La Casa de Iberoamérica de Cádiz acoge hasta finales de abril la muestra ‘9.980 km. El horizonte que nos separa’; exposición organizada por la sociedad municipal Cádiz 2012, que gestiona la antigua cárcel Real, en la que colaboran: la Fundación Municipal de Cultura de Salamanca, el Museo de Arte Contemporáneo de Salamanca DA2, la Fundación Luz Austral de Argentina, la Fundación Provincial de la Diputación de Cádiz y el Consulado General de Argentina en Cádiz.
La exhibición de fotografías se realizó por primera vez en el Museo de Arte Contemporáneo DA2 de Salamanca, en colaboración con el Festival de la Luz de Buenos Aires. En aquella ocasión se pretendía establecer una conexión entre dos mundos tan lejanos y cercanos a la vez: autores argentinos y españoles compartieron salas para ofrecer una visión conjunta.
Tras su paso por Castellón, la iniciativa llega ahora a la capital gaditana, esta vez con autores argentinos contemporáneos como protagonistas. Así, se pueden ver obras de Alejandro Almaraz, María José D’Amico, Lorena Guillén Vaschetti, Celeste Martínez y Esteban Pastorino. A ellos se unen dos piezas de Arturo Aguiar, que cede la Diputación gaditana.
Los autores tratan temáticas diversas, se evidencia en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz. Con Alejandro Almaraz se visitan míticos edificios “a los que ya no tenemos que acudir porque los conocemos desde lo virtual”. María José D’Amico retrata los espacios desolados por la ausencia que en otro tiempo fueron hogares habitados por familias. O Lorena Guillén Vaschetti reflexiona en sus obras sobre el pasado y la memoria oculta, “que aparece rescatada tras muchos años de no ver la luz”.
Celeste Martínez, en cambio, profundiza en el horizonte “que nos tiene reservado la naturaleza: la muerte”. Su lenguaje bebe de las fuentes de la medicina, la antropología y el arte. Y Esteban Pastorino, por su parte, propone con sus piezas una recreación de lugares límite y fronterizos, “esos escenarios que se muestran para esconder”.
En ‘9.980 km. El horizonte que nos separa’, el diálogo se establece entre los autores y la ciudad de Cádiz. “Las torres vigía servían para avistar primero los barcos que de allí venían; el horizonte así era visible más lejos, mientras que la cometa, enseña de colores, que volaba en la torre, era lo primero que distinguían los comerciantes”, explica el comisario de la muestra, Fernando García Malmierca El horizonte al que se refiere es “ese que nos separa y que, una vez más, nos une y acerca por medio del arte y las vivencias acumuladas”.