JORNADA 33. El RCD Mallorca buscando no hundirse en el tramo final de LaLiga visitaba este domingo el Nuevo Mirandilla en horario anti-fútbol, con el Cádiz obligado (otra vez) a ganar o ganar para conservar sus, cada jornada que pasa, más débiles opciones de mantenerse en Primera.
“Tenemos que estar todos unidos, arrimar el hombro. Si el equipo está unido, tenemos muchas opciones de ganar este partido no definitorio pero sí clave ante un rival muy competitivo, que juega muy bien con la ansiedad de los adversarios”, alertaba el técnico Mauricio Pellegrino en la previa.
Y el argentino recurría de inicio a un once con novedades en el sistema, conformado por: Conan, bajo palos; Chust, Ousou y Fali en defensa, junto a Iza, Lucas Pires, actuando de carrileros; Alcaraz y Álex Fernández en el centro del campo; Robert Navarro a su aire más adelantado, y Chris Ramos y Juanmi, en la delantera.
La desesperación y urgencias de los de casa (ante unos 18.000 aficionados en la grada) se hacían patentes desde el pitido inicial, ante un equipo balear a la expectativa. Y en casi su primera jugada trenzada llegando al área de Ledesma, Muriqi hacía el 0-1 de cabeza en el minuto 12. Un tempranero e injusto jarro de agua fría bajo el solano de las dos de la tarde.
Un tímido lanzamiento desde el borde del área de Rubén Alcaraz se convertía en el 17 en el primer disparo entre los tres palos del Cádiz, que seguía llevando en gran medida el ritmo del choque, pero sus modos inofensivos no incomodaban a los bermellones, esperando atrás sin complejos. En el ambiente, ya resonaban algunos gritos de “¡échale huevos, Cádiz échale huevos…!”. Y en el verde, el fútbol se iba remplazando por interrupciones, protestas, riñas, marrullerías y jaleo.
Cruzándose el minuto 35, en una buena acción cadista, caía Robert Navarro en el área y se reclamó con efusividad penalti, más ni el árbitro ni el VAR se vieron interpelados. Los de Pellegrino parecían atenazados (¿angustiados?) y pecaban además de entretener demasiado la pelota en sus intentonas, a trompicones, por llegar a la portería rival. Con el Mallorca embotellado en su campo en tiempo de descuento, los instantes más intensos de los amarillos en todo el primer tiempo, Chris se marcaba una chilena efectista, a las manos de Rajkovic.
EMPATE CON AYUDA, Y POCA SANGRE
El Cádiz volvía al césped tras el descanso con dos cambios en sus filas: se quedaban en la caseta el brasileño Pires y el sirio Ousou, y entraban Javi Hernández y Sergi Guardiola. Y desde el reinicio de la partida, se merodeaba el campo mallorquín, pero persistía la vacuidad ofensiva. Hasta que en el minuto 59, Chris Ramos iba con todo a cazar un centro entre dos defensores y uno de ellos, Omar Mascarelli, ayudaba a meterla en su propia puerta. El inesperado empate caldeaba por momentos al cadismo, y poco después Javi Hernández probaba desde lejos.
Como inesperado era el nuevo cambio de Pellegrino, retirando a Juanmi, es verdad que en uno de sus partidos más grises, y dando entrada a Maxi Gómez, goleador que sigue sin ver puerta desde que pisó la Tacita. Instantes después la falta de comunicación entre Conan y Fali casi la aprovecha el Mallorca para volver a ponerse por delante en el electrónico. Los de Javier Aguirre daban un pasito adelante y el Cádiz no terminaba de meterle la intensidad y ganas requeridas a una final.
Para los últimos diez minutos, como último recurso, los gaditanos recurrían a Machis y su potencial pegada (spóiler: para no variar, no aportó nada) y a Roger Martí como refresco arriba, por Robert Navarro y Chris Ramos. Y en una pérdida de balón local, Darder, con todo a favor, la estrellaba en el palo en el 86; un minuto después, Morlanes disparaba desde un lateral y la iba colando por la escuadra… Este Cádiz desganado, entre los nervios, las imprecisiones y la poquita sangre, parecía hasta conformarse con un empate que no le valía de nada. Y Roger Martí, en el momento que se anunciaban cuatro minutos de propina, desperdiciaba una ocasión sin portero.
No pasó nada más, ese 1-1 estéril ya no se movió del marcador, y el decaimiento generalizado inundó ya de lleno el Nuevo Mirandilla, sabedores, jugadores y afición, de que la casi imposible hazaña de salvación está hoy todavía mucho más lejos que ayer. Y el próximo fin de semana, a visitar el Bernábeu.
“Estamos decepcionados con el resultado. No estuvimos centrados y en el primer centro nos marcan… Hemos cometido demasiados errores. Ellos han jugado muy bien con nuestra desesperación. Nos ha faltado más fútbol, más frescura. Iremos a por todas a Madrid, hay que luchar hasta el final. Hay que salvar el prestigio del equipo”, señalaba un cariacontecido Pellegrino en sala de prensa tras el encuentro. DIARIO Bahía de Cádiz