CRÍTICA. Dieciséis años cumple ya el ciclo de Música de Cámara que la Asociación Qultura prepara puntualmente cada año para el público gaditano, con el objetivo de dinamizar la oferta cultural del entorno de la Bahía. Por la prolongada actividad cultural y sus resultados, hay que alabar la persistencia en el empeño y, sobre todo, destacar el mérito de la asociación por mantener el ciclo musical en pie; felicitación extensible al grupo de socios que alivian el peso económico de la programación con su contribución.
Dentro de la programación de este año, la Asociación Qultura trajo al popular Teatro Cómico de Cádiz la actuación del Trío Arriaga, una de las más prestigiosas formaciones de cámara del país, que cuenta en su haber la publicación de más de 25 álbumes en prestigiosos sellos, como Naxos.
Firmado por José Ramón Ripoll, el público pudo aleccionarse con un cuidado programa de mano, lamentablemente ausente a veces aquí en convocatorias de otras entidades de mayor peso. El programa estuvo centrado en su primera parte en Granados, con la intención de recordar el centenario de la muerte del compositor y pianista español. Interpretaron su Trío Opus 50 y el Intermezzo de Goyescas. Dentro de la producción de Enrique Granados, destaca por su belleza el Trío Op 50, una de las escasas piezas de su obra para ensambles de cámara. A pesar de que las composiciones del genial pianista se caracterizan en líneas generales por su romanticismo de corte nacionalista, hay que destacar la influencia francesa en el Trío Op. 50, lo que suele orientar a los intérpretes al intimismo sentimental que provoca la delicadeza de los larguísimos pianíssimi.
En otra línea, la interpretación de Trío Arriaga fue más vigorosa y contundente, con el piano –hay mucho de Granados pianista en la brillantez virtuosa de esta voz en esta obra– y violín tomando posesión del balance voces, uniformando el color tímbrico de graves pero dando consistencia dinámica al Trio. En la propina de cierre, volvieron a tocar el tercer movimiento del Trio Op. 50, célebre por su intensidad dramática e inenarrable expresividad.
Justo cincuenta años separan la composición del Trio nº 2 op. 67 de Shostakovich del Op. 50 de Granados, pero se percibe todo un mundo de distancia en el género, tanto por el tratamiento instrumental como por las fuentes musicales en las que se inspira –no pueden ocultarse las reminiscencias de la cultura judía que vivió el célebre compositor ruso–. Shostakovich dedicó esta pieza a un amigo muy cercano fallecido inesperadamente en su plena juventud, pero se dejó llevar también por la abrumadora carga emocional que le produjo el trágico desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, momento en que la compuso. De ahí el sobrenombre “Elegía” que etiqueta con una sola palabra la inmensa conmoción que genera siempre la audición de esta pieza singular. Del Trío nº 2 op. 67 de Shostakovich, el programa de mano –dedicó muchas líneas al Trio nº 1 Op. 8– destaca solo “su densa perfección”. Imposible resumir esta fascinante obra en menos palabras. A esa apreciación contribuyó también la densa perfección en la interpretación del trío Arriaga, que puede servir de exponente de la capacidad del ensamble –ahora sí, el violonchelo en todo su esplendor– para ejecutar la variedad de recursos musicales puestos en juego por el compositor ruso. DIARIO Bahía de Cádiz Francisco Mesa
FICHA DEL CONCIERTO:
Música para tres.
Trío Arriaga: Daniel Ligorio, piano; Felipe Rodríguez, violín y David Apellániz, violonchelo Programa: Enrique Granados (1867-1916) Trio Op. 50 (Poco allegro con expressione –Scherzetto – Duetto – Allegro molto) Intermezzo (de Goyescas) Dmitri Shostakovich (1906-1975) Trio nº 2, Op. 67 (Andante moderato-Allegro non troppo-Largo-Alegretto).
Lugar y día: Teatro de Títeres La Tía Norica de Cádiz, 12 de marzo de 2016. Asistencia: tres cuartos de aforo.
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