a afectar considerablemente su voz. Excusas tácitamente aceptadas por el público que al menos apaciguaron los ánimos de algunos airados espectadores, afectados por el retraso considerable de los organizadores en ubicar a cada uno en su sitio.
También, se definió en otro momento en contra de toda violencia y elevó su protesta por las terribles consecuencias en la población civil de la incursión militar israelí en Gaza. Como en otras ocasiones, el artista precisó que se consideraba compañero de todos los artistas de su profesión, y partidario de ayudar a los amigos; como le ayudaron a él hace once años en los comienzos de su carrera. Dicho y hecho: invitó al escenario en cuanto pudo a Kiko Peña, el joven cantaor nacido en Écija, que con 18 años está aún en los albores de su carrera artística.
El programa de su concierto siguió el esquema de Intimo, el programa que tuvimos la fortuna de escuchar el año pasado: Tras una breve introducción instrumental de su grupo al completo, incluido el maestro Amargós al piano, con Para la libertad de Miguel Hernández inició el repertorio dedicado a los poetas, que remató con el emotivo Soneto de la carta. El descanso y cambio de vestuario del artista para iniciar la tanda dedicada al cante flamenco motivó que el cañaílla Jesús Guerrero, acompañado por percusión y palmas, deleitara a la guitarra con una colorista fantasía flamenca, vibrante y enérgica. Miguel Poveda inició su serie flamenca con las alegrías y bulerías de Cádiz, que completó El Londro de Jerez. La teatralización de su malagueña de Peñaranda con una voz que empezaba a sufrir con el frío de poniente -aunque él se empeñara en llamarlo “de levante”- compensó la audición del palo, mezclado con el ruido producido por el viento que amplificaba la megafonía. Inevitablemente, el viento cobró protagonismo para hacer sufrir un poco al público, y un dolor al cantante –“¡qué fresquito hace…!”, murmuraba de vez en cuando-. A pesar del inevitable daño en las cuerdas vocales, que se hizo notar en la parte final del concierto, el artista completó una noche memorable con la interpretación de su repertorio a corazón abierto y con la sorpresa que regaló a todos en el Castillo de San Sebastián.
A mitad de su tanda flamenca, subieron al escenario a invitación suya Kiko Peña -tiene a Poveda como padrino artístico-, Rancapino –a quien quiso tributar el artista catalán su particular y personal homenaje – y los dos artistas de la tierra, cada vez más nombrados y valorados: el gaditano David Palomar y Antonio Reyes de Chiclana. La granadina Marina Heredia completó el grupo de voces que una a una completaron un pase por el mismo martinete, cada uno con su matiz y su estilo.
Más tarde, tras la otra media tanda dedicada al flamenco, en donde recordó especialmente a Lole y Manuel, volvieron los invitados a subir al escenario en el tercio dedicado a la copla. Se lució especialmente Marina Heredia en su intervención y cerró Miguel Poveda esta parte, como siempre impresionante.
En la propina, que vino a ser como la cuarta parte del concierto, el artista cantó la última parte de Tres puñales, solicitada a voces por el público, pero la voz de Miguel Poveda no estaba para muchos trotes. Sin embargo, improvisó su primera interpretación en público de las Habaneras de Cádiz, casi un himno de la ciudad que corearon cientos de espectadores. Dedicó la canción por supuesto a Cádiz, pero sobre todo a la memoria de Carlos Cano y al autor del poema, Antonio Burgos, que en primera fila asistió al concierto. La leyenda del tiempo de Camarón, que cantó con los artistas invitados, fue el cierre del prolongado concierto, tres horas y media, con un final de fiesta al estilo jerezano. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL CONCIERTO:
Conciertos para la Libertad.
Miguel Poveda. Joan Albert Amargós, piano. Jesús Guerrero y Juan Gómez Chiquelo, guitarras. Paco González, percusión. Miguel Londro, segunda voz y palmas. Diego Montoya y Carlos Grilo, palmas. Programa: I– Instrumental / Poemasde F. García Lorca, y M. Hernández / Fantasía (Jesús Guerrero) II.- Flamenco: Alegrías y bulerías de Cádiz (con M. Londro) / Malagueña de Peñaranda / Martinetes (con invitados) / Tientos-Tango / Seguiriya (hondo y sin soga) / Nuevo día / Todo es de color / Bulería de Jerez (el alfarero). III- Popurrí de coplas / Vente tú; conmigo / La senda del viento / A ciegas / Y sin embargo, te quiero / ¿Dónde estará mi amor? IV- Tres puñales / Leyenda del tiempo (con invitados) / Bulerías (con invitados).
Lugar y día: Castillo de San Sebastián de Cádiz, 1 de agosto de 2014. Asistencia: lleno.