La empresa municipal Aguas de Cádiz ha elaborado un plan de gestión de riesgo por sequía, que tiene como objetivo principal dotar a la ciudad de una herramienta clara y coherente que sirva de orientación en la gestión de posibles sequías.
Se trata de un documento que recoge la estrategia de anticipación y preparación ante los efectos de una eventual sequía y que establece grados de intensidad y acciones a llevar a cabo en cada una de las posibles situaciones.
En los últimos 40 años, señalan desde el Ayuntamiento en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, la ciudad ha sufrido episodios de fuertes sequías entre los años 1975-1976, 1981-1983 y 1992-1995. Posteriormente ha habido otros, aunque con menor duración e impacto en las reservas hídricas disponibles.
Para completar el documento y siguiendo con el compromiso de la empresa pública de contar con la opinión de los vecinos, acaba de abrir un proceso de participación ciudadana para recoger las aportaciones de los agentes implicados en planes de emergencia, organizaciones empresariales y profesionales, asociaciones de vecinos, colectivos sociales, grandes consumidores de agua, centros sanitarios y representantes políticos e institucionales. Así, se ha puesto en contacto con 115 colectivos, está organizando una jornada de expertos y ha habilitado el correo plandesequia@aguasdecadiz.es y la web www.aguasdecadiz.es/plandesequia/
La capital gaditana se convierte así en el primer municipio de la Demarcación Hidrográfica Guadalete-Barbate en disponer de un plan, que es obligatorio por ley. De hecho, con la elaboración de este documento, Aguas de Cádiz cumple con la obligación que tienen los municipios de más de 20.000 habitantes de contar con un plan de emergencias contra una eventual sequía como recoge el artículo 27 de la Ley 10/2001 del Plan Hidrológico Nacional y da cumplimiento también al artículo 63 de la Ley 9/2016 de Aguas de Andalucía que dice que “los municipios, por sí solos o agrupados en sistemas supramunicipales de agua, con más de 10.000 habitantes, deberán obligatoriamente aprobar planes de emergencia ante situaciones de sequía”.
Teniendo en cuenta que la gestión de la sequía debe entenderse como un apartado más dentro de la planificación del abastecimiento de agua, este plan recopila y ordena la información básica sobre las demandas, valora las disponibilidades de recursos, define los estados de riesgo, activa las medidas especiales para mitigar los efectos y establece responsabilidades para la toma de decisiones y para gestionar la situación.
CONCIENCIACIÓN CIUDADANA
El documento hace hincapié en que una de las herramientas fundamentales para evitar las restricciones de agua en caso de sequía es la concienciación ciudadana.
Las medidas en cada uno de los escenarios establecidos para la gestión del abastecimiento en episodios de sequía se estructuran en cuatro etapas: normalidad, prealerta, alerta y emergencia.
En la etapa de normalidad todos los usos están garantizados y las medidas deben orientarse hacia la prevención, la preparación del sistema y la concienciación. En la fase de prealerta no hay un riesgo importante de desabastecimiento y se garantiza el suministro completo, al menos, para los siguientes meses, pero se prevé un cambio en los indicadores que podría suponer un riesgo a medio plazo.
En la fase de alerta existe una probabilidad significativa de llegar a una situación de emergencia por riesgo de desabastecimiento por lo que se deben fortalecer todas las medidas de ahorro y valorar las medidas de carácter restrictivo sobre usos no prioritarios como baldeo de calles, llenado de piscinas o riego de jardines.
Por último, la fase de emergencia es la más grave, con una probabilidad muy alta de situaciones de desabastecimiento generalizado. Este escenario implica el establecimiento de medidas restrictivas intensas y generalizadas que se irán implantando de manera gradual a medida que se agrave la situación para alargar el máximo tiempo posible la disponibilidad de recursos para los usos prioritarios esenciales.