CRÍTICA. Nunca hubiera imaginado que un anuncio como el siguiente: “La Caleta se llena de Medusa”, consiguiera completar, a rebosar, el Castillo de San Sebastián, cuyo espigón de acceso conforma uno de los límites de la popularísima playa gaditana. El truco está en que la medusa invasora no lo era en realidad, ya que se trataba de la gaditana Sara Baras, encarnando uno de los mitos de la Grecia Antigua: Medusa, una mujer injustamente condenada, después de haber sido violada por Poseidón, a la fealdad y a convertir en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos.
El mito de Medusa, que consiguió despertar la curiosidad del propio Sigmund Freud (tecleen “Sigmund Freud + Medusa” en Google, y vean el resultado), es rescatado por Sara Baras, en una producción que deriva por derroteros diferentes de por los que hasta ahora había venido navegando a bordo de sus espectáculos, que esencialmente eran flamencos. Un giro que la aleja de sus incondicionales amantes del flamenco elegante, su santo y seña de identidad, y que la acerca, irremediablemente, a otros públicos, más amplios, y menos de aquí: Más lejanos en el sentir del arte flamenco, sus coplas y sus bailes.
Qué duda cabe que después de esta producción, otros horizontes se le abren a esta gaditana que ya posee fama mundial, pues su espectáculo ‘Medusa’ ha roto las estadísticas y ha llenado todos los auditorios por donde ha paseado el mito griego convertido, y por este orden, en teatro, música y baile.
Cuando las cosas son así, tan avaladas por la multitudinaria asistencia de público, lo difícil es encontrar el hueco para la crítica, y el que suscribe, con alegría por una parte, pero con bastante desazón por otra, tiene que ceñirse a una descripción más o menos poético-sentimental de lo que vio y escuchó. Y lo que vi, fue poquito, muy poquito decorado y una música fuerte, muy fuerte, que no tuve las entendederas suficientes como para comprender con qué tipo de hilo o encaje estaba tejida, pues se me antojó que los mimbres eran de distinta procedencia y que no encajaban… En fin, un poco de sensación de que había sido hecha con el método de “Corta y pega”, por el simple hecho de que “suena ben”.
Y también oí al respetable decir que la organización había puesto unas sillas muy incómodas para lo cara que eran las entradas. Y también oí aplausos del público cuando lo que se tocaba y bailaba era flamenco, y también oí aplausos, contenidos y poquitos, cuando lo que se hacía en el escenario eran otras artes…
Y también he quedado convencido, una vez más, de que el patio del Castillo de San Sebastián es feo y cuartelero, pero que para llegar hasta él, hay un camino por el espigón, largo y precioso.
‘Medusa’ aparta a Sara de su elegancia, pero a la vez le hace tocar al otro “gran público”, con el dedo de la fama. Sara, baila menos, y a cambio, gestualiza e interpreta, incorporando expresiones más explícitas y menos insinuantes. Una sensualidad que intuimos se va ir desvaneciendo de sus mágicos brazos, a fuerza de sentenciar, aunque sea de ficción, condenando a los que la miran a sus ojos del pasado, a la petrificación eterna.
El jueves 14 de agosto vimos un espectáculo que llena todos los recintos donde se anuncia, y a una Sara que se nos va, inalcanzable, dejando atrás al mito que fue en su tierra, en busca de otros horizontes, otras estéticas y otras gentes. Aunque en nuestros corazones seguirá viva la Sara de los niños de la Tertulia Flamenca de la Isla y la gran gaditana que ha pregonado su tierra por donde quiera que ha ido, zapateando y moviendo los brazos como nadie. DIARIO Bahía de Cádiz Jesús Sánchez Ferragut
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Medusa. Ballet Flamenco Sara Baras
Sara Baras; Perseo: José Serrano; La Conciencia: Juan Carlos Vellido; Poseidón: David Martín; Atenea: Carmen Camacho. Dirección musical: Keko Baldomero.
Lugar: Catillo de San Sebastián. Cádiz. 14 de agosto de 2014. Aforo completo.