JORNADA 36. Era normal que con lo que estaba mostrando el Cádiz en los últimos partidos, llegara un momento en que la fortuna le fuera esquiva y se tuviera que tragar una severa derrota. En el de este sábado en el Carranza, vacío, los amarillos han mostrado su peor cara, haciendo patentes todas sus carencias y debilidades, y demostrando que el equipo necesita algún tipo de revulsivo para encarar la recta final con posibilidades de terminar la liga en posiciones de ascenso directo.
Es sorprendente el paralelismo de todas las campañas de los de la Tacita desde que Álvaro Cervera es el entrenador. El equipo empieza el año arrasando, y poco a poco va perdiendo fuelle hasta llegar al final de la temporada en condiciones deplorables. Y estamos ahora mismo en esos bandazos finales, por lo que toca lo que nos toca.
Es muy preocupante no ya la falta de capacidad de reacción, sino la escasez de ambición, liderazgo e incluso ganas que parece demostrar la plantilla. Parece que afrontan los partidos como el que va a la oficina. Sabes que van a trabajar, a correr y a dejarse la piel en el encuentro, pero no detectas ese plus más de carácter que hace falta en estos momentos críticos. Parece que con seguir a rajatabla las órdenes de Cervera ya hubieran cumplido. Y no, para estos casos precisamente, hay que eludir las órdenes del timorato y cuadriculado entrenador guineano y desmelenarse. Cuando el orden no es la solución, como es el caso, hay que probar con el desorden y la anarquía para que pasen cosas. Y los jugadores amarillos son demasiado obedientes y pacatos. Tienen mucho miedo a expresarse.
El encuentro ante el Tenerife en sí tiene poco que contar. Otro coñazo horrible únicamente amenizado por los goles que el visitante Dani Gómez, por partida doble, logró encajar a Cifuentes. El Cádiz salió al campo con pocas sorpresas en la alineación, y la esperanza de que entre Salvi, Jurado, Álex y el Choco (que no llega ya ni a ortiguilla cruda) pudieran crear algo de juego llegado el caso en el que cogiesen el balón.
La cosa iba plácidamente como siempre, con el consabido repliegue melifluo de los amarillos y el dominio aburrido y sin consecuencias de los tinerfeños, irreconocibles por su equipación rosi-roja. Cosas del márketing moderno. La cosa cambió en el minuto 22 cuando José Mari veía una roja directa tras ofrecer sus tacos amablemente a un rival. Una expulsión justa que debilitó aún más al equipo local, que automáticamente perdió la poca consistencia que tenía y se fue cayendo como un castillito de naipes. Tocaba ahora el más difícil todavía, y acabó en debacle.
Poco antes de acabar la primera mitad el Cádiz recibió el 0-1, y poco después de empezar la segunda, el 0-2. En el descanso ya había sacado del campo el Gafa a Jurado y al Choco. El sanluqueño, por cierto, volvió a demostrar que está un pasito por encima de sus compañeros, pero parece que Cervera sigue sin confiar en él y considera que en situaciones límite, Nano es más resolutivo.
Del segundo gol al final, poco más que contar. Algún intento inofensivo de los amarillos y mucha desesperación en forma de protestas, la reaparición en el campo de Perea y el cameo de Pombo. Un lanzamiento al larguero de los canarios y cada uno a su casa. Lo van a tener difícil para sacar dos minutos de este partido en el resumen de Estudio Estadio.
En los tiempos extraños en los que estamos, con partidos cada tres días, parece muy complicado revertir la situación en la que se encuentran los gaditanos, porque precisamente necesitan tiempo para parar, descansar, analizar fríamente qué está pasando y buscar soluciones, o al menos, paños calientes. Sin embargo no queda otra que adaptarse y asumir el reto. El equipo ha llegado al final de la liga con una posición en la tabla que va a costar mucho que se vuelva a producir, y tiene una oportunidad fantástica para asaltar los cielos de la Primera división. No se sabe si les están temblando las piernas por esto, o si es la responsabilidad o qué les está pasando, pero ahora es un pelele en manos de cualquiera que se ponga por delante, y lleva varios meses (desde antes del parón pandémico) que no tiene ni autoridad ni fuerza ni rigor, y no hablemos ya de imaginación o alternativas inesperadas.
Esperamos algún tipo de reacción. Ya sabemos que Álvaro Cervera no confía en el juego ofensivo y no se siente cómodo con un equipo que plantee jugar. Pero hay que hacer algo, y no le haríamos ascos a empezar el próximo partido con tres centrales y dos stoppers en el centro del campo. Empecemos apuntalando la defensa, y a partir de ahí, ya veremos. Pero intentemos algún cambio, por favor. El Cádiz es como el Titanic que va viendo llegar el iceberg y que ni vira ni frena y ni siquiera toca la bocina. Y ya sabemos cómo acabó ese barco, todos hemos visto la película. DIARIO Bahía de Cádiz