El sábado 18 de agosto se han cumplido 71 años de la explosión de Cádiz de 1947. Ese día, al anochecer, estalló un depósito de minas submarinas situado en pleno corazón del barrio de San Severiano y se cobró la vida de al menos 150 personas, según la cifra oficial, y hubo unos 2.000 edificios afectados, sobre todo en extramuros.
El Ayuntamiento promovió durante la jornada los actos ya casi habituales para recordar a las víctimas de este oscuro suceso acaecido durante los primeros años del franquismo; entre ellos, la inauguración oficial de una exposición al respecto, que lleva abierta desde hace un año.
Por la tarde, los actos se centraron en al barrio de San Severiano con una ruta guiada por los lugares de la explosión, con el Instituto Hidrográfico de la Marina como punto de encuentro. Y ya al anochecer, se llevaba a cabo la lectura de los nombres y apellidos de cada una de las 150 víctimas de la tragedia, y se realizaba la ofrenda floral junto al monumento que las recuerda: con la participación, entre otros, del primer teniente de alcalde, Martín Vila, y del subdelegado del Gobierno, José Pacheco. Detrás de estas actividades están el Ayuntamiento y el Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), junto a la Diputación y la Federación de AAVV Vecinos de Cádiz-5 de Abril
Y por la mañana, al fin se abrió de forma oficial en el castillo de Santa Catalina la exposición permanente sobre la explosión de Cádiz de 1947; se produce un año después de la apertura, ya que en 2017 se aplazó este acto formal ante los atentados ocurridos en Cambrils y Barcelona.
Esta muestra, según se ha trasladado a DIARIO Bahía de Cádiz, recoge objetos personales de las víctimas, fotografías y documentos originales además de una gran maqueta de cómo era el Cádiz de la época.
En los últimos meses ha incorporado además nuevos objetos, como dos pilas de agua de la antigua Casa Cuna, una memoria resumen de la actuación de la comisión pro-damnificados por la catástrofe de Cádiz, la relación de menores que, en calidad de albergados y expósitos, se encontraban en el Hogar Provincial del Niño Jesús y que perecieron como consecuencia de la trágica catástrofe o expedientes relacionado con la explosión.
UN POCO DE HISTORIA
El fatídico 18 de agosto de 1947 se produjo, por la noche, una explosión en un depósito de minas de la Base de Defensas Submarinas; suceso que arrojó el balance de más de 150 personas muertas, 5.000 heridos, y 2.000 edificios afectados.
Aquella noche la onda expansiva arrasó el barrio de San Severiano y los astilleros, los edificios de la barriada España, los chalets de Bahía Blanca, los Cuarteles, la Casa Cuna, el campo de la Mirandilla y el sanatorio Madre de Dios. En la Casa Cuna murieron niños y hermanas de la Caridad. En los edificios de los alrededores fueron sepultadas familias enteras.
Una explosión que quedó fundamentalmente reducida al Cádiz de extramuros, ya que las viejas murallas de las Puertas de Tierra y de San Roque, defendieron en gran parte al centro de la capital, pese a que dicen que hasta las puertas de la Catedral se doblaron como consecuencia de la deflagración, cuyas causas aún no son del todo claras y más teniendo en cuenta que fue un hecho que intentó silenciar la dictadura franquista: se habla de accidente, en cualquier caso, evitable (no era entendible mantener un depósito de minas junto a la población), e incluso de sabotaje terrorista.
Con todo, extramuros, lo que el gaditano llama ‘puertatierra’, es consecuencia directa de la reconstrucción de la ciudad tras la explosión. Y la ayuda del Régimen. Así nacieron la nueva barriada España, Trille, Brunete, Puntales, o La Paz. E incluso el Estado nacionalizaba el astillero de Echevarrieta y Larrinaga, arrasado por el suceso y en horas bajas, naciendo Astilleros de Cádiz, hoy, tras sucesivas crisis, parte de Navantia.